Documental que nos relata el origen del 11 Junio, día en Solidaridad con Lxs Presxs Anarquistas de Larga Condena.
A continuación una traducción respecto a la historia de esta fecha tan importante para nosotrxs como anarquistas y en especial por nuestrxs compañerxs en prisión. Texto escrito por Crimethinc en Junio del 2017.
Durante 13 años, lxs anarquistas y ecologistas han observado el 11 de junio como un día de acción para movilizarse en torno a nuestros compañerxs encarceladxs. Durante ese tiempo, el ritmo de la revuelta se ha acelerado, con tantos levantamientos, enfrentamientos y ataques anarquistas que es difícil contarlos todos, por no mencionar todas las acusaciones, redadas, detenciones masivas, grandes jurados y muertes. En este terreno en constante cambio, es fácil perder la pista de los orígenes de nuestras tradiciones. Nuestro objetivo aquí es trazar una breve historia del 11 de junio como una pequeña contribución al ritmo global de la revuelta. Al final, hemos incluido una línea de tiempo que ilustra cómo muchas personas de todo el mundo han contribuido al impulso del 11 de junio. Esperamos rescatar estas acciones del olvido, al igual que trabajamos cada año para que nuestrxs compañerxs encarceladxs no caigan en el olvido.
El 11 de junio se celebra como día de la solidaridad desde 2004, cuando 27 ciudades organizaron actos de apoyo a Jeff «Free» Luers, un eco-anarquista que cumplía su cuarto año de prisión por la quema de tres todoterrenos en Eugene (Oregón). Aunque ya existía una rica historia de prácticas solidarias en Norteamérica, éstas se centraban en los movimientos de Liberación Negra y antiimperialista y en lxs cientxs de presxs que siguen cautivxs desde hace décadas. La captura de Luers y de su coacusado Craig «Critter» Marshall obligó a los movimientos ecologistas y anarquistas radicales a enfrentarse a la cuestión de la represión de nuevas maneras después de que Luers fuera condenado a 22 años y 8 meses por una acción que no perjudicó a nadie. A pesar del acoso del FBI a los actos públicos, el colectivo Break the Chains y el equipo de apoyo a Luers organizaron la jornada de solidaridad para conmemorar el tercer aniversario de su detención, invitando a Ramona Africa a hablar en Eugene como un paso para tender un puente entre las diferentes generaciones que luchan contra la represión. Ramona es miembro de la familia MOVE, un grupo de revolucionarixs predominantemente negros, que lleva 39 años apoyando a sus compañerxs encarceladxs.
La posición digna de Luers durante su encarcelamiento y la lucha continua por su liberación fueron puntos de referencia vitales durante los años siguientes, cuando la represión se intensificó en lo que se conoció como el Green Scare (Terror Verde). El Green Scare se extendió mucho más allá de la serie de casos dirigidos contra los grupos del Frente de Liberación de la Tierra (E.L.F.). Cuando en diciembre de 2005 se llevó a cabo la Operación Backfire, que condujo a la captura de muchxs de lxs participantes en una prolífica célula del ELF en el noroeste del Pacífico, también se pretendía cortar las conexiones entre lxs eco-saboteadores y los grupos ecologistas convencionales, y el FBI pretendía castigar a muchxs de estos últimos por su apoyo tácito a la acción radical. Mientras tanto, otrxs agentes del FBI se dedicaron a atrapar a jóvenes como Eric McDavid, que cumplió muchos años de prisión antes de que se anulara su sentencia.
El Green Scare también incluyó muchos de los clásicos gestos mezquinos de la represión: acoso y vigilancia policial, listas negras que impedían el empleo, demandas frívolas e intervenciones en casos civiles. Por ejemplo, el acoso dirigido durante muchos años contra Marius Mason y su entonces marido, Frank Ambrose, dejó a los dos casi sin empleo y rodeados de una trinchera de miedo. Años más tarde, algunxs de lxs antiguxs amigxs de Frank sugirieron que este fue el aspecto del Green Scare que lo desgastó, sobre todo porque otrxs en el Medio Oeste optaron por distanciarse de lxs que estaban bajo la presión más intensa en lugar de adoptar una postura contra ella. Al final, Ambrose optó por cooperar con las autoridades, informando contra Marius y muchxs otrxs.
A medida que más y más anarquistas y eco-saboteadores entraban en prisión, la mayoría de ellxs para cumplir sentencias más cortas, Luers permaneció en las listas de apoyo. Existía el peligro de que su caso cayera poco a poco en el olvido en medio de nuevas redadas y catástrofes, algunas de las cuales también afectaron a miembros de su equipo de apoyo. En respuesta, lxs partidarixs comenzaron a pensar en las necesidades particulares de lxs presxs de larga condena.
Tras años de lucha y presentaciones legales, Luers consiguió una reducción de su condena, lo que le llevó a la liberación en diciembre de 2009. Para entonces, sin embargo, Marius Mason llevaba 18 meses encarcelado, tras haber recibido una condena casi idéntica de 22 años después de declararse culpable de dos grandes incendios provocados (contra una instalación de investigación de OMG y equipos de tala) y reconocer su responsabilidad en más de una docena de otras acciones clandestinas. Eric McDavid ya había pasado casi media década entre rejas.
En 2008, el largo periodo de derrotas y encogimientos que había seguido al «Green Scare» dio paso a una nueva ola de revueltas. Sin embargo, estas nuevas huelgas, movimientos e insurrecciones podrían haber hecho que lxs partidarixs se olvidaran de Mason y McDavid mientras se repartían nuevas acusaciones y penas de prisión. No había ninguna garantía de que lxs miles de nuevxs radicales que surgieron de movimientos como Occupy Wall Street fueran capaces de reconocer a Mason, McDavid u otrxs presxs de larga condena como compañerxs que merecían solidaridad.
También existía el problema de la lenta disminución de los grupos de apoyo. A los pocos años de su encarcelamiento, los esfuerzos de solidaridad con Mason y McDavid se estancaron en 2011. En respuesta, los miembros de los equipos de apoyo y los círculos sociales de Mason y McDavid se reunieron a principios de 2011 para discutir la coordinación, con la esperanza de lanzar un proyecto de solidaridad compartida.