En las horas de la noche del viernes 22/10 en Atenas, se lleva a cabo una persecución por parte de la Dias (unidad de motocicletas) a un vehículo que pasaba por allí al no detenerse en la señal correspondiente. En el vehículo viajaban tres gitanos. La persecución comenzó en los barrios de Egaleo y terminó en las calles de Perama. Desgraciadamente, el final de la persecución se produjo con el coche acribillado por 38 balas mientras intentaba zafarse. El resultado fue la muerte del pasajero de 18 años, Nikos Sampanis, y las heridas del tercer pasajero, mientras que el conductor logró escapar para salvar su vida mientras las balas llovían a sus espaldas.
Los primeros movimientos del Estado, de los medios de comunicación y de los policías fueron fuera del manual de lavado para desescalar cualquier reacción. Al principio, el Estado adoptó una actitud «cautelosa» ante el incidente, deteniendo a los policías, pero sin mucho éxito porque el apoyo a éstos no podía mantenerse oculto durante demasiado tiempo por parte de varios políticos. Los medios de comunicación desataron una andanada racista contra las víctimas, por ser gitanos, para destacar la peligrosidad de estas personas y justificar la actuación de los policías. Sin embargo, los ocupantes del coche estaban desarmados y no existía tal sospecha. Su única «arma» era su color y su posición en la parte inferior de la estratificación social. En cuanto a los propios policías, para justificar sus acciones emplearon la táctica de la mentira y la victimización, diciendo que al intentar sacar el vehículo, los embistió con el claro objetivo de matarlos y que esto era evidente por el hecho de que 7 de ellos estaban heridos. Por supuesto, las imágenes audiovisuales vinieron a contradecir rotundamente estas declaraciones.
En los días siguientes asistimos a los intentos de construir un perfil de los duros atracadores en cuanto a las caras de los tres gitanos, pero todos ellos, al ser mentiras, cayeron en saco roto, La verdad, la única verdad era y es una. La policía y el Estado asesinaron a un niño. El racismo, el fanatismo y el poder armaron las manos de los policías que dispararon aquella noche, no el miedo por sus vidas. Al fin y al cabo, ¿desde cuándo no parar un vehículo a la señal de un policía se castiga con la pena de muerte y en el acto? Pero por muy dura que sea la verdad por desgracia no estamos cayendo de las nubes. No es la primera vez que el Estado y el capital dejan cadáveres fríos. Ya sea por las balas de los policías o por la arbitrariedad e imparcialidad de los empresarios, por la explotación y la opresión, como en el último ejemplo del trabajador muerto de 45 años Dimitris Daggli, descuartizado por un puente grúa en los muelles de Cosco en el puerto del Pireo. Todas estas personas nunca volverán con sus familias y por un trozo de pan, por un salario de hambre, pagaron el precio con sus vidas. El precio de nacer pobre en un mundo de ricos. Y no será la última vez que el Estado y el capital asesinen sólo si dejan de existir. Sólo si los de abajo, los explotados y los oprimidos levantan las barreras de clase. Sólo si derrocamos el sistema que siembra la muerte y el dolor.
Así que nosotros también quisimos poner una pequeña piedra en el mosaico de la resistencia de clase y la solidaridad realizando ataques coordinados con martillos a bancos y cajeros automáticos en la noche del martes 26/10, 2 en la calle Lagada en la parte occidental de Tesalónica y uno en la calle Karamanlis en los barrios del este.
NO ACOSTUMBRARSE A LA MUERTE
ORGANIZARSE Y LUCHAR POR LA IGUALDAD Y LA LIBERTAD
Brigada Nikos Sampanis
FUENTE: DARK NIGHTS
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA