La vida en las metrópolis es asfixiante. En los últimos años, hemos visto cómo la bestia urbana se agranda y succiona la vida a su paso. Policías y soplones acechan en cada esquina, la pobreza y las privaciones se reflejan en todos los aspectos de la vida cotidiana, la opresión (laboral, sexual, racial) es una realidad brutal, mientras que el círculo de «libertades» y «alientos de vida» es cada vez más estrecho. En esta asfixia, el capitalismo viene a recordarnos que somos materiales prescindibles para sus máquinas, que producen sin cesar y tienen sed de beneficios.
Los proyectos de gentrificación son la admisión contundente por parte del Estado de que existimos simplemente para producir para ellos. Plazas, parques, barrios que antes eran apropiables por sus habitantes están siendo aburguesados por la mano de obra y entregados a los turistas y burgueses urbanos. Cafés caros, Airbnb, cámaras de vigilancia, aumento de la población turística, aumento general del coste de la vida son algunas de las consecuencias de la reurbanización. Consecuencias que se traducen en el desplazamiento de las personas que antes vivían en estos barrios al no poder hacer frente a la nueva situación existente. Así, la llamada «gentrificación» crea zonas (urbanas) «fortaleza» con mayor control social y represión, mientras que otras zonas urbanas se convierten en guetos y se empobrecen. La segregación de los barrios dentro de las ciudades y su diferenciación tan pronunciada, facilita claramente el trabajo de la policía en términos de cartografía y vigilancia.
Vemos cómo se desarrolla un proyecto de este tipo ante nosotros en el campo militar de Pavlos Mela. En los planes de reurbanización del alcalde Dimitris Demourtzidis se ha incluido un enorme espacio dentro de la confinada prisión metropolitana, del que todos pueden apropiarse libremente.
Pero para presentarnos al «señor» en cuestión.
Esta basura de derechas lleva en política desde los 25 años, lo que parece haberle dado la oportunidad de crear «fuertes amistades». Para el proyecto «Antonis Tritsis» relativo a la remodelación del campamento militar Pavlos Mela, se reunió con el entonces viceministro del Interior Stelios Petsas, el viceministro del Interior de Macedonia y Tracia Kalafatis Stavros y el obispo de Stavroupolis-Neapolis Varnavas. Una reunión «exitosa», a juzgar por el hecho de que se aprobó la cantidad de 10 millones de euros para este proyecto. En un barrio pobre de la ciudad, con residentes privados de las necesidades básicas (calefacción, electricidad, etc.), Demourtzidis elige pedir y utilizar 10 millones de euros para un lugar donde él y sus amigos montarán festivales. De hecho, esta escoria tuvo la audacia de demandar a grupos de residentes que querían oponerse a sus «grandiosos» planes.
Así que por estas razones, al amanecer del 27 de marzo, optamos por prender fuego al coche de Demourtzidis, que estaba aparcado en la parte trasera del ayuntamiento de Stavroupoli.
Este atentado es una pequeña contribución en el marco de la difusión de las acciones directas en el silencio sepulcral de la ciudad. Los límites se estrechan constantemente. El Estado ha lanzado una nueva caza de brujas, con nuevos ciclos de persecución, nuevos códigos penales, policías en las universidades, aburguesamiento de zonas, intensificación de los controles, etc. Pero el lazo que tejen para nosotros se convertirá en la horca que encuentren delante y nuestro odio se convertirá en la rabia que patee el taburete, porque nuestra rabia contra lo que odiamos es nuestra arma y harían bien en temerla.
Solidaridad y fuerza a los que están presos en manos del Estado
Por la anarquía
Jinetes de la Noche del Fuego
FUENTE: ATHENS INDYMEDIA
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA