—Entrevista al compañero Gustavo Rodríguez (Tercera de tres partes)
AI: ¿Hasta qué punto la revolución de 1959 estaba dispuesta a destruir el sistema de dominación y sus protagonistas resueltos a impulsar una Revolución Social?
Ante todo, hay que examinar minuciosamente quiénes eran las fuerzas en conflicto en 1959; cuáles eran las motivaciones y; sobre todo, las limitaciones ideológicas de lxs involucradxs. Claro está, este es un ejercicio repleto de dificultades frente a quienes continúan fascinados con la mitología oficial1 e; igualmente arduo, ante quienes —desde diferentes ópticas, incluso disidentes— se aferran a las supuestas tendencias enarboladas por ciertos personajes protagónicxs (Camilo Cienfuegos, Hubert Matos, Ernesto “Che” Guevara, Pastorita Núñez, por ejemplo), como si se tratase de descifrar (a la distancia de seis décadas) cuál hubiese sido la actitud de tal o cual personaje ante una situación específica o, si tuvo o no razón en un momento determinado y cuál hubiese sido su actuación de tener un mayor peso político en el proceso. En ese tenor, surgieron las leyendas de Camilo “anarquista”; Matos “socialista”; Che Guevara “trotskista” y; Pastorita “feminista”. Todas especulaciones diletantes que en nada ayudan a comprender lo que representaban aquellas figuras hipotéticamente opuestas a la autocracia revolucionaria y la burocratización. Lamentablemente, estas digresiones no logran escapar de las leyendas que hay que demoler. Ni Cienfuegos fue “anarquista” ni Matos “socialista” ni el Che “trotskista” y, Pastorita, mucho menos “feminista”. Por cierto, esta última venía del viejo núcleo de la militancia nacionalista de Fidel Castro2 ; al igual que Huber Matos, Ñico López, Haydée Santamaría, entre otros miembros de la “Juventud Ortodoxa” del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos)3 que fundarían el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7).
La oposición a la dictadura de Batista estaba conformada por una coalición de partidos tradicionales de corte nacionalista (antiimperialista)4 y; los llamados “movimientos revolucionarios” que —desde diversas perspectivas igualmente nacionalistas— se articularon en el transcurso de la lucha. Entre los partidos tradicionales, destacaban el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), surgido tras la revolución nacionalista del 1933; el Partido del Pueblo Cubano Ortodoxo, —constituido en 1947 por Eduardo Chibás, tras su ruptura con los “auténticos”—; el Partido Nacionalista Revolucionario (PNR) de José Pardo Llada (cofundador del Partido Ortodoxo) y; el Partido del Pueblo Libre, instituido por Márquez Sterling y un grupo de asaltantes del cuartel Moncada que habían roto con Castro y precozmente advertían: “Venimos de la lucha armada, del exilio y del clandestinaje. Hemos derramado la sangre […] y los invitamos a romper la odiosa conjura de silencio y temor. Contra Batista. Contra la Dictadura. Contra la sangre inútil que sirve de pedestal a nuevos caudillos perniciosos”5 . Entre los “movimientos revolucionarios”, sobresalían el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-J) liderado por Fidel Castro; el Directorio Revolucionario (DR), creado por José Antonio Echeverría —asesinado durante el malogrado asalto a Palacio— y dirigido por Faure Chaumón; la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y; el Movimiento de Liberación Radical, fundado por Amalio Fiallo y varios “moncadistas” que también tomaron distancia del caudillismo de Castro.
Cabe destacar que el nacionalismo fue la ideología hegemónica de TODA la oposición política (electorera y/o revolucionaria) a la dictadura batistiana; ostentando matices bien disímiles que oscilan entre el patrioterismo burgués y el nacionalsocialismo6 . Dan cuenta de ello consignas tan deleznables como “Cuba para los cubanos”, heredadas de la fallida Revolución del 33 y, las leyes xenófobas del mandato ultranacionalista de Grau-Guiteras. Tampoco se puede olvidar —para tener una visión más clara de la trama— que Fidel en sus días universitarios, se hacía acompañar por “La doctrina del fascismo” de Mussolini y “Reflexiones sobre la violencia” de Sorel, libros que siempre cargaba bajo el brazo. Ni que la primera vez que viajó fuera de Cuba (1948), fue auspiciado por el general Juan Domingo Perón, para visitar Caracas, Ciudad Panamá y Bogotá, como delegado a la Conferencia Interamericana de Estudiantes que se celebraba en la capital colombiana en oposición a la IX Conferencia Panamericana que daría origen a la Organización de Estados Americanos (OEA), participando activamente en el llamado “Bogotazo”7 . Sin embargo, es un hecho comprobado que la Revolución cubana fue una revolución democrático burguesa, que tenía por objetivo “la plena restitución de la Constitución de 1940”. Iguales propósitos mantenían los bolcheviques tropicales que reclamaban entonces “elecciones limpias y democráticas”8 ; mientras los anarcosindicalistas invitaban a “devolver al país, la libertad sojuzgada”9 , dando por sentado que antes del 10 de marzo de 1952 se gozaba de ella a plenitud.
La clase media y las altas esferas de la oligarquía fueron la cantera humana, económica e ideológica de la Revolución; siendo la “clase obrera” —salvo contadas excepciones— la gran ausente10 . De igual forma, está probado que jamás se plantearon destruir el sistema capitalista (tal como lo demostró la instauración del capitalismo de Estado desde 1961) y, mucho menos, impulsar una Revolución Social. De hecho, ni los remanentes del anarcosindicalismo que se habían incorporado a la lucha armada contra Batista, promovían tal desenlace. Todo el discurso en torno a la pretendida “vocación libertaria” de la Revolución cubana, se enmarca en la mitología. Lamentablemente, algunxs “compañerxs” aún se hacen eco del mito, enmascarando las más vulgares desvirtuaciones.
AI: ¿ Qué fuerzas enfrentaron lxs anarquistas cubanxs desde los primeros días de la Revolución?
En 1959 no existía un “movimiento anarquista” sino una tensión antiautoritaria, como he mencionado con anterioridad. Esa tensión encarnaba en la Asociación Libertaria de Cuba que, según las actas del II Congreso Libertario, en febrero de 1948 registraba 153 delegadxs a lo largo y ancho del archipiélago. Para finales de la década de 1950, la merma era considerable. El nacionalismo revolucionario y el sindicalismo reformista, habían hecho estragos en filas anarcosindicalistas. Empero, lxs compañerxs que sobrevivieron a todos esos embates, al triunfo de la revolución castrista, tuvieron que enfrentar múltiples fuerzas adversas. Casi todos enemigos conocidos y algunos por conocer. En primer lugar, tuvieron que enfrentar a la burguesía. Particularmente, los sectores que se habían vestido de verde olivo y eran “gobierno revolucionario” pero —como era de esperarse—, se oponían a las transformaciones radicales. Frente a la eventualidad del control obrero, lo que estaba en juego no era únicamente la propiedad de los medios de producción sino la probabilidad de conservar sus privilegios, ahora como “especialistas” y “tecnócratas”, en puestos que les permitieran tener poder de decisión. Es por todxs conocida, la felicidad que experimentó la burguesía criolla al constatar que las medidas más radicales de la Revolución se limitaban a la nacionalización de los medios de producción; asegurando la continuidad de la dominación a través del capitalismo de Estado que dejaba intacto el andamiaje de sujeción: dirigente-productor; guía-seguidores; gobernantes-gobernados; celadores-vigilados. Claro está, también hubo segmentos de esa burguesía expropiada que se sintieron traicionados y desataron una sangrienta lucha para reconquistar la propiedad y los privilegios perdidos. Naturalmente, la mayoría de la clase media, mantuvo fuertes vínculos con la nueva clase gobernante con la que compartían costumbres y cultura, lo que les facilitó el pase automático al nuevo edificio de la dominación a través de la “integración” (palabrita muy de moda por esos años). Así, recuperaban su rol de clase dirigente, asumiendo su lugar en la nueva élite administrativa, no solo en el proceso de producción sino en todos los órdenes sociales. De tal suerte, se incorporaron masivamente al partido y ocuparon todos los puestos de dirección política del nuevo aparato estatal, glorificando los discursos del caudillo y “la exitosa conducción de un solo hombre”. Llegaron incluso a enfrentar los débiles intentos de gestión obrera y las tímidas propuestas de poner fin al trabajo asalariado mediante la creación de consejos obreros (trotskos) y colectividades (anarcosindicalistas); denunciándolos por “quintacolumnistas”, “demagogos” y “anarquistas”. El propio Castro, en uno de sus discursos, acusó de “anarcoloco” a Manolo Fernández, su Ministro del Trabajo, por “impulsar estos experimentos demagógicos”, condenándolo al exilio.11
La segunda fuerza a enfrentar fue la Iglesia. Desde las páginas de El Libertario y Solidaridad Gastronómica, lxs anarcosindicalistas señalaron sin tapujos la inminente penetración del clero en el “gobierno revolucionario”. La participación en puestos político-administrativos de cientos de prominentes “laicos” y militantes de Acción Católica Universitaria (egresados del Real Colegio de Belén, La Salle, Maristas y la Universidad de Villanueva); así como los fuertes lazos de algunos clérigos de la jerarquía católica con la elite gobernante, daban prueba de ello. Si bien es cierto que esté maridaje tuvo corta duración, llegando a término una vez que el gobierno declarara ilegales todos los cultos religiosos12 —lo que motivó a algunos cristeros criollos a asumir una oposición violenta (siendo brutalmente reprimidos)—; muy pronto tuvieron la oportunidad de volver a la “morada revolucionaria” por la puerta trasera. Con ese fin, dotaron de “ideología” a la naciente Revolución, impulsando las tesis del “Humanismo” en un intento de deslindarse del comunismo y del capitalismo dominante. Así, ocuparon nuevamente puestos directivos e incluso se “integraron” a las filas del partido; demostrando una vez más “la inmortalidad de la Santa Madre” y, su capacidad de jugar siempre con las bases llenas (para decirlo en léxico beisbolero).
La tercera fuerza a confrontar sería un viejo conocido. El eterno archienemigo de la praxis anárquica: los bolcheviques. Con una increíble sagacidad, los leninistas bananeros —al igual que la Iglesia— mostraron su capacidad para jugar siempre con las bases llenas y, demostraron “la inmortalidad del Partido”. Años después, serían aún más explícitos, evidenciando su estrategia maquiavélica bajo la consigna “los hombres mueren, el partido es inmortal” (¿o inmoral?). En efecto, durante los primeros seis meses de 1959, hicieron malabares para salvar el pellejo. A comienzos de enero, el MR-26-7 toma la dirección de la Confederación de Trabajadores de Cuba, a la que le agregaron el calificativo “Revolucionaria” (CTC-R) e impone un “Comité Coordinador Provisional”, dirigido por David Salvador. Para el 20 de ese mes, quedaba normada por el Consejo de Ministros, a través de la Ley No. 22, la “restauración de la democracia sindical” y se anuncia la “depuración del movimiento obrero” con la expulsión de “todas las corrientes escisioncitas”; en clara alusión a los orientadores anarcosindicalistas, trotskistas-mujalistas y a los estalinistas-batistianos del PSP. Sin embrago, a pesar de su pasado borrascoso y su probada complicidad (y servilismo) con Batista, los estalinistas consiguieron sortear el anticomunismo de Fidel y, sobre todo, el paredón de fusilamiento. Castro había logrado realizar la revolución nacionalista (postergada), pero llegaba tarde. El fascismo y el nacionalsocialismo eran los grandes perdedores de la historia: los vencidos de la Segunda Guerra Mundial. Carecía de aliados para enfrentar al imperialismo yanqui desde una “tercera posición”, reafirmando su anticomunismo. Perón, había sido derrotado tres años antes y vivía mendigando asilo entre las dictaduras afines (Paraguay, Nicaragua, Venezuela, Dominicana y España). No le quedaba más alternativa que voltear a la URSS. Si bien las hostilidades norteamericanas no le dejaban otra opción a los castristas, los ñángaras13 tenían rato pavimentando el camino para sobrevivir la inminente caída de Batista. Uno de los primeros acercamientos del Partido fue mediante las relaciones erótico-afectivas con su hermano Raúl pero, la visceral homofobia de Fidel fue el primer impedimento. Tan solo ocho meses antes de la huida de Batista, el PSP fundó el destacamento guerrillero “Máximo Gómez” bajo las órdenes del “comandante” Félix Torres González, en las montañas de Bamburanao y Gumuhaya, en la región de Yaguajay. Nunca dispararon un tiro y según testimonios, lo único que mataron fueron puercos y vacas, pero al paso de Camilo Cienfuegos por Las Villas, se unieron a la Columna número 2, viéndose obligados a participar en algunos combates. Gracias a los contactos previos con Raúl, el líder comunista Carlos Rafael Rodríguez, en julio de 1958 subiría a la Sierra de San Luis a visitarlo y de ahí, marcharía a la Sierra Maestra a entrevistarse con Fidel y ofrecerle el “apoyo incondicional del PSP”, jugándose todas sus cartas.
Para noviembre de 1959, los bolcheviques tropicales lograron darle la vuelta a la tortilla e instalarse en la dirección política del régimen. Del 18 al 21 de ese mes, tuvo lugar el X Congreso Nacional de la Confederación de Trabajadores de Cuba (Revolucionaria), bajo la dirección de Fidel, quien señaló —frente al posicionamiento de las distintas corrientes— que “los peores son algunos que simulan defender la Revolución”; concluyendo que el único espíritu que puede prevalecer es “el partido de nosotros, el partido de la patria”14. Al finalizar el Congreso, sería ratificado David Salvador en el secretariado general de la CTC-R (el hombre propuesto por Castro) pero en realidad retomaba el control Lázaro Peña, histórico líder estalinista de la CTC (el hombre impuesto por Batista). En 1961, pese a haber quedado diluido en las llamadas “Organizaciones Revolucionarias Integradas” (ORI), junto a otras organizaciones; los estalinistas del PSP continuaron midiendo músculo y tomando el control político. En ese mismo año, se celebraría el XI Congreso de la CTC. La Confederación cambiaría su nombre por el de Central de Trabajadores de Cuba; abandonando las viejas influencias anarcosindicalistas en el movimiento obrero. Se eliminaba la filiación en federaciones e imponía la adscripción a los sindicatos estatales, consolidando el corporativismo. De tal forma, se constituía como la única representante de lxs trabajadores cubanxs bajo el mando de Lázaro Peña; siendo su principal objetivo “la unificación de los intereses de la clase trabajadora”, en términos tanto sindicales como políticos, en torno al nuevo Partido y su secretario general, Fidel Castro; que exigía la inmediata “depuración de sus miembros” y la superación de “los errores del sectarismo”. En esa tesitura, el 26 de marzo de 1962, quedaría conformado el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC), siendo elegido por unanimidad Fidel Castro, como Secretario General del Comité Central. Finalmente, el 3 de octubre de 1965, se constituiría como “Partido Comunista de Cuba” (PCC), ratificando a Fidel como su “máximo líder” vitalicio. Ya para entonces, los estalinistas no solo habían exterminado cualquier vestigio de anarquismo o anarcosindicalismo, sino erradicado toda huella de su paso e influencia en el llamado “movimiento obrero”; cambiando de un plumazo la historia de sus luchas. Así, connotados anarcosindicalistas criollos pasaron a ser, de la noche a la mañana, “dirigentes de la clase obrera en tránsito al marxismo”.
AI: ¿Qué sigue después de las revueltas?
En realidad, nunca se me han dado las predicciones astrales. Empero, puedo anticiparles lo evidente; es decir, el recrudecimiento de la represión, las prohibiciones, la censura, la vigilancia y, las condenas por “conductas contrarias a la moral socialista”, “desacato”, “daño a la propiedad” y “desorden público”. Herramientas que la dictadura ha utilizado a lo largo de seis décadas y a las que no va a renunciar a estas alturas del partido.
Según me informan lxs compañerxs en la Isla, las principales ciudades del país se encuentran militarizadas y las Avispas Negras (nuevo cuerpo represivo antimotines), realizan frecuentes rondines en los barrios marginados con la decidida intención de restablecer el miedo que había asegurado la tranquilidad de la clase dominante durante 62 años. Con ese fin, han vuelto a poner en escena las “brigadas de reacción rápida del pueblo combatiente” para evitar cualquier conato de protesta y; los atroces “mítines de repudio”, utilizando a Jóvenes Comunistas y miembros del Partido para atacar con piedras y grafitiar con consignas gubernamentales las casas de las personas que el régimen considera “desafectas”.
Ante el retorno del control represivo —bajo la consigna “las calles para los revolucionarios”— y, a pesar de la imposición del terror; miles de jóvenes permanecen decididxs a ejercer el “derecho constitucional a manifestarse pacíficamente”. En ese sentido, defienden “la legitimidad del activismo social”, con la intención de “promover el debate respetuoso” e “impulsar la construcción colectiva de un mejor país”. Propuestas que no solo se inscriben en el discurso democrático de los “derechos y deberes” —ajeno a nuestros objetivos anárquicos—, sino que además, se anotan con candidez en una carta a Santa Claus, dando por sentado que el zorro renunciará a su naturaleza y compartirá, en paz y armonía, el gallinero con las gallinas. En este contexto, considero que nuestro lugar, como anarquistas, no está en las calles a cara descubierta y a plena luz del día, sino en la oscuridad de la noche, tal como lo hacemos en todas las latitudes donde tenemos presencia. Las expropiaciones, el sabotaje, el ataque sin cuartel a las estructuras del capital y el Estado, las represalias contra la policía, todos esos quehaceres caracterizan nuestro accionar anárquico y, en Cuba, no tiene porque ser diferente. El enemigo es el mismo en cualquier parte del planeta y, también reprime, encarcela y dispara en todos los confines.
AI: ¿Cuál es la situación de los presxs de la revuelta en particular y de los presxs en Cuba en general?
Hasta el momento se tiene poca información de los procesos judiciales de lxs presxs de la revuelta. Como mencioné al comienzo de la entrevista, se sabe que continúan encarceladxs alrededor de 500 personas y, que muchxs de lxs que han sido liberadxs están en reclusión domiciliaria, lo que en Cuba está tipificado como “trabajo correccional sin internamiento”. También se conoce que han realizado juicios sumarios y que a la mayoría de lxs encausadxs se les acusa de “desorden público”, “desacato” y “daños a la propiedad”; pero aún se desconocen las condenas.
En cuanto a la situación de los presxs en general, para todxs lxs cubanxs es un secreto a voces que el archipiélago es una gran cárcel. Ése, ha sido el verdadero récord social del castrismo y no la cacareada educación ni los “logros” en salud. Entre 1960 y 1980, la población carcelaria estaba conformada en su mayoría por “presxs políticxs” (más de 10 mil), acusadxs de contra-revolución aunque, paradójicamente, un altísimo porcentaje habían sido “revolucionarixs”. Sus condenas oscilaban entre 10 y 30 años de prisión. El ensañamiento contra los llamados “revolucionarios críticos” o “traidores”—ex compañeros del dictador Fidel Castro en la lucha contra Batista—, fue de proporciones canallescas. Destacando las penas del comandante Hubert Matos (20 años/1959-1979); Pedro Luis Boitiel (10 años/1961-1972)15 ; Mario Chanes de Armas (30 años/1961-1991)16 ; el comandante Eloy Gutiérrez Menoyo (30 años, cumplió 22/1964-1986)17 ; Gustavo Arcos Bergnes (10 y; 8 años)18 ; entre otrxs. También mostraron gran inclemencia contra la disidencia revolucionaria de mi generación —los llamadxs hijxs de la Revolución—, encarcelando a jóvenes anarquistas, trotskistas, comunistas, objetores de conciencia, artistas e intelectuales críticos y gays; sentenciadxs por “divisionismo ideológico”, “contrarrevolución”, “conducta impropia”, “no tener vínculo laboral”, “intento de salida ilegal del país” y, “negarse a prestar el Servicio Militar Obligatorio”. Uno de los casos más notorios fue el de Ariel Hidalgo, galardonado historiador y profesor preuniversitario de Filosofía Marxista; condenado a ocho años de prisión por escribir un manuscrito crítico intitulado “Cuba, el Estado marxista y la nueva clase.”19
En una nota del diario oficial Granma (órgano propagandístico del PCC) del año 2012, el gobierno reconocía tener una población carcelaria de 57 mil personas. Con todo el maquillaje de las cifras, el Estado cubano se ubicaba entonces en el sexto lugar del ranking internacional de presxs per cápita. Pese al hermetismo de la dirección General de Prisiones de Cuba que considera “secreto de Estado” estos datos, así como el número de cárceles y “centros de rehabilitación” (alrededor de 300); a mediados de enero del 2020, algunas ONG de Derechos Humanos reportaron 794 presxs por cada 100 mil habitantes; colocándose por encima de Estados Unidos y El Salvador. Según el mismo informe, la cantidad de convictxs y condenadxs anuales superaba las 127.000 personas; de ellas, 90mil se encontraban en prisión (de las cuales 38 mil carecían de antecedentes penales); el resto se hallaba en “situaciones de control judicial y policial”. En el reporte destaca la categoría de “presxs por conducta antisocial” o “comportamiento contrario a la moral socialista”, entre lxs que se localizan mujeres trans (encarceladas en prisiones para hombres), trabajadoras sexuales, disidentes políticxs y jóvenes rebeldes, mayoritariamente afrocubanxs; que, por lo general, no han cometido delito alguno pero la dictadura les considera “potenciales criminales” y son sentenciadxs a penas de 1 a 4 años de prisión.
Desde luego, los politiqueros de Black Live Matter, hacen caso omiso a estos datos y celebran la continuidad de la dictadura. De igual forma, ninguna sección de la Anarchist Black Cross se ha interesado nunca por esta situación y, lo entiendo: “no es políticamente correcto señalar a gobiernos progresistas”. En su lugar, han defendido a espías de la dictadura castrista “secuestradxs en la panza del Imperio”. ¡La abolición tiene prioridades!
AI: ¿Cómo podemos apoyar la lucha de nuestrxs afines en Cuba lxs anarquistas insurreccionales del mundo?
En los últimos años, lxs anarquistas informales e insurreccionales hemos acumulado una larga lista de compañerxs presxs alrededor del mundo; sin duda, el partido del orden se ha fortalecido en todos los confines. Sin embargo, no han podido controlar nuestra creatividad. Mucho menos, han podido sofocar nuestras pasiones ni aniquilar nuestros deseos insurreccionales. Apagan un fuego pero siempre queda una chispa que se vuelve a atizar, siempre hay un resquicio para la insurrección. La guerra anárquica es permanente y el conflicto está presente en todo momento y en cualquier lugar.
Lxs anarquistas no podemos apuntalar regímenes autoritarios en nombre de una hipotética unidad de las “luchas revolucionarias”. Vincular nuestras aspiraciones a las perspectivas de un proyecto de Estado, asociando las pasiones anárquicas con sus pretensiones de dominación, es allanar el camino al patíbulo y cooperar con nuestros verdugos, poniéndonos la cuerda al cuello. Tenemos que construir nuestra propia ruta, avivando la ruptura y el conflicto cotidiano, enfrentando al poder y al Capital a escala mundial; conscientes que nuestra lucha no reconoce fronteras. Nuestro único compromiso es con la Anarquía, no con otras corrientes, no con los que gobiernan o pretenden gobernar mañana en nombre de la Revolución, del Socialismo o el Comunismo. Debemos ponernos en contacto con aquellxs compañerxs que están experimentando formas de ataques al poder, para actuar en solidaridad con ellxs, sin distinciones con los regímenes que prevalecen hoy o los que puedan sucederles.
En este sentido, me viene a la memoria el ataque incendiario que realizó recientemente (24-3-2021) un grupo de compañerxs en Malmo, Suecia, contra un centro comercial de la trasnacional IKEA, en solidaridad con nuestrxs compañerxs represaliadxs en Bielorrusia; considerando que esta empresa capitalista coopera con la dictadura de Lukashenko. Y me pregunto ¿cuantos trust capitalistas comercian impunemente con la dictadura cubana y, se hinchan de dólares haciendo negocio con los generales cubanos, aprovechando las ventajas que brinda el paraíso revolucionario que no permite sindicatos independientes y la huelga está proscripta desde hace seis décadas? ¿acaso no tienen sus sedes y/o sucursales en otras latitudes donde gozamos de amplia presencia? Justo por estos días, leí en páginas afines sobre un ataque incendiario contra la embajada de la dictadura en París. Definitivamente, la solidaridad es mucho más que palabras y se expresa de mil maneras prácticas.
AI: ¿Quisieras agregar algo más?
Es inadmisible agregar algo después de esta telenovela historiográfica, a la que además, he añadido amplias Notas. Fueron preguntas concisas pero exigían respuestas extensas. Por mucho que traté de resumir, era imposible. Contestar estas preguntas requiere un análisis mucho más profundo que lo que se puede aportar en el marco de una entrevista. Sin embargo, cualquier cabo suelto facilitaría la distorsión de mis palabras, alimentando la gramática oficialista. De hecho, estoy convencido que no faltarán los sempiternos ataques y las calumnias de siempre, porque no es que los defensores de la dictadura desconozcan los hechos sino que no quieren que se divulgue su ignominia. Aspiran a seguir canalizando todas las energías rebeldes e insurreccionales en torno a la hipotética “unidad de las luchas”, para imponernos por, enésima ocasión, la “Ley y el Orden” en nombre de la Revolución Social o el Estado Obrero, consolidando la dominación de la izquierda del Capital. Solo me resta agradecerle a Anarquía Info por este espacio y felicitarles por el cuestionario.
Planeta Tierra, a 25 de julio de 2021.
1. Todo el acomodo histórico que ha hecho la dictadura está “certificado” desde 1987 por el Instituto de Historia de Cuba. Institución establecida tras la fusión de diferentes organismos político-ideológicos que le antecedieron: el Departamento de Historia de Cuba del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de Cuba (1962); el Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista (1972) y, el Centro de Estudios de Historia Militar.
2. “…he militado en un solo Partido político cubano, y es el que fundó Eduardo Chibás, ¿Qué moral tiene, en cambio, el Señor Batista para hablar de comunismo si fue candidato Presidencial del Partido Comunista en las elecciones de 1940, si sus pasquines electorales se cobijaron bajo la hoz y el martillo, si por ahí andan sus fotos junto a Blas Roca y Lázaro Peña, si media docena de sus actuales Ministros y colaboradores de confianza fueron miembros destacados del Partido Comunista?”; Castro, Fidel, “¡Basta ya de mentiras!”, en Revista Bohemia, Año 48-Núm. 29, julio 15 de 1956, La Habana, pp. 63-84 Disponible en https://dloc.com/UF00029010/02676 El Che Guevara, años después describiría a Fidel en una carta a Ernesto Sábato, como “un aspirante a diputado por un partido burgués, tan burgués y tan respetable como podía ser el partido Radical en la Argentina; que seguía las huellas de un líder desaparecido, Eduardo Chibás, de unas características que pudiéramos hallar parecidas a las del mismo Yrigoyen […] por sobre todas las cosas, es el aglutinante por excelencia, el conductor indiscutido que suprime todas las divergencias y destruye con su desaprobación. Utilizando muchas veces, desafiando otras, por dinero o ambición, es temido siempre por sus adversarios.” En: Constenla, Julia, Sábato, el hombre. La biografía definitiva, Editorial Sudamérica, Buenos Aires, 2011.
3. En el mes de junio de 1952, Fidel Castro contendió como candidato a la Cámara de Representantes del Congreso de Cuba, por una circunscripción de la provincia de La Habana, pero el golpe de Estado de Batista derrocó al gobierno de Carlos Prío Socarrás y anuló las elecciones. El golpe —reconocido por el gobierno estadounidense— provocó la desazón de Castro, que utilizaría sus contactos con la Juventud del Partido Ortodoxo para aglutinar a un grupo de jóvenes para el asalto al Cuartel Moncada.
4. Haciendo gala de su talante oportunista, los leninistas del Partido Socialista Popular (PSP), celebraron la creación de lo que denominaron “frente unido” contra Batista —su antiguo candidato presidencial y mecenas— y dieron su “total respaldo” a un “gobierno de unidad nacional”, donde pretendían participar ante la debacle de la dictadura, a pesar de su triste pasado, al lado de la dictadura de Machado (el “error de agosto de 1933”) y su alianza con Batista (1934-1944). Justo en ese período, con apoyo de las porras paramilitares (de Machado primero y, Batista después) se dedicaron a asesinar anarquistas, anarcosindicalistas y trotskistas.
5. “Manifiesto a la Opinión Pública”, Partido del Pueblo Libre, 30 de junio de 1958.
6. Después de la fallida revolución nacionalista de 1933 y la llegada al poder del gobierno ultra nacionalista de Grau-Guiteras (el “gobierno de los cien días” en 1934), comenzaron a cobrar fuerza las ideas fascistas que llegaban de Europa. El arraigo de la ideología nazi-fascista sería aún más prominente durante la presidencia del coronel Federico Laredo Brú (1936-1940), con la implementación del corporativismo, la creación del Instituto Cívico-Militar y, la imposición del Decreto 55 (enero de 1939) y el Decreto 937 (mayo del mismo año) que prohibían la entrada de inmigrantes. Laredo Brú, se daría a la tarea de la organización de una asamblea constituyente para una nueva Carta Magna que defendía sin tapujos “una Cuba para los cubanos” (Constitución de 1940), haciendo alarde de sus ideales xenófobos. A finales de la década de 1930, le otorgaría sin remordimientos la Orden al Mérito a los ministros nazis Joaquín von Ribbentrop y V. von Bulow Schwant. En ese contexto, se crearían varias organizaciones y partidos de filiación nacionalsocialista, destacando el Partido Nazi de Cuba (octubre de 1938) y el Partido Nacional Fascista (fundado ese mismo año). Por esas fechas, quedarían registradas la Legión Nacional Revolucionaria Sindicalista; la Legión Estudiantil de Cuba; la Falange Cubana (Partido Falange Española de Cuba, fundado en junio de 1936) y; el Fondo de la Campaña de Invierno. En este tenor, se editaron infinidad de panfletos y “órganos de difusión”. La propaganda nazi y las campañas antisemitas —por la “cubanización” y en “defensa de los intereses nativos” ante la invasión de la “basura humana”, los “mercaderes echados del templo” y de “la entidad yanqui-judía”, que anunciaba un futuro donde “sufriremos entonces las consecuencias de un capitalismo de nuevo cuño que no habla nuestro idioma, ni cree en nuestro Dios, ni siente nuestras inquietudes”— llegó a difundirse en programas radiales y diarios de amplia circulación (Diario de la Marina, Diario La Discusión, el periódico Alerta, diario El Avance criollo y la revista Sí). La Iglesia Católica también jugaría un papel determinante en apoyo a los fascistas españolistas, defendiendo la sublevación franquista desde el púlpito y a través de la enseñanza en las escuelas católicas, cuyos profesores eran mayormente monjas y sacerdotes españoles de filiación franquista que habían migrado a Cuba huyendo “del terror anarquista”. Gran parte de la burguesía cubana y española residente en la Isla, enviaba a sus hijxs a “formarse” en esos centros de educación religiosa, razón por la cual muchos de ellos se identificaron con esta vertiente ideológica. Tal sería la historia de Fidel Castro Ruz, a quién su padre (un hacendado gallego simpatizante de Franco), matricularía en 1943, a la edad de 16 años, en el Real Colegio de Belén (institución jesuita, fundada en 1854 por la Reina Isabel II), tras haber cursado sus estudios primarios en La Salle (1935) y Dolores (1938). A pesar de tales coincidencias, quizá fue producto de la causalidad que Fidel, en su alegato (“La historia me absolverá”) tras el malogrado asalto al cuartel Moncada, pronunciara un discurso muy similar al que emitiera Hitler en su defensa, por el fallido golpe de Estado de noviembre de 1923 (Beer Putsch Hall): “Pronúnciennos culpables mil veces, que la diosa de la corte eterna de la historia sonreirá y romperá en pedazos las decisiones del fiscal del estado y el veredicto de la corte, porque nos absolverá.» Sin duda, también fue el azar lo que lo motivó a llamarle “gusanos” (würmer) a sus opositores, tal como hiciera Hitler un par de décadas antes. O contratar ex militares de las Waffen-SS y ex paracidistas nazis en 1962 (en plena “Crisis de los misiles”), como asesores e instructores militares de sus recién creadas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Como fue casualidad que estuviera en contacto con una red de nazis traficantes de armas encabezada por Otto Ernst Remer, a quien le ordenara la compra de miles de fusiles-ametralladoras de fabricación belga. O, que acordara con Franco la compra de autobuses Pegaso para el transporte público en sustitución de los General Motors yanquis. O usted qué opina.
7. Claro está, hay quienes especulan de manera diletante que el nacionalsocialismo de Perón era (y es) de “izquierda”. Desde luego, cada vez es más evidente la necesidad de preguntarse qué carajo es la “izquierda”.
8. Manifiesto del Comité Nacional del Partido Socialista Popular, 28 de junio de 1958; firmado por Juan Marinello y Blas Roca.
9. Informe de la Conferencia Nacional Libertaria, Consejo Nacional de la Asociación Libertaria de Cuba, Campo Florido, 24 de abril de 1955.
10. El estrepitoso fracaso de la “huelga general” de abril de 1958 emplazada por el MR-26-7, es una demostración fehaciente del distanciamiento de esta organización político-militar con el “movimiento obrero”. Los sindicatos habían estado bajo control de los estalinistas desde agosto de 1933 (con el asalto a la CNOC en contubernio con Machado). Su poder se reforzó en 1939 con el obsequio del general Batista de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), imponiendo a Lázaro Peña como secretario general y, continuaría su injerencia en el “movimiento obrero” hasta 1947. Fecha en que comenzaría el imparable declive del Partido Socialista Popular (PSP), perdiendo la dirección de la mayoría de los sindicatos. Por esos años también perderían más de la mitad de su militancia. Después, los trotskos tomarían la batuta a través de la Comisión Obrera del Partido Revolucionario Cubano-Auténtico, llegando a ocupar puestos en los principales sindicatos de la mano de Eusebio Mujal y, tras el nuevo golpe militar (el 10 de marzo de 1952) se pasarían con Batista. Vale destacar, que el PSP (estalinistas), en su Manifiesto del 12 de abril de 1958, condenó enérgicamente el “llamamiento unilateral” a huelga convocado por el MR-26-7 para el 6 de abril de 1958.
11. “Un día hice una crítica —y creo que fue una crítica bien hecha— contra aquel señor demagogo que califiqué de anarcoloco, porque en realidad no era otra cosa, que un buen día, por politiquería, en aquellos días en que había una serie de corrientes, que había gentes que adoptaban medidas de tipo puramente demagógicas, que impensadamente y sin consultar con nadie, decidió un problema como fue el problema de la equiparación de salarios de la construcción del interior con los de la capital, sin tener en cuenta la repercusión tremenda que eso iba a tener en la agricultura y en el desplazamiento de la fuerza de trabajo de la agricultura a la construcción. Y precisamente, aquellos días en que la Revolución había iniciado una serie de obras para dar empleo, como uno de los tantos medios para acabar con el desempleo antes de que la agricultura adquiriera un desarrollo mayor.” Discurso del dictador Fidel Castro, 30 de junio de 1963. Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1963/esp/f300663e.html
12. Cuando Fidel Castro promulgó el carácter marxista-leninista de su gobierno, fueron expulsados del país numerosos pastores, curas y monjas, de la misma manera que lo había hecho Franco con el sector de la Iglesia que consideró “opositor”. En 1963, todos los colegios religiosos (católicos, protestantes y judíos) fueron nacionalizados, quedando prohibida la educación religiosa. En 1965, se consolidó el Partido Comunista de Cuba como fuerza política hegemónica, forzando la “integración” de todas las corrientes que habían intervenido en la lucha insurreccional contra Batista en la única institución política permitida, bajo la concepción leninista de la construcción del socialismo como objetivo central. De tal suerte, impuso en sus Estatutos la prioridad de erradicar “el oscurantismo religioso”, lo que se tradujo inmediatamente como la exclución de “creyentes” en todas las actividades político-sociales. Tales medidas no solo impedian su militancia en el Partido sino exigían su expulsión de ciertas funciones estatales (magisterio, por ejemplo) y el acceso a estudios universitarios, entre otras. Esta normativa institucional contra “lxs creyentes”, incluía a todos los “cultos”, lo que comprendía las religiones afrocubanas, las que fueron combatidas con particular saña (destacando la persecución e infiltración en los plantes Abakuá). Fue entonces que implementaron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción; más conocidas por sus siglas UMAP(1965-1968), eufemismo que disfrazaba los campos de trabajo forzado, donde se recluía a religiosos, lumpen proletarios y homosexuales, entre otros. En 1991, en medio de una severa crisis económica, que se denominó “período especial” —tras el desplome de la Unión Soviética—, la dictadura redujo la coerción sobre las religiones y el Partido (único) reculó, aceptando la militancia de “creyentes” en sus filas. En un intento por apalear la crisis, impulsaron entonces la “reactivación religiosa”, permitiendo una mayor presencia de las religiones en la sociedad cubana y la “asistencia social” a través de donaciones de ayuda humanitaria para escuelas, hospitales, asilos de ancianxs y obras sociales; además de participar en proyectos de desarrollo social y económico; haciendo gala del histórico oportunismo bolchevique.
13. Calificativo despectivo con que denominaban a lxs bolcheviques —desde comienzos del siglo XX— los ekobios Abakuá; como resultante de las influencias y cercanías con el anarquismo criollo.
14. Discurso pronunciado por el dictador en la apertura del X Congreso de la CTC, el 18 de noviembre de 1959. Disponible en: http://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-en-la-apertura-del-x-congreso-de-la-ctc
15. Líder del movimiento estudiantil, militante del MR-26-7 y, responsable de la planta de radio clandestina de esta organización. Detenido y torturado en dos ocasiones durante la lucha contra la dictadura batistiana, se vio obligado a exilarse en Venezuela hasta el triunfo de lxs revolucionarixs. En 1961, fue acusado por el nuevo régimen de “conspiración contra el Estado” y condenado a 10 años de prisión; una vez preso, se le prolongó la sentencia con dos cargos adicionales. Murió el 25 de mayo de 1972, a los 41 años de edad, tras una prolongada huelga de hambre (53 días) en la prisión del castillo del Príncipe en La Habana.
16. Asaltante del cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, hecho prisionero junto a Fidel, con quien compartió cárcel en la Prisión Modelo de Isla de Pinos. Miembro fundador del MR-26-7 y, organizador y participante de la expedición del yate Granma (junto a Fidel, Raúl y el Che). Al triunfo de la Revolución se encontraba preso en las cárceles de Batista, por ser el responsable de “acción y sabotaje” en la provincia de La Habana. Una vez liberado colabora en el alto mando revolucionario. Es detenido a finales de 1960 por órdenes directas de Fidel y condenado por el cargo de “conspirar de palabra” contra el dictador, siendo condenado a 30 años de prisión.
17. Hijo del doctor Carlos Gutiérrez Zabaleta, mayor del Ejército Popular Republicano durante la Guerra Civil española. Fue guerrillero urbano del Directorio Revolucionario (DR) desde los 21 años de edad. Participó junto a sus hermanos en el fallido asalto a Palacio presidencial el 13 de marzo de 1957, donde cayó en combate su hermano Carlos. Fue jefe de “acción y sabotaje” por el DR en la provincia de La Habana. En noviembre de 1957, acepta la comandancia del Frente Nacional (Escambray) e inicia en Banao, provincia de Las Villas, la guerrilla rural contra Batista. Tras la huida de Batista, sus tropas son las primeras en llegar a La Habana, reconociendo el triunfo de Fidel. Al constatar el giro estalinista de la Revolución a finales de 1959, se enfrentó al Che y a Raúl e, inmediatamente después, intentó reorganizar su grupo guerrillero en el Escambray, esta vez para derrocar a Castro. En 1961 huyó a Estados Unidos, siendo detenido en Texas seis meses. Para 1963, estableció una base en una de las islas de Bahamas desde donde comenzó a operar contra el gobierno cubano, siendo apresado nuevamente por las autoridades norteamericanas. En diciembre de 1964, encabezó un desembarco en Baracoa, Cuba; después de un mes de resistencia en la región, fue capturado por el ejército y condenado a muerte en un juicio sumarísimo que duró 30 minutos. Le conmutaron la pena a 30 años de prisión a cambio de un “mea culpa” televisado. En 1970, recibió una condena adicional de 25 años por “conspirar desde prisión”. El 20 de diciembre de 1986, fue excarcelado por presiones internacionales, tras 22 años de prisión y deportado a España. A mediados de 1995 viajó a La Habana para reunirse con Fidel en busca de “la reconciliación y una transición pacifica del régimen”; por lo que fue tildado de traidor por el exilio cubano. Murió en La Habana, el 26 de octubre de 2012, después de su infructuoso intento de “apertura política”.
18. En julio de 1953, participó en el asalto al cuartel Moncada junto a Fidel, con quién cumplió condena en la Isla de Pinos; después de caer gravemente herido en combate. Una vez excarcelado, marchó al exilio en México, donde participaría en los preparativos del yate Granma. Era el número 83 de la lista de expedicionarios pero no pudo embarcarse debido a su precario estado de salud. A finales de 1957, regresaría clandestinamente a Cuba y se incorporaría a la lucha contra Batista. Después del triunfo revolucionario, fue designado embajador de Cuba en Bruselas hasta 1966. Sus posiciones críticas a la dictadura le costaron el cargo diplomático, siendo enjuiciado y condenado a 10 años de prisión, de los cuales cumplió 3, tras una larga huelga de hambre que lo puso al borde de la muerte. Años después, volvería a ser encarcelado por intento de “salida ilegal del país” y condenado a 8 años de prisión. Cumplió la condena completa a pesar de su deteriorada salud y de ser el preso de mayor edad en las cárceles cubanas. Falleció en La Habana, el 8 de agosto de 2006, a la edad de 79 años.
19. En una Adenda a su sentencia, se ordena “en cuanto a su obra, destrúyase por el fuego.”