Después de media noche…
El día 20 de diciembre de 2016, aproximadamente a las dos de la mañana colocamos un artefacto explosivo en las instalaciones del Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México, ubicado en José María Izazaga 148, colonia centro, que detonó con éxito, causando severos daños en la entrada del edificio. Lo hicimos simplemente porque se nos dio la gana.
I. Los caminos de la vida no son lo que yo creía…
Un entramado de dominación multifactorial disecciona a diario el cuerpo de las mujeres. Mas nosotras nos preguntamos ¿cómo es posible que teniendo ese bisturí social encima, algunas mujeres —la mayoría—, decidan aceptarlo dócilmente y a veces hasta parezca que lo desean?
Hemos escuchado por doquier discursos en bocas femeninas jactándose de ‘los avances’ en la búsqueda de ‘la igualdad sexual’… pero vemos al tiempo las iglesias repletas de mujeres arrodilladas ofreciéndose dócilmente.
Tenemos noticia de grandes manifestaciones en contra de la violencia hacia las mujeres… pero vemos los juzgados llenos de mujeres dispuestas a dejar su voluntad y su destino en manos de seres despreciables a los que aceptan como superiores, ¿y qué puede ser más violento que la sujeción —y la auto sujeción— de la voluntad humana?
Nos duele tanto la crueldad feminicida que se cierne sobre nosotras y nuestras hermanas, hijas, primas, tías, amigas, parejas, madres… pero vemos al tiempo los congresos y ‘movimientos feministas’ pugnando por hacer más leyes, crear más tipos penales, producir más acuerdos con el estado ¡cuando es precisamente la existencia de las leyes y del sistema de dominación de representación jerárquica estatal el escenario sine qua non de esa violencia!
Si a esa actitud de sumisión estas ‘feministas’ le llaman ‘emancipación’ pues entonces… habrá que emanciparse…de la emancipación emancipada. ¡Je!…
Seguramente habrá buenas compañeras que genuinamente piensen que mediante la creación de leyes e instituciones para las mujeres es posible lograr un cambio en nuestra condición de sujeción patriarcal, pero nosotras pensamos que las leyes están hechas más bien para perpetuar este estado de cosas porque le arrebata a las mujeres el poder de decidir por sí mismas su destino, convenciéndolas de ceder sus vidas para que otros las dirijan.
Hermanas: ¡No se sometan a esos seres despreciables que usan sus cuerpos y les dicen cómo sentir, cómo pensar y cómo hacer!
¿Es que, cómo podría una ley cambiar la realidad de dominación si las leyes son palabras, mientras que la dominación son relaciones sociales? Como vemos, nos jactamos de vivir en la era que dejó el pensamiento mágico atrás, pero vivimos revoloteando en un mundo de fantasías.
‘La religión’, ‘el estado’, ‘la ciencia’, ‘la mercancía’, ‘la razón’, ‘la humanidad’,‘la causa justa’: ficciones todas que someten la voluntad humana. Fetiches que se vuelven contra sus creadores. Frutos del miedo, la superstición y la violencia. Pero si sacáramos el fetiche podríamos ver que lo que hay somos nosotras y nuestros cuerpos, nuestra sensualidad, nuestras vidas hechas añicos y puestas para la reproducción de un sistema que sólo puede tener como resultado la condena al hambre, a la miseria,a la muerte, a la devastación.
II. Y ahora resulta…
Hay en el aire una tan falsa cuanto perversa idea que nos hace recordar los hipócritas debates del siglo pasado en lo que a la participación política de las mujeres se refiere. Y es que cobra fuerza la imagen de que la sola presencia de las mujeres en esa pirámide jerárquica que es el poder político bastará para purificarle de todo reducto patriarcal. Más aún, se pone en el imaginario social el disparate de que el hecho de que las curules o las sillas presidenciales o las salas de los tribunales sean ocupadas por mujeres basta para combatir las desiguales desigualdades, reducir la corrupta corrupción o impartir la justa justicia. ¡Que haya una candidata!, ¡Que haya juezas! ¡Que haya congresistas mujeres! gritan eufóricos los hipócritas, los desprevenidos y los cómplices.
Por supuesto, nadie podría aceptar la estupidez de pensar que las mujeres estemos menos capacitadas intelectualmente que otros para realizar todas esas infames labores, pero esa es precisamente la cuestión.
La presencia de las mujeres en el poder político no puede por sí misma hacer el más mínimo cambio en el composición del sistema de desigualdades sociales por la sencilla razón de que la sociedad misma en la que nos ha sido impuesto vivir está basada precisamente en esas desigualdades. Así,la sociedad misma es corrupta e injusta, y sin esos caracteres la sociedad dejaría de existir. ¿O cómo podría sino sobre la base de la desigualdad sobrevivir una sociedad basada en el robo de la vitalidad ajena?
Nuestros argumentos se prueban con sólo echar una breve mirada al pasado. Desde mediados del siglo pasado tenemos las mujeres en México el ‘derecho al voto’ y las curules y los juzgados e importantes puestos en la repartición del poder político han ido siendo ocupados por mujeres. Y, ¿acaso de este hecho se deduce en algún tipo de mejora para nuestra penosa situación de sometimiento, violencia, hambre y miseria? Antes bien, pareciera que esas mujeres, apenas llegan a esos ignominiosos sitios y cual si hubieran tomado un venenoso brebaje, se muestran indiferentes ante nuestra terrible situación e incluso no dudan en mostrarse abiertamente antagonistas, mirándonos con desdén desde su privilegiado sitio.
¿Qué compromiso con nuestra situación podemos esperar de unas señoras que gastan en un día lo que nosotras ganamos con nuestro miserable salario en un año? ¿Cómo podemos seguir pensando que es mediante el voto, las elecciones (ya sea elegir o ser elegida), las instituciones estatales, o la religión que encontraremos un remedio a los males que nos aquejan?
Y todavía nos dicen que debemos ‘luchar por tener igual salario que los hombres’. Nadie dice que no seamos tan laboriosas como nuestros compañeros hombres, y que no debamos luchar por disolver la desigual división sexual de las labores. Pero, ¿no deberíamos enfocar nuestros esfuerzos, junto con nuestros compañeros, en abolir el trabajo y no en perpetuarlo?¡Es mediante el trabajo que opera el robo de nuestras vidas¡ ¿Para qué luchar por mantener nuestra explotación laboral?
III. La primera por coraje, la segunda por capricho, la tercera por placer
Y una más. Mientras exista en nuestro ideario el principio de autoridad jerárquica existirá la desigualdad. Y el poder político es el mero mole organizador del principio de autoridad. Entonces NO hay ahí ninguna salida o llegada posible. Pero… por ahí ya escuchamos que andan considerando mandar a una mujer indígena como carne de cañón para las bestias del poder. Y ahí está otra vez el desprecio hacia las mujeres, tratándonos como si fuéramos un apéndice de algo o de alguien,…ahí van otra vez a usar nuestros cuerpos como sus trapos para fregar el piso.
IV. No nos despedimos, acá seguiremos
Esperamos que las feministas ‘buenas y bonitas’ no nos tilden de antifeministas y quieran lanzarnos a la hoguera, aunque seguramente no faltará la que sí. Después de todo, existe la creencia de que ser feminista significa pintar una bonita pancarta con una leyenda que diga: ‘di no a la violencia y sométete a las instituciones’. Como si las instituciones no fueran las organizadoras estrella de la violencia. Nosotras nunca seremos dóciles. Nosotras estamos por la acción directa y la insurrección. Váyanse ustedes a seguirse arrodillando ante sus opresores si gustan. Sigan cómplices lamiendo su propio grillete. Pero estén seguras de que por lo que a nosotras respecta, nuestro ataque directo a sus instituciones feministas burguesas continuará…
Esperamos también que no nos tilden de racistas. Vale decir que algunas de nosotras somos indígenas también. Pero a ninguna de nosotras se nos ocurriría servir de alfombra para ninguna organización, y antes al contrario… escupimos encima de toda organización y en toda pretensión de dominio de nuestros cuerpos. No somos objetos de nadie, No someteremos nuestros intelectos y nuestros cuerpos para cumplir los deseos de nadie.
¡MUERTE AL ESTADO, QUE VIVA LA ANARQUÍA!
¡NI DIOS, NI ESTADO, NI MARIDO, NI PATRÓN!
A TODXS LXS COMPAÑERXS SECUESTRADXS EN LAS PRISIONES, ¡FUERZA!
MÓNICA CABALLERO Y FRANCISCO SOLAR, ¡FUERZA!
A LOS COMPAÑEROS EN KORIDALLOS, ¡FUERZA!
SALVADOR OLMOS, IN MEMORIAM.
Por la Célula de Difusión del Comando Feminista Informal de Acción Antiautoritaria
Ana, ‘la mariposa negra’