UNA ENTREVISTA CON LA EX MIEMBRO DE DIRECT ACTION (ACCIÓN DIRECTA) Y EX PRESA ANN HANSEN
Ann Hansen fue encarcelada en 1983 por su participación en el grupo de guerrilla urbana Direct Action (Acción Directa). Es autora de Direct Action: Memoirs of an Urban Guerilla y Taking the Rap: Women Doing Time for Society’s Crimes. Escribió la introducción del libro de Margrit Schiller Remembering the Armed Struggle: My Time with the Red Army Faction, de Margrit Schiller. Esta entrevista se realizó en el verano de 2021.
¿Cómo le gustaría presentarse?
Soy una mujer anarquista de 67 años, blanca y de género cis, en libertad condicional de por vida tras haber sido condenada por una serie de acciones en 1984 junto con algunxs miembros del grupo de guerrilla urbana Direct Action. Desde que salí de la cárcel, llevo casi 25 años viviendo en una pequeña granja que tengo cerca de Odessa, al oeste de Kingston, Ontario. Participo activamente en el Colectivo Conmemorativo de la Prisión de Mujeres (P4W), que ha luchado por la creación de un Jardín Conmemorativo en el emplazamiento de la ahora cerrada Prisión de Mujeres, y de una Galería en la que se puedan ver las obras de arte y los escritos de las mujeres, con el fin de dar un contexto a sus vidas y muertes.
También debo añadir que mis condiciones de libertad condicional tienen un impacto directo en mi activismo político. En 2012, mi libertad condicional fue suspendida por no informar a mi agente de libertad condicional sobre una documental del Día de la Justicia para lxs Presxs (P.J.D.) que proyecté en la biblioteca pública de Kingston junto con un abogado que expuso nuestros derechos civiles en el contexto de grandes acciones de desobediencia civil. La Junta de Libertad Condicional me restableció la libertad condicional, pero sólo después de añadir una nueva condición de libertad condicional en la que debo «notificar» a mi agente de libertad condicional sobre cualquier actividad política en la que participe, como asistir a eventos, hablar en público, escribir, etc. Aunque la palabra es «notificar» en lugar de «aprobar», podrían revocar mi libertad por cualquier cosa. Esto parece chocante para lxs activistas, pero cualquier presx que haya estado en libertad condicional sabe que te la pueden revocar por cualquier cosa, en cualquier momento. Es muy común que te suspendan por cosas oscuras como «deterioro del comportamiento» o «tener una mala actitud», especialmente si no eres una presa política. Lxs presxs políticxs suelen tener cierto apoyo de la comunidad y un abogado radical, por lo que las suspensiones de la libertad condicional es más probables quede expuesta ante la opinión pública y, por tanto, lxs funcionarixs de la libertad condicional y la Junta de Libertad Condicional son más responsables. Lxs «presxs sociales», en cambio, suelen ser invisibles y es menos probable que tengan representación legal, por lo que lxs funcionarixs de libertad condicional se sienten menos limitadxs a la hora de suspenderlxs por razones ridículas.
Cada vez que oigo a la gente expresar su asombro por las restricciones impuestas a lxs presxs políticxs en países como China y Rusia, sonrío cínicamente, porque las condiciones para lxs presxs y las personas en libertad condicional no son mucho mejores en Europa y Norteamérica. Traigo esto a colación porque esta condición particular de la libertad condicional tiene un gran impacto en lo que puedo hacer o decir. En la biblioteca pública de Kingston en 2012, mi decisión de mostrar un documental de P.J.D. en el mismo evento en que el abogado que explicaba los derechos de lxs ciudadanxs durante las acciones de desobediencia civil, fue interpretada por mi oficial de libertad condicional como consecuencia de que estaba «volviendo a un patrón de comportamiento similar al que me llevó a mi «delito índice»».
Es muy importante señalar que esta condición se aplica a muchxs presxs que no son políticxs, aunque no sea una condición real de su libertad condicional. A muchxs presxs se les advierte de que si empiezan a hablar o escribir sobre sus experiencias en libertad condicional o incluso en prisión, se les revocará. Así que también es muy importante que nuestro activismo se extienda a todxs lxs presxs, tanto si han sido detenidxs por las llamadas acciones políticas como si han cometido un delito que no se consideran político. Me extenderé sobre esto más adelante.
El efecto de este tipo de condiciones es hacer que lxs presxs se autocensuren tanto en sus palabras como en sus actos. Cada vez que me comprometo políticamente me encuentro preguntándome inconscientemente «¿Vale la pena que esta acción o artículo me revoque la libertad condicional y posiblemente me lleve años y años dentro?» Muchas personas a las que se les ha revocado la libertad condicional me han dicho que, sin un buen abogado, las probabilidades de que te liberen o te restablezcan son muy bajas. En mi caso, tuve el privilegio de que un buen abogado radical me ofreciera sus servicios pro bono, pero aun así Legal Aid me cobró 4.000 dólares porque tengo una casa. No me quejo de los 4.000 dólares que me cobró Legal Aid porque tengo el privilegio de ser incluso «dueña» de una casa, pero la cuestión sigue siendo que lxs abogadxs pro bono son difíciles de encontrar y que, sin unx, tus probabilidades de ser liberada después de la audiencia de libertad condicional son bajas.
Así que constantemente sopeso la conveniencia de escribir artículos políticos o participar en acciones políticas en relación con mi libertad. Mucha gente que nunca ha estado en libertad condicional, condena a las personas en libertad condicional por abandonar el activismo o por no ser lo suficientemente durxs, avergonzándolxs por ser «vendidxs». Les desafío a que se imaginen arriesgando su casa, su familia y su vida sólo para asistir a una manifestación.
¿Cómo describiría su posicionamiento político?
Creo que las opiniones políticas de una persona se describen mejor a través de su sistema de valores que por alguna marca ideológica, como anarquismo, comunismo, capitalismo o socialismo. Cualquier país o individux puede decir que es «comunista» o «anarquista», pero en la práctica sigue siendo capitalista. Si el valor más importante que guía a un país o a un individuo es la acumulación de riqueza individual, entonces, tengan o no un Estado fuerte, no son comunistas ni anarquistas.
Me describiría estratégicamente como una revolucionaria anarquista que cree que las tácticas de reducción de daños son válidas para alcanzar nuestros ideales. Ya he utilizado la siguiente historia para explicar sucintamente por qué creo que la lucha por la mejora de las condiciones de las prisiones y de la libertad condicional es válida dentro de un contexto revolucionario. Si visitaras a alguien en la cárcel que lleva más de un año aisladx y te preguntara qué está haciendo tu grupo activista, y le dijeras que escribiendo panfletos o hablando en eventos sobre la necesidad de un cambio revolucionario, apostaría literalmente la granja a que lloraría por dentro o te gritaría directamente por no hacer algo para sacarle ya del «agujero». La mayoría de nosotrxs, especialmente lxs blancxs privilegiadxs, no tenemos ni idea de lo que es estar en una celda de aislamiento de una prisión o en una unidad de tratamiento especial o incluso en la población penitenciaria general. No está fuera de lugar llamarlo «el infierno en la tierra». Lxs presxs se reirían o llorarían ante la idea de que deberían esperar la revolución para ser «libres», o incluso salir del aislamiento.
A mis 67 años, he desarrollado un cierto nivel de cinismo sobre la posibilidad de que se produzca la revolución, no sólo en mi vida, sino quizá en la de cualquiera, y por eso me parece cruel pedir a la mayoría de la población mundial que espere a la revolución si quiere que se alivie su sufrimiento. Necesitan comida, agua potable, refugio, su tierra y libertad ahora, no sobre un papel o en sueños, sino ahora mismo. Esta filosofía de reducción de daños se originó en las comunidades de consumidores de drogas, donde lxs activistas se dieron cuenta de que la filosofía de «todo o nada» no iba a funcionar para mucha gente, así que ¿por qué no conseguirles agujas limpias y medicamentos de mantenimiento como la metadona, herramientas y prácticas para minimizar los riesgos y reducir los daños? Al reducir la miseria y la desesperación en nuestras comunidades, estas prácticas también benefician a las personas que no consumen drogas criminalizadas.
En su introducción a la nueva traducción al inglés de la época de Margrit Schiller en Rote Armee Fraktion (Fracción del Ejército Rojo – R.A.F. – grupo de guerrilla urbana alemana), usted traza cómo las condiciones excepcionales diseñadas para doblegar a lxs presxs políticxs en la década de 1970 (encierro de 23 horas, aislamiento, vigilancia constante por vídeo, etc.) se convirtieron en características habituales del sistema penitenciario actual. ¿Puede hablar un poco de esto? ¿Por qué cree que esto ha sucedido?
El capitalismo es muy resistente y adaptable. En los últimos 500 años, el capitalismo ha evolucionado hasta convertirse en el sistema económico mundial dominante, distinguiéndose de otros modelos económicos por sus valores arraigados en el materialismo, las estructuras de poder jerárquicas y la competencia. Históricamente, el capitalismo ha resistido muchas tormentas: las revoluciones comunistas en Rusia, China y Cuba, por no hablar de varios movimientos y asedios de liberación nacional . Aunque las revoluciones comunistas de Rusia, China y Cuba se guiaron por ideales comunistas al principio, pronto se atascaron en el fango de la codicia durante la fase de «dictadura del proletariado» de la revolución. Pronto estos incipientes países «comunistas» sustituyeron las corporaciones privadas por corporaciones estatales, y reemplazaron las poderosas élites dirigentes de las corporaciones privadas por la vanguardia del Partido Comunista y lxs burócratas del Estado. Estas corporaciones estatales y su vanguardia comunista evolucionaron rápidamente hacia una variedad diferente de capitalismo, comúnmente conocido como capitalismo de Estado.
Históricamente, el capitalismo ha seguido adaptándose a las condiciones sociales cambiantes. Así, cuando el Estado introdujo el aislamiento, la privación sensorial, la vigilancia intensiva, la «terapia» con drogas y otras técnicas psicológicas para doblegar a lxs presxs políticxs, no tardó en replicar estas técnicas para doblegar a cualquier presx que se resistiera, ya sea de pensamiento o de acción. Desde el cierre de la P4W (Prisión para Mujeres), estas técnicas psicológicas para romper la identidad de una persona son muy evidentes en las «nuevas» prisiones federales para mujeres.
La P4W fue la única prisión para mujeres en Canadá desde 1934 hasta 2000. Cuando se cerró en el año 2000, se abrieron seis nuevas prisiones federales para mujeres, supuestamente para crear unas condiciones penitenciarias más centradas en las mujeres y lxs indígenas, y que ofrecieran más formación profesional y educación. En todo caso, desde el cierre de la P4W, las condiciones de las prisiones se han deteriorado y las oportunidades de capacitación laboral y educación han disminuido, mientras que el aparato de seguridad ha evolucionado y se ha vuelto mucho más sofisticado y omnipresente. Las modernas condiciones de seguridad represivas que en su día se aplicaron a lxs presxs políticxs en todo el mundo en los años 50, 60 y 70, se han convertido ahora en omnipresentes y se utilizan contra cualquier presx que se resista, sea o no políticamente ilustradx.
Por ejemplo, la unidad de segregación en P4W solo se separó de la gama principal mediante un corredor eléctrico / de plomería que se extiende a lo largo de todas las celdas en ambos lados del rango que facilitó la comunicación entre lxs presxs de la población segregada y general. Todo el día, a medida que las mujeres subieron y bajaban las escaleras de la zona principal de la población general hasta el nivel superior, gritarían a través de la grieta en una puerta de escape de incendios a las mujeres en segregación. Fue muy reconfortante para las mujeres en SEG para escuchar a las mujeres que les griten todo el día.
En las seis prisiones federales regionales para mujeres, las unidades de segregación se encuentran en las unidades de máxima seguridad, que son pequeños edificios separados con una capacidad máxima de aproximadamente 30 mujeres. Incluso dentro de las unidades de máxima seguridad, la zona de segregación suele estar aislada en la planta principal, separada por gruesos muros de hormigón de las celdas, de modo que es difícil incluso oír a las mujeres gritar, y mucho menos gritar a través de las puertas como hicimos en P4W.
En P4W había una pesada puerta de metal que se abría y cerraba electrónicamente, haciendo ruido en sus rieles metálicos cada vez que se abría o cerraba. Estas puertas se abrían a 100 celdas que formaban el campo A y B, incluyendo las celdas de segregación que formaban la mitad trasera del campo B. El ruido que producían las puertas metálicas al chocar con los topes de las mismas avisaba a las mujeres de que se acercaba un guardia, o incluso un comerciante, al campo de tiro. Ni siquiera había un sistema de intercomunicación en las celdas, sólo en la nueva adición de desarrollo social que se construyó durante un período progresista en los años 70, cuando los gobiernos adoptaron la educación y la capacitación laboral en un intento de reducir la tasa de reincidencia.
No había absolutamente ninguna vigilancia de audio-vídeo como la que hay hoy en día en las unidades de máxima seguridad, donde 2 cámaras redondas con forma de ojo azulado graban todo lo que hay en un radio de 360 grados, en cada extremo de un pasillo de aproximadamente 80 pies de largo por 30 pies de ancho. Las unidades de máxima seguridad constan de 3 módulos una unidad de segregación. Cada módulo es lo suficientemente largo para 5 celdas, una celda de baño/ducha y una unidad de lavandería/secadora, y lo suficientemente ancho para un pasillo de 3 pies delante de las celdas y otros 20 pies en los que sillas, una televisión, armarios de cocina, una nevera y un fregadero flanquean las paredes.
Las unidades de máxima seguridad son por sí solas un ejemplo de cómo los elementos de seguridad mejorados, originalmente diseñados para controlar a lxs presxs políticxs, se utilizan ahora para atacar a cualquier presx que se resista o no se ajuste al régimen penitenciario. Cuando se inauguró Millhaven, el primer centro penitenciario de máxima seguridad de Canadá, en 1971, seguido por el «Centro de Desarrollo Correccional» de Quebec, los Servicios Correccionales de Canadá (C.S.C.) incorporaron una «unidad de manejo especial» (S.H.U.) en la que podían aislar de la población general a pequeños grupos de presxs que habían matado a un policía o a un guardia, o incluso a otrx presx, durante un periodo de tiempo indefinido. Con la excepción del movimiento nacionalista de Quebec, había muy poca resistencia organizada en Canadá en ese momento.
El C.S.C. no necesitaba ningún motivo para adoptar cualquier avance tecnológico que mejorara su capacidad de vigilar y controlar a lxs presxs de la población general. Así que cuando la vigilancia por audio-vídeo de 360 grados y 24 horas al día se hizo viable, el C.S.C. incorporó estos sistemas en todas sus prisiones, dando un giro siniestro al lema «constrúyelo y vendrán».
Las unidades de máxima seguridad de las cárceles de mujeres son, por su diseño y función, unidades de manejo especial, salvo que en lugar de estar reservadas para presas que han matado a policías, guardias u otras presas, se utilizan para recluir a cualquier presa que sea condenada en un tribunal institucional por cualquier cosa, desde tener una jeringuilla en su celda hasta pelearse. Las unidades de máxima seguridad también se utilizan para retener a mujeres condenadas por asesinato durante al menos 2 años, la mayoría de las cuales han matado a alguien que las maltrataba1 .
Cuando me suspendieron en 2012, me metieron en la unidad de máxima seguridad, aunque no había sido condenada en un tribunal institucional ni había asesinado a nadie. Me habían suspendido por proyectar una película del Día de la Justicia para lxs Presxs en la biblioteca pública junto con un abogado que daba una charla sobre los derechos civiles de una persona durante acciones de desobediencia civil masiva. Presenté una queja inmediatamente porque, evidentemente, era una forma de castigo en sí misma, teniendo en cuenta que llevaba en libertad desde aproximadamente 1992, tenía una pequeña granja y no realizaba ninguna actividad ilegal o peligrosa. Después de que la Junta de Libertad Condicional me restituyera la libertad condicional, y unos 3 meses después de haber presentado mi queja, me la devolvieron con una disculpa por el error burocrático de colocarme en la unidad de máxima seguridad.
Definitivamente me sorprendió el nivel de seguridad en esta unidad para un grupo de aproximadamente 20 mujeres separadas en 3 módulos, más una unidad de segregación. Prácticamente no había trabajo para las mujeres en máxima seguridad. Tenían que permanecer en la cápsula todo el día, excepto una hora de ejercicio en un patio del tamaño de una pista de tenis de dobles, y a las mujeres de las diferentes cápsulas nunca se les permitía hacer ejercicio ni tener ningún contacto entre ellas. Cuando llegas a la unidad de máxima seguridad, empiezas en el nivel de seguridad más alto, el 4, lo que significa que tienes que ir esposada y con grilletes, y acompañada por un guardia cada vez que sales del módulo. Si te conformas y te mantienes libre de cargos, tu nivel de seguridad puede bajar al nivel 3 al cabo de unos meses, momento en el que puedes salir de la cápsula esposado y sin grilletes en las piernas, pero todavía con un guardia a cuestas. El nivel 2 implica ser escoltado fuera de la celda con un guardia pero sin ataduras, y finalmente en el nivel 1 puedes salir de la unidad máxima sólo con un pase, sin guardia ni esposas. Es ridículo.
Usted también estuvo en la cárcel por actividad de guerrilla urbana, pero en Canadá en los años 80 y como miembro de una organización mucho más pequeña (Direct Action). ¿Cuáles fueron algunas de las similitudes y diferencias que notó entre la experiencia de Schiller y la suya, tanto en la clandestinidad como una vez encarcelada?
Como dices, nuestro grupo, Direct Action, era mucho más pequeño que Rote Armee Fraktion (R.A.F.). El movimiento revolucionario que impulsó Direct Action era también mucho más pequeño y no tan avanzado ideológicamente. Realmente sólo teníamos 2 células clandestinas en un momento dado, mientras que la R.A.F. era uno de los dos grupos de guerrilla urbana apoyados por un importante movimiento revolucionario en Alemania Occidental, y tanto el Movimiento 2 de Junio como la R.A.F. eran mucho más grandes que Direct Action. También hubo una importante actividad de guerrilla urbana en toda Europa durante los años 70 y 80, con las Brigadas Rojas en Italia, la Angry Brigade en Gran Bretaña, el I.R.A. en Irlanda y E.T.A., el grupo separatista vasco en España, por nombrar sólo algunos. Este importante número de grupos de guerrilla en toda Europa reflejaba el hecho de que la izquierda revolucionaria europea tenía un análisis y una práctica política mucho más sofisticados, lo que dio lugar a una gran izquierda extraparlamentaria que, metafóricamente, creó una importante masa de agua en la que los peces podían nadar.
Aquí en Canadá, el F.L.Q. había sido diezmado cuando se aplicó la Ley de Medidas de Guerra en 1970, tras el secuestro y asesinato del Ministro de Inmigración y Trabajo de Quebec, Pierre Laporte. El American Indian Movement – A.I.M. (Movimiento Indio Americano), que comenzó en Estados Unidos, sí influyó en los indígenas de Canadá, como quedó patente con la detención de Dino y Gary Butler en 1981 en un tiroteo con la policía en Vancouver. Dino Butler había participado directamente en la resistencia a la presencia del F.B.I. en la reserva de Pine Ridge, en Dakota del Sur, en el marco de la cual Leonard Peltier fue finalmente condenado por el asesinato de un agente del F.B.I..
Las mujeres involucradas en la red de simpatizantes de A.I.M. que acudieron desde Estados Unidos al juicio de Butler, se alojaron en nuestra casa colectiva de mujeres durante su juicio. Esta red incluía a John Trudell y a su esposa, que fueron increíblemente influyentes, en términos de nuestro crecimiento político y filosófico. A través de John Trudell nos dimos cuenta de que el objetivo más importante era proteger la Tierra y el Agua. Lxs simpatizantes indígenas de A.I.M. nunca se tomaron un descanso de la «política», sino que iniciaron una campaña, «Agua para la vida», que sigue siendo una pieza central de la lucha indígena hoy en día. Escuchábamos todo lo que decía John Trudell como si fuera Jesús, el hijo de Dios reencarnado. Cualquier política que desarrolláramos que enfatizara la importancia de la Madre Tierra estaba directamente relacionada con la influencia de lxs indígenas que se quedaron con nosotrxs en 1981.
Creo que la Direct Action también estuvo muy influenciada por la escena musical del punk rock anarquista que estaba activa en toda la costa oeste de Canadá y Estados Unidos. Gerry Hannah era el bajista y compositor de la banda de punk rock anarquista SubHumans, que tenía el segundo mayor número de seguidores en la escena del punk rock canadiense, sólo por detrás de D.O.A. Cuando conocimos a Julie Belmas, ella también era un músico con profundas raíces en la escena del punk rock anarquista.
La Rote Armee Fraktion tenía sus raíces en el marxismo-leninismo, una filosofía política más jerárquica y materialista que, en muchos sentidos, era la antítesis de la filosofía indígena espiritual y holística de la que surgió el Movimiento Indio Americano. Fieles a nuestras influencias anarquistas del punk rock y de la política, al menos a nivel teórico, aspirábamos a funcionar como un colectivo sin liderazgo oficial. Se supone que el liderazgo en los colectivos anarquistas se gana a través del respeto que la población de base ha otorgado naturalmente a quienes han tomado buenas decisiones. En otras palabras, si una persona demuestra que toma las mejores decisiones porque trabaja duro, escucha y aprende de otrxs que ya han demostrado su valía, sus ideas serán escuchadas con más seriedad y respeto que alguien que intenta ganarse un lugar de liderazgo a través de la intimidación y el miedo.
Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias en términos de anarquismo y marxismo, tanto Margrit Schiller como yo experimentamos las dinámicas patriarcales desenfrenadas que proliferaban en los movimientos radicales y revolucionarios de los años 60, 70 y 80. Este periodo representó el amanecer de la conciencia feminista en toda Europa Occidental y Norteamérica. Las críticas feministas a la dominación masculina y a los patrones de liderazgo jerárquico pueden encontrarse en la literatura de las Panteras Negras, la R.A.F., las Brigadas Rojas y el I.R.A., por nombrar sólo algunas, pero esto representó una conciencia creciente entre las mujeres más que un cambio en la práctica. Pasarían décadas antes de que estas críticas feministas se abrieran paso en la corriente principal y aún más antes de que las mujeres se ganaran realmente papeles de liderazgo por medio de una demografía ilustrada y feminista de base.
Había grandes diferencias en cuanto a las condiciones carcelarias que experimentamos Margrit Schiller y yo. La R.A.F. era claramente una organización más grande, más sofisticada y más amenazante para el Estado. El gobierno de Alemania Occidental diseñó y construyó una sala de juicios especial y celdas de detención para lxs prisionerxs de la guerrilla en Stammheim, mientras que nuestro juicio se celebró en una sala de juicios normal, pero con una mayor presencia policial de lo normal, y tanto lxs espectadores como lxs prisionerxs fueron sometidxs a rituales de vigilancia diaria más intensos cada vez que entrábamos o salíamos de la sala. Como ocurre con todas las cosas relacionadas con la seguridad y la vigilancia, una vez que los movimientos guerrilleros en Europa y Norteamérica se extinguieron, los nuevos regímenes represivos de vigilancia y seguridad no lo hicieron, sino que se adaptaron para controlar y vigilar a lxs presxs «sociales» que el régimen penitenciario ahora clasificaba o tildaba de «miembros de bandas» o «delincuentes organizados».
En sus memorias de 2018, que abarcan desde su detención en enero de 1983 hasta su suspensión de la libertad condicional (nuevo encarcelamiento) en 2012, menciona que entró como una joven revolucionaria en la década de 1980 con muchas nociones románticas sobre lxs presxs y sobre cómo comportarse en prisión. ¿Puede hablar un poco de cuáles eran esas ideas y cómo se ajustaban a la realidad?
Todavía recuerdo a lxs activistas que conocí en los años 70 diciendo que si iban a la cárcel, enseñarían y organizarían a lxs demás presxs para resistir al régimen penitenciario. Por la forma en que hablaban muchxs activistas, se notaba que no tenían ni idea de lo que era la mayoría de lxs presxs. No se daban cuenta de que la mayoría de lxs presxs se habían criado en el sistema de justicia penal, desde hogares de acogida cuando eran pequeñxs, donde a menudo sufrían abusos sexuales y/o físicos, hasta centros de detención de menores cuando eran adolescentes. El ochenta por ciento de todas las mujeres condenadas por el gobierno federal han sufrido abusos físicos y/o sexuales en su infancia, una estadística que se ha mantenido durante décadas. Así que definitivamente existe un vínculo estadístico entre la criminalización y el abuso en la infancia. Finalmente, estas adolescentes pasan a su destino final, la penitenciaría federal, donde sobrevivirán en un ciclo de puertas giratorias: un par de años en la «cárcel» y luego un par de años en «la calle».
Mucha gente asume que la gente que ha cumplido condena, o que tiene «experiencia vivida», es estúpida. Sí, «el 65% de las personas que ingresan en las cárceles tienen un nivel educativo inferior al octavo grado de alfabetización, y el 79% de las personas que ingresan en las cárceles canadienses no tienen el título de bachillerato2 , pero la escuela no es un reflejo de la capacidad intelectual de un individuo. Lo bien que le va a una persona en la escuela es más bien un reflejo de su capacidad para funcionar bien en un sistema de memorización y almacenamiento de información sentada en aulas escuchando conferencias durante largas horas cinco días a la semana, y luego quizás otro par de horas por las tardes leyendo y escribiendo. Las características que se prestan a las altas calificaciones son la capacidad de una persona para ser obediente y leal a las figuras de autoridad, especialmente las de los lugares de la llamada «enseñanza superior». La capacidad de ser sedentario durante muchas horas al día. La capacidad de retener información objetiva en grandes cantidades. Obviamente, esto no es lo mismo que la inteligencia.
La mayoría de lxs presxs tienen cualidades que compensan su falta de conocimientos en los libros de texto: resiliencia, adaptabilidad, capacidad de memoria a corto plazo, capacidad de compartimentar los traumas emocionales, determinación, valor y capacidad de percepción.
Sería un gran error entrar en cualquier prisión preventiva, provincial o federal y actuar como si fueras más inteligente o supieras más que el preso promedio, o intentar organizarlxs o incluso iniciar conversaciones como si lxs conocieras. Voy a hacer algunas generalizaciones, pero se basan en estadísticas que son ciertas para la gran mayoría de lxs presxs. Como he dicho antes, lxs presxs son más perceptivxs que la media de las personas: una habilidad de supervivencia que han perfeccionado en los centros de acogida, en las escuelas de formación y simplemente en la vida en la calle. Las personas que viven en entornos institucionales aprenden muy rápidamente que la supervivencia depende de la rapidez con la que puedan captar las señales tácitas o el lenguaje, y de cómo reaccionar ante las señales amenazantes. Se podría escribir un libro entero sobre este tema. Pero su mejor opción, si se encuentra en una prisión en algún momento de su vida, es callar, observar, escuchar y aprender. No hables a menos que te hablen, y trata de averiguar en silencio con quién alinearte entre la población reclusa.
Los movimientos radicales suelen experimentar tensiones entre el apoyo a lxs presxs políticxs y el apoyo a todxs lxs presxs. Algunas personas consideran que hacer campaña por lxs presxs políticxs, en particular, crea implícitamente una división entre las personas que no merecen estar en la cárcel y las que sí. ¿Qué opina de esta cuestión? ¿Cómo se puede apoyar a lxs presxs políticxs sin socavar el movimiento por la libertad de todxs lxs presxs? ¿Es especialmente importante que apoyemos a las personas que son enviadas a prisión como resultado de la actividad del movimiento?
Creo que la misma filosofía que se aplica a la forma en que, como activistas políticxs, nos relacionamos con la gente en general en nuestras comunidades, también se aplica a la forma en que nos relacionamos con lxs presxs en general Como las respuestas a la mayoría de las preguntas, la respuesta no es blanca o negra.
Si nos vemos a nosotrxs mismxs como una vanguardia, más ilustrada y con derecho al poder político que la persona media, entonces, por supuesto, trataremos a lxs presxs políticxs y a lxs «sociales» de forma diferente. Creo que la tendencia a tratar a lxs presxs políticxs como una vanguardia especial que debe recibir la mayor parte de nuestra atención es una filosofía compatible con el marxismo-leninismo, y con aquellxs que creen en la jerarquía. Pero lxs anarquistas, como yo, no nos vemos como especiales o necesariamente más iluminadxs. Cuando se trata de vivir y sobrevivir en la cárcel, lxs presxs experimentadxs son lxs doctores de las prisiones, mientras que lxs que nunca han estado en la cárcel llevan la metafórica gorra de burro que sólo pueden ver los que tienen «experiencia vivida».
Los valores en los que se basa nuestra resistencia van a determinar el tipo de sociedad revolucionaria que creamos. Es muy difícil vivir según un conjunto de valores diferente al de la sociedad mayoritaria en la que nos hemos criado. Desde el momento en que salimos del vientre materno, se nos adoctrina con los valores del capitalismo, para valorar los bienes materiales, ser competitivos y luchar por el poder sobre los demás. Nos vemos como una especie superior en relación con cualquier otro ser vivo de este planeta. Si nuestro movimiento de resistencia no está arraigado en los valores alternativos del comunalismo, la cooperación y la conservación, entonces esencialmente reproduciremos una nueva sociedad que parece diferente, pero que en esencia es la misma. En otras palabras, el mismo juego, lxs mismxs jugadores… sólo que con diferente ropa, lenguaje y peinado.
La revolución rusa de 1917 fue dirigida por los bolcheviques, que habían estudiado el marxismo y el leninismo, lo que les llevó a creer que la fase de transición entre el capitalismo y el comunismo, sería dirigida por el proletariado, la clase social de lxs trabajadores industriales cuyos ingresos provienen únicamente de su trabajo. Esta fase sería necesaria para luchar contra los ejércitos capitalistas extranjeros que, sin duda, presentarían un frente internacional unificado contra cualquier fuerza revolucionaria nacional exitosa que hubiera adquirido un control sobre la economía capitalista de cualquier país. Durante esta fase se supone que el proletariado debe suprimir la resistencia a la revolución por parte de la burguesía, destruir las relaciones sociales de producción subyacentes al sistema de clases y crear una nueva sociedad sin clases. Desgraciadamente, esta fase de transición fue asumida por el Partido Comunista que pretendía representar al proletariado. Este poder embriagador no tardó en metérseles en la cabeza, hasta tal punto que no quisieron renunciar a él y, en cambio, la fase de transición conocida como «dictadura del proletariado», se convirtió en una dictadura permanente del Partido Comunista.
El problema radica en que nos adoctrinan con los valores capitalistas desde que nacemos dentro de una economía capitalista. Así que lxs mismxs individuxs que dirigen la resistencia revolucionaria comunista, todavía tienen los vestigios ubicuos del capitalismo incrustados en su comportamiento y pensamientos. Así que es importante dar prioridad al refuerzo de los nuevos valores y abrazar a las personas de la población en general para que también puedan convertirse en individuxs revolucionarixs. Si no creemos en el establecimiento de una jerarquía política o económica, entonces debemos abrazar la diversidad, la igualdad y la cooperación. El color de la piel, el género, la orientación sexual, el origen nacional y las capacidades físicas de una persona no son relevantes en cuanto a su capacidad de decisión, sus opciones éticas y morales, su ética de trabajo, su valor, su compasión y sus cualidades naturales de liderazgo.
¿Cómo podemos esperar ganar cualquier tipo de resistencia, lucha o guerra revolucionaria si no contamos con la participación o el apoyo de la población en general? Y la única manera de que eso ocurra es que compartamos los mismos valores, objetivos y experiencias. Lo mismo ocurre en la cárcel. Por ejemplo, digamos que algunxs presxs políticxs están en huelga de hambre con el objetivo de que los saquen del aislamiento y los coloquen en la población general. Si toda la población penitenciaria iniciara una huelga de hambre en solidaridad con nuestrxs presxs políticxs, lo más probable es que la administración capitule mucho más rápido. Además, si colaboramos con lxs demás presxs, es más probable que entiendan y quizás incluso adopten nuestros objetivos y valores.
Tal vez suene a contradicción, pero hay momentos en los que lxs presxs políticxs necesitarán una atención especial porque no hay duda de que, históricamente, el gobierno se ha centrado más en lxs presxs políticxs que en lxs presxs sociales porque están organizadxs y suponen una mayor amenaza para el orden político/económico. Así que habrá momentos en lxs que debamos centrar más energía en las luchas de lxs presxs políticxs, pero eso no debe significar que ignoremos la situación de lxs presxs sociales. Históricamente, la represión centrada en quebrantar la voluntad y la identidad de lxs presxs políticxs, acabará siendo utilizada con lxs presxs sociales. Además, si también nos centramos en lxs presxs sociales, podemos esperar más de su apoyo a las luchas de lxs presxs políticxs… algo que el régimen penitenciario teme más que nada: una resistencia unificada tanto de lxs presxs sociales como de lxs políticxs. Ese es nuestro objetivo.
Los temas relacionados con la prisión han sido una parte importante de tu vida política, incluso desde antes de que te detuvieran. Más allá de ser una forma de violencia social que has vivido (y que te sigue afectando), ¿qué te atrae de este trabajo? Aparte de las prisiones, ¿qué otras cuestiones o preocupaciones políticas te atraen especialmente?
Cuando era más joven, antes de estar en la cárcel, me incliné por el trabajo de abolición de las prisiones porque veía a lxs presxs como una de las personas más maltratadas del planeta. Mis años en la cárcel no disiparon esta visión. Cuando finalmente salí en libertad condicional a principios de los noventa, seguí trabajando por la abolición de las prisiones, no tanto porque sintiera que era la cuestión más importante, sino más bien porque había experimentado la prisión de primera mano y había muy poca gente con experiencia vivida involucrada en la lucha por la abolición de las prisiones y del capitalismo.
Ha pasado mucho tiempo, pero puedo decir honestamente que en el Día de la Justicia para lxs Presxs de este año, en 2021, tuvimos 10 mujeres que vinieron a Kingston al sitio de la ahora cerrada Prisión para Mujeres, que habían pasado períodos significativos de tiempo tanto en P4W hace más de 40 años, como en las «nuevas» prisiones federales para mujeres. Algunas de estas mujeres son ahora activistas por la abolición de las prisiones y, en mi vida, es raro encontrar personas que hayan cumplido condena y estén implicadas en el activismo por la abolición de las prisiones. Estoy muy contenta porque es muy importante que quienes tienen experiencia vivida lideren el movimiento por la abolición de las prisiones. Por liderazgo me refiero a aquellxs que se han ganado un lugar de respeto y confianza por parte de las personas con experiencia vivida en prisión, así como de lxs activistas de la abolición de las prisiones que no tienen experiencia vivida. Se trata de «líderes» naturales que han demostrado ser sabixs, valientes y conocedores, en contraposición a lxs «líderes» que han ascendido a través de las filas de la ambición, la codicia y el poder.
Sin embargo, a medida que me acerco a las dos últimas décadas de mi vida, me siento cada vez más atraída por dedicar mi tiempo a intentar salvar lo poco que queda de naturaleza y vida salvaje. Me encuentro cada vez más escéptica sobre el potencial de lxs humanxs para crear un movimiento revolucionario que no sea materialista, jerárquico y competitivo. Nosotrxs, como especie, parecemos tener esta creencia arraigada de que somos especiales, más inteligentes y más conscientes de nosotrxs mismxs que cualquier otra especie de vida. No veo ninguna prueba de ello. No hay ninguna especie en este planeta tan desconsiderada y estúpida como para cagar y mear -metafóricamente y literalmente- en su propia agua potable y en su comida. A pesar de las repetidas advertencias de nuestros propixs expertxs de que sólo nos queda una década para evitar daños irreversibles, seguimos consumiendo recursos naturales a un ritmo suicida, y nos negamos a contemplar siquiera el abandono del capitalismo, un paradigma económico arraigado en el crecimiento económico sin fin, el consumismo y la obsolescencia planificada. ¿Es eso un signo de una especie inteligente?
Sin embargo, sigo creyendo en la resistencia, en hacer lo correcto y en vivir de acuerdo con nuestros ideales, a pesar de la posibilidad de que podamos fracasar, a pesar de la posibilidad de que una sexta extinción pueda acabar con la mayor parte de nuestra especie, si no con todas. Nunca hay garantías de que nuestros esfuerzos se vean recompensados o de que vayamos a ganar en esta lucha por erradicar el capitalismo. Pero este no es un mensaje pesimista. Es un mensaje de esperanza, resistencia y realidad. ¿Queremos dejarnos guiar por los cuentos de hadas y las ilusiones? Si es así, estamos condenadxs al fracaso. Creo que lxs revolucionarixs luchan o pelean, no porque sepamos que vamos a ganar, sino porque sabemos que es lo correcto. Siempre tendremos una profunda satisfacción interior al saber que estamos luchando para salvar a todas las criaturas oprimidas y a nuestro mundo natural de ser consumido por esta cultura capitalista de la muerte. Preferiría ser ejecutada sabiendo que he vivido de acuerdo con mis ideales y que he hecho lo que creía correcto, independientemente de si tenemos éxito o no en nuestra lucha contra el capitalismo.
Notas:
1. «La evidencia sugiere que los delitos violentos de las mujeres tienden a ser de naturaleza reactiva. En consecuencia, los delitos violentos se cometen más a menudo contra los íntimos, no contra los extraños, y muchas de estas mujeres -algunas dicen que la mayoría- experimentaron abusos a manos de sus parejas antes de cometer un delito violento. En 1998, la mayoría de las 68 mujeres que cumplían cadena perpetua por asesinar a sus parejas íntimas habían sido maltratadas por sus parejas antes de cometer el delito». https://www.justice.gc.ca/eng/rp-pr/csj-sjc/jsp-sjp/rr03_la20-rr03_aj20/p9.html
2. www.womensprisonnetwork.org/Facts.htm
FUENTE: KERSPLEBEDEB
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA