ITALIA: UNA CONTRIBUCIÓN SOBRE LA «PROPUESTA DE UN NUEVO MANIFIESTO ANARQUISTA» – ALFREDO

Permítanme decir que viviendo en una «burbuja» (una sección de alta seguridad) sólo hoy, abril de 2021, he recibido las «Reflexiones sobre el sustrato anarquista informal, insurreccional e internacionalista contemporáneo». Por un nuevo manifiesto anarquista, escrito allá por febrero-abril de 2020.

Aunque no sé cómo ha evolucionado, me gustaría decir lo que pienso. Dar mi aporte sobre lo que creo que es la esencia real y concreta de lo que a veces se llama «la nueva anarquía», a veces «la internacional negra». Me gustaría que mis escritos circularan lo más posible fuera de las fronteras italianas y entonces espero que algún compañero traduzca mis palabras a varios idiomas. Mi intención es simplemente aclarar algunos puntos, espero no estar pasando a llevar a nadie, los míos son sólo puntos de vista ligeramente diferentes… Lo primero que noté en este escrito es que la Federación Anarquista Informal – Frente Revolucionario Internacional y la Conspiración de las Células de Fuego no se mencionan nunca. Esta carencia desde mi punto de vista es bastante sorprendente e indicativa porque estamos hablando de experiencias de lucha armada que, con todas sus limitaciones, dieron el pistoletazo de salida a este fenómeno. Estas dos experiencias nos han legado una concreción que antes sólo soñábamos, una concreción producida por una verdadera «internacional». Una internacional que ha permitido a lxs anarquistas comunicarse a través de acciones sin organizaciones ni coordinación de ningún tipo. Una fuerza que se ha hecho reconocible presentándose al mundo a través de siglas. Unas siglas tras las que no había más que anarquistas de acción que se relacionaban entre sí a través de las palabras que seguían a las acciones. Compañeros y compañeras que en ese ámbito concreto sólo tenían un objetivo: la destrucción concreta y fáctica de lo existente y no el reconocimiento o la autorrepresentación dentro de una asamblea. En su escrito (que si entiendo bien tendría entre otros muchos propósitos beneficiosos el de «mitigar las discrepancias» entre las llamadas luchas «sociales» y «antisociales») se informa de la verdadera esencia de esta «nueva» anarquía sobre las huellas del insurreccionalismo clásico. Digo esto porque los conceptos básicos que son fundacionales de esta «nueva» anarquía en tus palabras están distorsionados si no anulados. Palabras que parecen un intento de dar una orgánica, una estructura a un fenómeno que por su naturaleza es etéreo, desestructurado y que encuentra su fuerza precisamente en esa su intangibilidad e imprevisibilidad.

En Europa, en años pasados, se realizaron intentos más o menos informales similares al suyo entre lxs anarquistas. Intentos de asambleas internacionales más o menos exitosas. Intentos que más allá de las intenciones iniciales no condujeron a nada más que a libros, documentos en común y carteles varios, reduciéndose de hecho al teatro habitual para lxs compañerxs conocidxs de siempre. En este punto debo reiterar lo que son (según mi solitario punto de vista) los conceptos fundadores en la base de las nuevas prácticas informales:

– Superando el «instrumento» asambleario, sólo hablan las acciones, sólo lxs anarquistas que se juegan la vida golpeando con fuerza, la comunicación se produce a través de las reivindicaciones.

– Exclusión de cualquier tipo de organización, incluso de coordinación, los escritos que siguen las acciones de alguna manera invitan a otros grupos a actuar en consecuencia, no hay necesidad de conocerse porque esto daría lugar a líderes o coordinación.

– Excluyendo a los teóricos puros, que no tienen nada que decir, me refiero a lxs compañerxs que por su «lucidez» y capacidad teórica consiguen (aunque no quieran) imponerse en las asambleas.

Estas son, en mi opinión, las características fundacionales de todas esas acciones que en los últimos años se han pronunciado en todo el mundo, a menudo rebotando de un continente a otro, dando lugar a campañas de lucha. No importa si las acciones van acompañadas de un acrónimo o no, lo importante es la comunicación que se produce a través de las reivindicaciones1 .

En su análisis argumentan lo contrario de lo que (en mi opinión) se desprende claramente y con toda evidencia de la dinámica concreta y real del llamado «anarquismo insurreccional e internacionalista contemporáneo». En varios momentos dicen que no debemos limitarnos a la acción destructiva porque esto no sería suficiente para derribar todo el sistema. Entonces presagias el riesgo de que limitarse a la acción destructiva conduzca al nacimiento de «grupos de especialistas de la acción», en definitiva, el habitual fantasma de la vanguardia. Llegando entonces, de lógica en lógica, a la sorprendente afirmación de que esta «nueva» anarquía no debe limitarse sólo a los que ejecutan las acciones. Todos conceptos respetables pero que desvirtúan la verdadera esencia de este fenómeno, retrotrayéndonos al riesgo mucho más concreto y puntual de crear especialistas en teoría (y no en acción) que, dando «poder» a las asambleas decisorias, imponen (aunque no quieran) su estrategia porque son mejores escribiendo y hablando y quizás porque son carismáticxs y conocidxs compañerxs. En su escrito hablan de «informalidad organizativa» y de «práctica insurreccional permanente», esta visión me parece que no refleja del todo la «contemporaneidad» de la acción anarquista. En este punto me aventuro a intentar resumir la «génesis» de esta nueva forma de entender el insurreccionalismo, al menos en lo que a Italia se refiere. Aquí, todo comenzó como una crítica al insurreccionalismo social y a su dinámica asamblearia. En las asambleas, siempre eran lxs de siempre lxs que hablaban porque tenían más experiencia, porque tenían las ideas más claras. Lástima que las ideas, al ser producto de unxs pocxs iluminadxs, se estancaran. Las palabras de lxs que hablaban mejor, de lxs que escribían mejor y quizás tenían más carisma pesaban más que las de lxs otrxs que, intimidadxs, permanecían en silencio. La mayoría seguía, a veces alguien intentaba intervenir pero sus palabras tenían un peso efímero. En definitiva, lo habitual, y me temo que es inevitable, en la dinámica asamblearia. Que quede claro que no estoy culpando a nadie, simplemente entramos en ciertos mecanismos sociales sin darnos cuenta, todxs caemos tarde o temprano. De la crítica a lxs compañerxs experimentadxs a la experimentación de «nuevos» caminos ha existido un paso corto. Se partió del cuestionamiento de lxs jovénes coordinadores de la dinámica de la asamblea, para luego llegar al cuestionamiento de algunxs «dogmas». Unx para todxs, que las únicas acciones válidas eran las «reproducibles» (las acciones «pequeñas»). Una fórmula que demonizaba como «espectacular» y «vanguardista» cualquier acción cuya violencia pudiera ir un poco más allá. Me atrevo a decir que en su escrito este «dogma» corre el riesgo de resucitar cuando haces la distinción entre los objetivos correctos a golpear, las «bases del sistema», y los objetivos obsoletos, los «símbolos del sistema». Las palabras cambian pero la esencia sigue siendo la misma. ¿Quién debe decidir cuáles son los objetivos correctos a alcanzar? Esta simple pregunta bastaría para poner de manifiesto las contradicciones de este planteamiento. Con el tiempo, el último «tabú» que se rompió fue el de las reivindicaciones y las siglas y ahí el pánico fue general, también por las consecuencias represivas que tal práctica hubiera supuesto, y de hecho supuso. Durante algunos años, la mayoría del movimiento insurreccionalista en lengua italiana ignoró estas «nuevas» prácticas. Pero la creciente repercusión, también en los medios de comunicación, causada por acciones cada vez más objetivamente violentas, hizo que cualquier actitud de esnobismo y superioridad fuera irrisoria. Luego, con la difusión en medio mundo de la FAI-FRI, resultó demencial insistir con esa actitud. De forma crítica o hipercrítica, con las debidas distinciones, todxs o casi todxs tomaron nota de que había nacido algo nuevo.

Ahora me temo que ha llegado el momento de la «recuperación» y de nuevo surgen coordinaciones, asambleas, manifiestos. Estoy seguro de su buena voluntad, pero me temo que con estos presupuestos, lo que va a nacer sólo puede calcar (y lo digo sin ninguna ironía) el «viejo» y glorioso insurreccionalismo social. En mi opinión, lo que está mal es la metodología que ha utilizado. Deberían ser los grupos y lxs anarquistas individuales, a través de acciones, lxs que hablaran de ello. Sólo a partir de su análisis, transmitido a través de las acciones, puede fortalecerse la nueva perspectiva anarquista. Sólo así podremos hacer la selección necesaria, imprescindible, que excluya a priori a lxs «ideólogxs profesionales», aquellxs que no actúan en el mundo real y que, por tanto, no tienen las herramientas afiladas y una visión concreta y realista para incidir en la realidad. Esto no es una acusación, estoy seguro de que no hay «ideólogxs profesionales» entre ustedes, es simplemente una cuestión de método.

Es el método el que marca la diferencia entre las distintas visiones de la anarquía. En este tipo de contexto, los análisis estratégicos no pueden caer desde arriba. Por muy elaboradas y bien escritas que estén, las palabras deben ser transmitidas por la acción, de lo contrario el análisis carecerá inevitablemente de realismo y concreción. Dicho esto, es sólo un punto de vista. El punto de vista de un compañero de prisión que tiene una visión limitada de la realidad.

Precisamente por el discurso que acabo de hacer, mi opinión vale lo que vale, muy poco. Lo mío es sólo una contribución, y espero que mi crítica resulte constructiva.

Alfredo Cospito

19 de abril de 2021


1. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las acciones reivindicadas tienen una desventaja respecto a las no reivindicadas: implican un mayor riesgo desde el punto de vista represivo. Por otro lado, las acciones no reivindicadas también tienen un inconveniente: la invisibilidad y la dispersión. El mensaje que (desde un punto de vista social) querrían transmitir las acciones no reivindicadas a menudo no llega o queda fuertemente oscurecido o distorsionado.


FUENTE: MALACODA
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA