ITALIA: TEXTOS Y MATERIALES DISTRIBUIDOS DURANTE LA INICIATIVA DEL 26/11/21 EN BENCIVENGA + CONTRIBUCIONES DE ALFREDO Y JUAN

HASTA LA DESTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD-PRISIÓN

(folleto de presentación del debate distribuido durante la iniciativa)

Esta iniciativa nace de la necesidad de enviar, a nuestra manera, un gesto de solidaridad a nuestros compañeros de prisión en Chile, que en los primeros meses de este año han realizado dos duras huelgas de hambre. Queremos apoyarles, también a través de las traducciones de los folletos preparados para este encuentro, difundiendo la determinación con la que han llevado a cabo su lucha dentro de la cárcel, con el objetivo de sentirla más cerca de nosotros que estamos fuera de esos muros y lejos de esos territorios. Aunque al final de su movilización los presos no consiguieron todo lo que reclamaban, sí les permitió construir y forjar lazos de complicidad, tanto dentro como fuera de la cárcel. Lazos que han hecho que esta lucha trascienda barreras y fronteras y que, al posicionarse claramente contra toda forma de coacción y dominación, la han hecho reconocible y reivindicable por los refractarios de todo el mundo.

Pero no es por mero voyeurismo hacia rebeliones lejanas por lo que estamos hoy aquí. Con esta iniciativa también queremos subrayar nuestra complicidad con nuestros compañeros que hoy están encarcelados por el Estado, para que sepan que no están solos. En esta parte del mundo también tenemos presos anárquicos que recientemente han llevado a cabo varias luchas dentro de la prisión. Luchas llevadas a cabo de forma individual o colectiva, huelgas y levantamientos masivos como los de marzo de 2020 contra la gestión de la pandemia dentro de las prisiones. Luchas cuya calidad, por retomar un concepto expresado con énfasis en la contribución que Juan, un preso de la cárcel de Terni, escribió para esta iniciativa, está estrechamente ligada a las relaciones que existen entre el interior y el exterior de la prisión. Estas relaciones son las mismas en las que lxs presxs y lxs compañerxs chilenxs han insistido reiteradamente, afirmando que «la cárcel forma parte de las opciones de la lucha, es parte de ella y, por tanto, en lugar de ser un paréntesis o una pausa, se configura como un escenario más en el que llevar a cabo la confrontación» y que es necesario entender «al presx como un compañerx activx, en lucha, que está en esta en una condición particular como resultado de un camino elegido que no termina entre [esas] cuatro paredes». Relaciones en las que es necesario invertir si queremos reconocer a al preso/a como nuestro/a compañerx, como complice en la lucha contra todo poder, especialmente en este momento en el que estas relaciones están siendo atacadas. Las últimas operaciones represivas en Italia tienen, de hecho, entre otros, el objetivo de afectar a la comunicación entre el mundo exterior y el mundo interior de la prisión, presionando la comunicación epistolar a través de la cual lxs presxs siguen formando parte del debate y la lucha anarquista, aportando reflexiones, contribuciones, propuestas de acción y estímulos para la acción. Ahora, más que nunca, es el momento de redoblar nuestros esfuerzos en la dirección de una mayor comunicación y complicidad con lxs presxs, con el objetivo no sólo de prestar asistencia, sino también de reforzar nuestra capacidad ofensiva contra este sistema de dominación y explotación.

Teniendo esto en cuenta, nos parece importante afirmar con fuerza nuestra convicción de que nuestras relaciones de complicidad y solidaridad son nuestra mayor fuerza, y son éstas las que debemos reforzar y cuidar, tanto a nivel local como internacional. En la declaración pública al inicio de esta huelga de hambre, lxs compañrxs hicieron un llamamiento abierto a «todxs lxs solidarixs y a todxs lxs que se oponen a la prisión y a la opresión para que participen activamente en esta lucha». Queremos responder a esta llamada preguntándonos durante esta iniciativa cómo cultivar cualitativamente estas relaciones: cómo tejerlas y, sobre todo, cómo preservarlas y fortalecerlas en los «momentos calientes» de la lucha.

También sentimos la necesidad de interrogarnos sobre el concepto de solidaridad, concretamente la solidaridad con lxs presxs y las luchas que emprenden, sobre el sentido que le damos partiendo también de los límites y éxitos que han tenido las movilizaciones en Italia en los últimos tiempos, para intentar ir más allá del simple apoyo a lxs presxs en la perspectiva de una convergencia entre dentro y fuera de la cárcel en la lucha común contra esta institución y contra la sociedad que la necesita. Entonces, ¿qué entendemos por solidaridad con lxs compañerxs anárquicos prisionerxs? ¿A través de qué formas creemos que es necesario expresarlo?

Aporte de Alfredo Cospito para la iniciativa en solidaridad con los presos chilenos celebrada en la Bencivenga ocupada el 26 nov 2021

Cuando los compañeros me pidieron que escribiera algo sobre la solidaridad revolucionaria y Chile, y sobre lo que hacen los generosos presos chilenos, aún con mi limitada información, me movilicé lleno de entusiasmo. No todos los días puedo contribuir a un debate desde aquí. Iba por delante con mis escritos cuando un registro debido a otra orden de detención por apología del terrorismo me privó de todo lo que había escrito. No me rindo y lo vuelvo a intentar, tardíamente, con la esperanza de que estas palabras mías puedan atravesar la censura y lleguen a tiempo para la iniciativa, si no, encontrarán otro espacio, tarde o temprano verán el sol. En mi antiguo escrito mis reflexiones sobre la situación en Chile y la práctica anarquista en el mundo giraban en torno a unos pocos pensamientos, que aquí trataré de resumir, para luego darle un sentido más completo, más concreto e inherente a nuestro discurso: «para aclarar los contextos de las cosas, hay que trabajar por sustracción, no por adición, para entender que la simplificación no tiene sólo un valor reaccionario».

Eliminando lo superfluo se llega a la sustancia, a la lucha armada contra los estados. Para mí la base de esta lucha sólo puede ser la guerra de clases y la lucha antitecnológica. Partiendo de lo «pequeño» (acciones sobre el terreno) se llega a lo «grande» (colapso del sistema). Por muy simplista que sea esta visión, es la única posible para mí en este momento. A veces ciertas combinaciones de palabras parecen engañosas y faltas de concreción: anarquismo nihilista, anarcosindicalismo, individualismo anarquista, insurreccionalismo anarquista, comunismo anarquista… ¿puede haber un anarquismo que no sea individual? ¿Dónde más que en la existencia del individuo puede surgir la voluntad de insubordinación? Y si el anarquismo no es en cierto modo ofensivo, ¿qué clase de anarquismo es?

El anarquismo es o no es. Si no contempla el ataque al Estado, deja de ser él mismo. El anarquismo para ser, debe producir algo, un hecho, una apariencia de acción destructiva, un proyecto. Cada vez estoy más convencido de que en esta época no es necesario construir y que la «salvación» está en la destrucción pura y dura, en quitar y no en añadir. Y cuando hablo de «salvación» hablo de la supervivencia de nuestra especie y de la vida misma en el planeta».

Estas extrañas reflexiones mías son el fruto cerebral de tu petición de que opine sobre el aporte que los compañeros chilenos han hecho desde dentro de las cárceles. Pero también son producto de mi propia reflexión sobre el desánimo que he detectado en algunas cartas de compañeros generosos llenas de pesimismo y sensación de derrota. Algunos de ellos se quejaron de que todos los esfuerzos dirigidos a la solidaridad con los rebeldes sublevados en las cárceles italianas fueron luego recuperados por los referentes parainstitucionales. En concreto, los familiares de los detenidos prefirieron acudir al «partido radical» antes que participar en las presencias de los compañeros. Este «desánimo» suyo debería hacernos reflexionar. Aquí es donde vuelvo al discurso que se acaba de hacer, sobre la «simplificación», sobre el hecho de que para aclarar los contornos de las cosas, hay que trabajar por sustracción y no por adición.

Pero, ¿qué tenemos que «ofrecer» los anarquistas a los explotados? A falta de un cambio real, de una «revolución», sólo una cosa; violencia contra los patrones y venganza contra los torturadores. Es más que normal que, en ausencia de violencia y venganza, los familiares de los presos, para obtener al menos algún «beneficio» o «mejora» para sus seres queridos, se dirijan a quienes tendrían (al menos en el poder) el «poder» de satisfacer sus demandas, asociaciones humanitarias, sacerdotes y partidos. Es claramente la falta de violencia y venganza revolucionaria lo que hace que nuestros esfuerzos sean estériles y sin perspectiva. Estoy convencido de que en tiempos como estos de rebeliones incoherentes y a veces confusas, debemos ser claros y decididos. No limitarse al nivel general de conflicto, que es muy bajo, sino pasar al ataque. Como anarquistas, tenemos una gran experiencia acumulada durante años y años de acción. Golpear y golpear y siempre golpear en pequeños grupos, individualmente, esta es la única manera de obtener resultados y con suerte debilitar al «enemigo». Sí, creo que ha llegado el momento de volver (aunque parezca redundante y nauseabundo) a un lenguaje de guerra, porque es comprensible para todos, porque señala una actitud clara de ataque. Y aquí vuelvo al discurso que nos ocupa, la solidaridad revolucionaria y la situación en Chile. Una característica no menor de ese país es que la ola de acciones que caracterizó a la llamada «Internacional Negra» nunca ha cesado. Fermento y acciones que en Chile también influyeron en las luchas sociales. Lo mismo, me parece, está ocurriendo en Grecia, donde las acciones se están reanudando cada vez con más claridad y nitidez. Los compañeros encarcelados de estos dos países han conseguido, gracias a su coherencia, relacionarse con el exterior con un movimiento de lucha. Y lo han hecho de forma lúcida, rechazando el fanatismo y la rigidez ideológica. Algo que su servidor no ha logrado hacer. Un ejemplo entre muchos de esta sana costumbre es la hermosa respuesta de Francisco y Mónica a la rigidez semidemocrática que viene de fuera. Me refiero a la distinción esquemática e insultante entre los presos «puros», «nihilistas», dignos de solidaridad, y los demás, procedentes de otras experiencias revolucionarias, que hay que ignorar alegremente. Para mi desgracia, también he sido incluido entre los «puros», lo que me ha causado cierto malestar. Por si sirve de algo, mi opinión sobre el tema está en total sintonía con la de los dos compañeros, no podrían haber expresado mejor lo que yo también pienso. Los compañeros chilenos han conseguido algo que los anarquistas dispersos y los presos anarquistas del Estado italiano no hemos podido hacer. Estimular la lucha en el exterior y coordinarla con otros presos mediante palabras de fuego y, sobre todo, hechos. En estos últimos diez años de encarcelamiento yo y mis compañeros más cercanos con todas nuestras limitaciones y contradicciones hemos «actuado», huelgas de hambre también muy duras, diversos daños en solidaridad con presos y presas de otros países. Hemos escrito, hecho libros, colaborado en periódicos. Por no hablar de las declaraciones y reivindicaciones de acciones en los tribunales, declaraciones más o menos acertadas y coherentes pero todas con la voluntad de comunicar fuerza y coherencia al exterior. Lo que quiero decir con esta perorata es que quizás la «crisis» que atraviesa el movimiento aquí se deba a la falta de intensidad y difusión de las acciones. La mía es una visión «simplista», puede que las cosas vayan muy bien fuera y mi visión del mundo esté distorsionada por la realidad que me toca vivir, pero los síntomas de una especie de crisis, de estancamiento, están todos ahí.

Buenos compañeros enfrentados por asuntos triviales, un aire general de resignación y confusión, una teoría exasperada y «sofisticada» que se enrolla sobre sí misma, haciéndose cada vez más incomprensible y descerebrada. Muy tristes «juicios públicos» contra la falta de «coherencia» de algunos compañeros seguidos de mea-culpas aún más tristes. Y luego la nada o casi la nada, pero no hay que desesperar porque en ese «casi» hay esperanza, hay felicidad y alegría de luchar.

Nada se ha acabado, todo continúa, estoy convencido de que veremos grandes trastornos y sería una pena quedarse atrás. Hacer como en Chile y Grecia, seguir en el camino de la Internacional Negra de la solidaridad revolucionaria que cruza fronteras y crea mundos. Con todas las imitaciones de nuestra historia, ciertas perspectivas han formado parte de nuestras vidas, y son hijas de experiencias aún más lejanas. Los compañeros chilenos han sabido relacionarse con el movimiento sin ser sabihondos ni dogmáticos, y sin ceder nunca al conflicto ni a la coherencia. También consiguieron ser abiertos y proactivos con los movimientos del exterior y con las distintas asambleas de solidaridad. Sin duda, mi camino ha sido menos proactivo y ha estado plagado de «fanfarronadas» de sabelotodo. Basta con pensar en mis fuertes críticas a los directores y mi (soy consciente) inquietante exaltación de la práctica del «terrorismo». Siempre he dado mi opinión, tratando de «empujar», pero en esta «obsesión» mía por relanzar continuamente está la fuerza para seguir adelante, para seguir luchando. Siempre me siento insatisfecho, siempre me parece que no he hecho lo suficiente, y varias veces me he preguntado en estos 11 años ¿qué papel puedo jugar en la lucha como preso anarquista de «larga condena»? ¿Sólo resistir? Fuera las cosas cambian, mis propios compañeros cambian y yo sigo encontrándome en el vientre del Leviatán en una especie de limbo. La prudencia nunca ha sido mi punto fuerte. Y cualquier escrito que haga, por muy cutre que sea, conlleva el riesgo de empeorar mi situación penal (por así decirlo). Ciertamente, no es con un corazón ligero que escribo cada vez, es más bien una necesidad vital para comunicarme con el mundo exterior, y no hacerlo equivaldría a encerrarme a la espera de una liberación que tal vez nunca se produzca. No cabe duda de que 11 años fuera de los «juegos» hacen que mi visión de la realidad sea problemática. Hace unos días los censores me enviaron una carta en la que dos compañeros (en respuesta a una crítica mía, sin duda «fuerte» sobre la recuperación de la «nueva anarquía» por parte del «viejo» anarquismo insurreccional) señalaban (entre otras cosas) que yo hablaba de cosas que no conozco, porque ahora están lejos de mí. Tendré la oportunidad de responder de forma «dura» a estos compañeros sobre esta mi «reivindicación». Pero quiero aprovechar la oportunidad que me han dado para decir que el problema que han planteado estos compañeros es más que nunca legítimo y tiene cierta concreción.

Todos los compañeros que llevan muchos años se hacen esta pregunta tarde o temprano. Los anarquistas nos ponemos inevitablemente de forma individual en relación con el mundo, en mi caso no tengo una organización en la que delegar y confiar la continuación de mi lucha fuera. Tampoco tengo una clave única e inoxidable para leer la realidad exterior. Dicho esto, no cabe duda de que avanzo a tientas y que mi única brújula es una cierta intuición dictada por la experiencia. Esto no impide, por supuesto, que cometa errores, aunque siempre trato de sopesar las palabras que utilizo, que soy consciente de que a veces pueden ser desagradables. Pero al fin y al cabo nadie tiene la verdad en el bolsillo, ¿verdad?

En conclusión, creo que la enseñanza de los compañeros presos chilenos está toda en esta frase de Mónica: «la cárcel es sólo otra forma de entender la lucha, el conflicto antiautoritario no ha terminado para mí, sólo ha cambiado de forma».

Siempre por la anarquía

Alfredo Cospito

preso anarquista

del Estado italiano

Aporte de Juan Sorroche para la iniciativa en solidaridad con los presos chilenos celebrada en la Bencivenga ocupada el 26 nov 2021

Hola compañero,

Como contribución al debate de esta iniciativa, me gustaría hacer algunas reflexiones. Son reflexiones que surgen de la relación con las prácticas compartidas, no sólo de palabra, y que creo que es beneficioso criticar de forma constructiva. Estoy convencido de que sin estas intenciones constructivas tiendo a hundirme en mis propios errores y frustraciones. Así que creo que estas intenciones fundamentales son fundamentales para el desarrollo, la evolución, tanto de mí mismo como de aquellos con los que me organizo para la lucha. Este es un enfoque válido para el bienestar de uno mismo y del grupo, para las relaciones, para la calidad del hacer, para otra naturaleza y sustancia cualitativa. Otra visión. Un enfoque que no es sinónimo de diluir la teoría-práctica ni de confrontación franca e incluso animada. Este enfoque pretende desarrollar relaciones concretas en la lucha. Las relaciones, como escriben Francisco y Mónica, como una práctica de lucha anarquista basada en el choque con la autoridad en un conflicto permanente que tiene como fundamento la libertad individual. El planteamiento de confirmarse y afirmarse positivamente es una forma de crecer y desarrollar, de forma menos amarga-pesimista, la rebeldía y la lucha contra todo mi entorno (lo nocivo, lo dañino, el enemigo), la ciudad, la sociedad capitalista-estatal: «LO NEGATIVO». Como anarquista rebelde busco el bienestar, la liberación, política, económica, social, psicológica, intelectual y espiritual, que no se puede separar de liberarse de esta negatividad autodestructiva que son las relaciones capitalistas-estatales y actuando conscientemente se intenta liberarse de este pesimismo desfavorable en todos los contextos de nuestras vidas-luchas inculcadas por la sociedad capitalista-estatal-colonialista.

Hago esta intervención porque creo, estoy convencido, que es fundamental hoy, aquí y ahora, una transformación paradigmática en el trato de las relaciones, de los acercamientos entre compañerxs y no sólo, con todos y todo. No puedo decir que me solidarizo con la galaxia anarquista en Italia si no la respeto, no puedo llamar a la unidad de propósitos a nivel internacional si luego en la vida y las relaciones no trato de practicarla. Claro que esto no es sencillo ni fácil, de hecho, pero creo que hay que ponerlo en práctica todos los días, si no, de qué sirve.

Me refiero a la negatividad de esta sociedad, de la que formamos parte, al hecho de que nos tratamos y nos relacionamos como nada, cosas, objetos, productos, posesiones, herramientas (de lucha, etc.), todo esto es la base fundamental que sostiene la sociedad, el sistema del capitalismo-estado-colonialismo. La negatividad, la nulidad, el ser objetos, el tratar nuestras interacciones y los demás como objetos son dinámicas que nos han inculcado desde la infancia, por eso tengo que partir de una mirada sobre mí mismo, sobre mi ser racista, machista, autoritario, así como sobre el nuevo problema de las relaciones tecnológicas, asumiéndolo.

Estos problemas tienen muchas formas y muchas ramificaciones (en mi opinión, todas conectadas), problemas complicados de resolver que requerirían un análisis profundo y mucha, mucha, lucha. Ahora. No creo que la cuestión pueda resolverse, ni siquiera superficialmente, diciendo: «lo haremos más tarde, cuando se produzca la revolución». O que tender hacia estos aspectos de la lucha no es parte de la lucha de clases. Creo que decir esto es una visión estrecha de la lucha de clases. Pero tampoco podemos limitarnos a encerrarnos en «nuestras comunidades», o a hacer análisis, autoanálisis y lidiar con el hecho de ser cosificados, racistas, homófobos, etc. etc. por no pasar a la ofensiva contra la raíz general de la lucha: el capitalismo estatal-colonialista. Es necesaria la inclusión de todos los niveles de la vida de la lucha.

Y creo, estoy convencido, que todo esto está en interacción. Por eso tiene que ver con la solidaridad activa, que es de lo que quería hablar al principio del texto. Pero he divagado un poco. El crecimiento de las relaciones y el desarrollo de la solidaridad activa no deben ignorar estos análisis y reflexiones. Al igual que no podemos prescindir de la acción concreta y multiforme que, en la unión de intenciones, intenta transformarse en prácticas de la A a la Z. La multiplicidad es muy cualitativa si se practica de la A a la Z, de lo contrario se vuelve roma. En este sentido, la huelga de hambre planteada por los compañeros chilenos fue muy cualitativa, tanto en la multiplicidad de las prácticas como en el espíritu de cohesión y complicidad en la práctica antiautoritaria, tanto dentro como fuera, y esto es calidad más allá del resultado. Esto es lo que hay que mejorar y desarrollar. Porque sé que esa lucha no fue el final, sino el principio de las relaciones de solidaridad fraterna. Estoy orgulloso de haber participado en la lucha. Juntos. Aprovecho para enviar un saludo respetuoso y afectuoso a todos los gestos de solidaridad y a las personas que los han puesto en práctica, aquí en Italia, en «su» ciudad, como en otros lugares del mundo. Es necesario seguir CREANDO relaciones con el objetivo del desarrollo de la lucha y la galaxia anarquista tanto en Italia, y sé que hay enormes dificultades, como a nivel general, a nivel internacional. La solidaridad es una visión que requiere un equilibrio que puesto en práctica une alquímicamente lo universal con lo específico y viceversa. Las relaciones de Hermandad que se crean en la práctica concreta, con respeto, con diversidad, el afecto que nace hacia lxs compañerxs luchando juntos en solidaridad mutua es calidad y no retórica. Esto no es una opinión: es un hecho nacido de la práctica.

Pero creo que para tener unidad de intención, tanto a nivel específico como general, hay que tener primero fuerza de propósito. Creo en la unidad de propósitos (y nunca me cansaré de discutirlo con x compañeros), pero tiene que darse cuando se está fuerte y preparado, no desprevenido y frágil, buscando la unidad a toda costa. Para la lucha y para liberarse hay que tener tanto caminos, métodos y medios, como voluntad, coraje, gran sensibilidad, fe en la lucha anarquista, pasión y creencia en lo que eres y haces, con quien lo haces. Debemos tener una estrategia integral que provenga del análisis de la historia y de las condiciones actuales, hemos visto en la práctica que sólo la voluntad, el coraje y la fe en la lucha no son suficientes. Para no estar desprevenidos, tenemos que organizarnos.

Por lo pronto, los saludo a todos, le mando un saludo solidario a Francisco que he escuchado que tiene un problema de salud, a Boris en Francia también: ¡vamos! A Pablo Bahamondes condenado a 15 años, ¡anímate! ¡A Mónica, Marcelo y los compañeros chilenos, a Gabriel Pompo da Silva y a todos los compañeros presos del mundo! ¡Y a los de afuera que siguen luchando!

SALUD Y ANARQUÍA

Juan Sorroche

Cárcel de Terni, sección AS2

8/11/2021

FUENTE: INFERNO URBANO

TRADUCCIÓN: ANARQUÍA