Convocatoria de una movilización internacionalista el 25 de abril y el 1 de mayo.
En los últimos veinte años se ha producido un distanciamiento de las ideas revolucionarias: los propios compañeros han dejado de creer que su pensamiento tiene la posibilidad y la capacidad de ir más allá. Ideas revolucionarias que, en cambio, son hoy más necesarias que nunca.
Dejar de luchar, dejar de creer en la posibilidad de «ganar», es decir, de destruir realmente esta sociedad y descarrilar una historia que avanza rápidamente hacia la catástrofe -sanitaria, ecológica, militar- ha hecho que los oprimidos se debiliten, permitiendo a la patronal seguir un giro autoritario en la gestión de la sociedad. En los últimos tiempos esta amarga verdad se ha hecho más evidente que nunca, en un continuo que se ha expresado -por limitarnos sólo a los dos últimos años- en la masacre de las cárceles de marzo de 2020, en las fábricas que se mantenían abiertas por la feroz presión de Confindustria mientras los individuos eran encarcelados en sus casas, en una recuperación económica que no ha mirado a nadie a la cara, como demuestran dramáticamente las muertes en el trabajo, las masacres con fines de lucro como la de Stresa, los ataques y asesinatos ante las puertas de los almacenes en huelga (y la lista podría seguir y seguir). Es precisamente la ausencia de un horizonte revolucionario concreto lo que hace que los patrones duerman tranquilos, lo que les autoriza a exigir más y más.
Un giro autoritario con un claro carácter de clase: si los proletarios siempre han vivido bajo numerosos chantajes, empezando por el esencial de tener que trabajar para vivir, éstos se multiplican en los últimos tiempos. El pase verde se añade como un instrumento más de ataque por parte de la patronal, determinando la vida cotidiana de forma cada vez más omnipresente. Los decretos de los dos últimos años agravan sobre todo el chantaje del trabajo, que siempre ha sido un instrumento de masificación y de disciplina en la sociedad.
El método que se sigue para hacer más aceptables las nuevas imposiciones y el empeoramiento del control es el del empuje de la Unidad Nacional, por el que se llama al pueblo a reunirse en torno a la bandera para defenderse del enemigo. El gobierno y el estado se convierten en la expresión de la colectividad, de la comunidad, que pide a todos y cada uno que sigan sus directrices, objetivadas a través de la cita de científicos y técnicos, los nuevos sacerdotes del momento. El sentido de comunidad se utiliza para empujar, tanto en el trabajo como en la vida cotidiana, a los individuos a sacrificarse por una supuesta «gran familia», como si todos estuviéramos realmente en el mismo barco. No es una práctica nueva: se utilizó como norma durante las guerras, en las fábricas con el modelo Olivetti y las diversas distopías toyotistas, con la colectivización de los problemas patronales y el empoderamiento individual de los explotados. Los que no responden a la llamada son reconocidos y tachados de locos o desviados, perdiendo incluso la dignidad de expresar sus motivaciones.
Una dinámica similar podría repetirse con las políticas energéticas que lleva a cabo la Unión Europea. En el último año, los medios de comunicación han prestado especial atención a la emergencia climática, resultado paradójico de un capitalismo que está destruyendo el mundo y quiere ofrecerse como solución a los problemas que ha creado. Aprovechando el año nuevo, la Comisión Europea ha reintroducido de la noche a la mañana la energía nuclear de cuarta generación en la lista de las llamadas energías limpias que se invertirán en el PNR. Una vez más, se dirá que quienes se oponen a esto son defensores del carbón, enemigos de la solución de emergencia. Lo que no quieren ver es que el problema es la propia sociedad energética y la industrialización capitalista.
Frente a la guerra de clases emprendida por la patronal, los compañeros -no sólo en Italia- han respondido sin esperar a que otro lo haga por ellos, con prácticas de ataque que compartimos y que también son nuestras. Estamos cerca de nuestros hermanos y hermanas, de los desconocidos y de los que hoy pagan con años de cárcel el haber decidido tomar partido y actuar contra los que nos matan y el mundo en el que vivimos cada día. Y también estamos cerca de los compañeros que están en prisión acusados de prácticas anarquistas, a menudo sólo por lo que han dicho y escrito.
Incluso los recientes ataques a la prensa anarquista parecen remitir, junto con muchos otros acontecimientos recientes, a una dinámica de creciente intolerancia hacia los que disienten. En realidad, en esta forma actualizada de democracia, no es en sí misma la fantasmagórica libertad de opinión la que está en peligro, sino las palabras coherentes que llaman a la acción, la solidaridad explícita con los que han cruzado los caminos de la libertad, con los que han demostrado con hechos y no con palabrería que este orden social no es un destino ineludible, sino que puede y debe desangrarse.
Palabras coherentes y hechos consecuentes que queremos seguir asumiendo. La Unidad Nacional llama a la guerra. Nuestro internacionalismo también, pero de una naturaleza muy diferente.
Con este espíritu proponemos dos eventos en las plazas para la próxima primavera: el 25 de abril en Spoleto y el Primero de Mayo en Carrara. Conscientes de que dos eventos no son capaces de impactar concretamente en la tendencia vigente, creemos, sin embargo, que el anarquismo debe volver a tomar las calles con la fuerza y consistencia de sus ideas.
Para un manifiesto propagandístico eficaz, que no dé un paso atrás en cuanto al contenido, pero que también se inscriba en el período histórico, hemos pensado en estos puntos provisionales, a los que se podrán añadir otros a medida que cambie la situación o a petición de los camaradas de la calle que encontremos:
– CONTRA EL GIRO AUTORITARIO
– CONTRA LA UNIDAD NACIONAL
– CONTRA LA ENERGÍA NUCLEAR
– EN DEFENSA DE LA PRENSA ANARQUISTA
– EN SOLIDARIDAD CON LOS PRESOS REVOLUCIONARIOS Y LAS PRÁCTICAS DE LAS QUE SE LES ACUSA.
Anarquistas
Con los que quieran participar en la construcción de la movilización, nos vemos el sábado 26 de febrero en el Circolo Culturale Anarchico Goliardo Fiaschi de Carrara, en Via degli Ulivi, a las 16.
FUENTE: INFERNO URBANO
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA