Primero vinieron a denigrar a los filósofos e investigadores que criticaron públicamente la validez de las razones y los datos expuestos por el gobierno para legitimar la imposición de prohibiciones y la suspensión de libertades. Pero el común de los mortales no frecuenta los claustros especulativos ni los laboratorios científicos, así que muy pocos se interesaron por ellos.
Luego vinieron a inhabilitar a los médicos que dudaban de los protocolos sanitarios antipandémicos establecidos por el gobierno. Pero estos médicos no aparecen habitualmente en los programas de televisión, no tienen reputación, así que pocos se interesaron por ellos.
Luego vinieron a chantajear a los trabajadores sanitarios que no querían acatar la obligación de vacunarse. Cuando esta amenaza se convirtió en ley, muy pocos se negaron a prestar atención, así que que muy pocos se interesaron por ellos.
Luego vinieron a chantajear a todos los trabajadores que no tienen el certificado verde digital [pasaporte Covid], que al fin y al cabo no es difícil de obtener: basta con no ser terraplanista ni conspiranoico y ofrecer el brazo, o a lo sumo pagar una pequeña suma cada 48 horas para que te martillen la nariz, así que muy pocos se interesaron por ellos.
Ayer, de madrugada, vinieron a por algunos anarquistas a buscar y tomar medidas cautelares porque consideraban abiertamente al Estado como un enemigo a batir y participaron con su contenido en las protestas contra la obligación del certificado verde digital. La acusación contra ellos es casi vergonzosa por su especificidad e idiotez: incitación a la violencia a través de un periódico clandestino. Dejando de lado el hecho de que el periódico en cuestión no es en absoluto clandestino, pero entonces… ¿se puede creer –por poner un ejemplo fácil– que un ataque a la policía se debe a la lectura de un artículo en un periódico anarquista, en lugar de la ira por la masacre de un Stefano Cucchi o Federico Aldrovandi, por las palizas a los inmigrantes, por la violencia ejercida sobre los manifestantes, por la tortura en Bolzaneto? Pero los anarquistas son cuatro gatos, ya se sabe, y muy pocos se interesan por ellos.
Hoy han llamado a la puerta de algunos opositores al certificado verde digital, han registrado sus domicilios y han sido imputados (por el grupo antiterrorista de la Fiscalía de Milán) por «violencia privada agravada» y «actitudes transgresoras» hacia algunos periodistas, insultados durante las recientes manis También en este caso nos encontramos con acusaciones hiperbólicas formuladas para justificar medidas repentinas. Pero los anti-pasaporte Covid son posibles contagiadores, como nos martillean los medios de comunicación, y muy pocos se interesan por ellos.
¿Y a por quién irán mañana? A lo largo de esta pendiente, ¿quién quedará para protestar? Nadie. ¿A quién le importa?
El poeta tiene razón – no hay más canciones para hacer bailar al oso. El ungüento del silencio sobre las brasas de una sola palabra. Imaginad la duda, la grieta de la noche y el frío fantasmal del juego que debe decidir el regreso de los seres.
[12/11/21]
FUENTE: FINIMONDO
TRADUCCIÓN: ENVIADA AL CORREO