Sibilla: otra investigación por asociación subversiva contra anarquistas acusados de instigación a la delincuencia.
El cierre [temporal] de la web malacoda.noblogs.org y el secuestro del periódico impreso «Vetriolo»; decenas de registros de Cremona a Taranto; 8 denunciados; 6 custodias cautelares: 4 obblighi di dimora*, 1 arresto domicialiario con brazalete electrónico, 1 arresto a un compañero ya encarcelado.
El anarquista Alfredo Cospito está en la cárcel desde 2012, en régimen de alta vigilancia, tras herir en la pierna a golpe de pistola al director ejecutivo de ‘Ansaldo nucleare’, Roberto Adinolfi. Alfredo reivindicó la acción y siempre a estimulado el debate sobre método y prácticas de lucha de los anarquistas. La investigación Sibilla, como admiten los propios investigadores, debería servir para aislar a Alfredo, silenciarlo y contruir a su alrededor un régimen carcelario similar al 41 bis [cárcel dentro de la cárcel]
¿Por qué tanto ensañamiento?
Nos acusan de instigación a la delincuencia. Delinque quien transgrede, quien hace «oídos sordos», quien no se somete y no obedece a una norma del Estado.
Hoy mas que ayer, golpear los medios de comunicación y propaganda de ideas anarquistas que llaman a la acción también sirve para educar a la parte de población que reconoce vivir en un régimen totalitario tecnocrático, y que piensa e intenta hacer algo.
Lo que asusta a las marionetas de una psico-policía corrupta y chapucera, de la que la Fiscal General Manuela Comodi ha sido siempre una ferviente soldada, es la pregunta ¿’golpear a las cosas o a las personas’? Quizá perciban que muchos, al ver el nombre de Mario Draghi en la lápida del cementerio en lugar de en los billetes (su firma aparrece en la esquina superior izquierda), alzarían sus copas en los bares, o al menos dejarían escapar una sonrisa. ¿Es esto lo que temen? Que lo que los anarquistas llevan diciendo desde hace casi dos siglos «PAZ ENTRE LOS OPRIMIDOS – GUERRA A LOS OPRESORES» vuelva a resonar en los oídos de muchos, de los que pierden el trabajo por la crisis, de los que pierden el trabajo por no enseñar un certificado, de los que simplemente no quieren ser cobayas de un suero genético, de los que salen a la calle a protestar y son tratados como delincuentes.
Si el recuerdo del anarquista Bresci, un joven proletario que en 1900 atentó contra la vida del rey, aparece hoy en una investigación, significa que estos señores perciben la miseria y la rabia que están causando a miles de vidas en todo el mundo.
De Melbourne a Trieste, de Londres a Milán, de Tel Aviv a Río de Janeiro pasando por Port Louis, miles de personas están saliendo a la calle, solidarizándose con otras protestas en el otro lado del globo, informando y comunicando fuera del mainstream. Los sitios web, los chats y los contenidos de las redes sociales no alineados se bloquean. Las manifestaciones se cargan, se gasean, se barren con cañones de agua.
Mejor cerrar rápidamente un periódico en el ‘Vetriolo’ y uno de los sitios que aloja las palabras de esa pequeña parte de la población, los anarquistas, que nunca han abandonado las ideas de los saboteadores (trabajadores de las fábricas británicas que atascaban los engranajes con el sabot, el zueco) y los obreros vengadores que con las armas en la mano se enfrentaban al patrón.
En conclusión, en esta enésima investigación, como en muchas otras anteriores, lo que preocupa a los poderosos es en lo que las palabras pueden transformarse: acciones concretas, arañazos en la piel. Y es ahí donde debemos incidir.
¡No sea que alguien nos escuche!
SARS
*NdT.
Obliggo di dimora. Similar al arresto domiciliario pero en un barrio, ciudad o provincia. También se pueden establecer franjas horarias en las que se debe permanecer en el domicilio. Además se debe especificar lugar de residencia así como lugares frecuentados, debiendo notificar con antelación a los maderos cualquier desplazamiento.
FUENTE: ROUND ROBIN
TRADUCCIÓN: ENVIADA AL CORREO