Atrapados por las emergencias sanitarias, las guerras, la represión interna cada vez más feroz, la crisis energética, la recesión económica, la erosión sistemática de las libertades individuales, el desmantelamiento de los derechos adquiridos y el aumento de la brecha social, se nos pide que realicemos un acto de lealtad ciega como el de un perro que, aunque sea golpeado, no rehúye el acoso de su amo, de sumisión resignada a la inevitabilidad de estos acontecimientos: el coro de políticos de todos los colores, de la patronal, de los voceros del régimen, nos vuelve a proponer la fatua promesa de la solución de los problemas que acosan la vida cotidiana de la mayoría, del bienestar común, que se obtendrá, como es el caso, a través de sacrificios de «lágrimas y sangre» a los que también, irónicamente, debemos dar nuestro consentimiento en el ballet electoral.
Nos parece que este espectáculo es una dolorosa repetición. El asentimiento y la cohesión social que se nos exige está más bien dirigido a alimentar los intereses de los aparatos políticos y los negocios de los patrones económicos, éstos ya estrechamente cohesionados a varios niveles, que medran a costa de las espaldas dobladas por la cadena del trabajo y la necesidad.
Para nosotros, compañeros anarquistas, libertarios, rebeldes, refractarios a la autoridad, el camino parece claro: oponerse decididamente a este poder que nos asfixia y contra el Estado, los hombres y mujeres que lo representan, contra las cárceles y todos los lugares donde se encarcela a alguien, contra las instituciones políticas y económicas que especulan, saqueando los recursos naturales del planeta y degradando nuestras vidas.
Reivindicamos la necesidad del conflicto contra este estado de las cosas porque somos conscientes de que la opresión que sufrimos es el resultado de procesos que se desarrollan históricamente de forma bien definida, que este sistema de explotación no acabará por sí solo, que depende de nosotros, aquí y ahora, perseguir la idea de libertad a la que aspiramos. Y es a este choque al que devolvemos, sin victimismo, el sentido de la represión cuando se dirige a nosotros: la represión y las cárceles seguirán existiendo mientras haya un Estado que derrocar y que hará todo lo posible para no caer, desenmascarando cualquier ilusión de justicia democrática.
Este enfrentamiento está enterrando en la cárcel a muchos y muchas de nuestros compañeros más generosos, Anna, Alfredo Juan, Mónica, Francisco, Davide, Claudio, décadas en la cárcel, vidas enteras enfrentando el aislamiento, la censura y la violencia física y psicológica de regímenes de detención muy rígidos. Sin embargo, defienden con uñas y dientes la idea que mantienen viva en sus atribulados corazones.
No queremos que nos superen, su valor y firmeza inspiran nuestros caminos aquí. Desde el 5 de mayo, nuestro compañero Alfredo Cospito está encerrado en la cárcel de Bancali, cerca de Sassari, en el 41 bis, un régimen de detención extremadamente duro que implica un aislamiento casi total, la ausencia de sociabilidad y la censura casi total de la correspondencia, la grabación de la llamada telefónica mensual de 10 minutos y la entrevista reducida a una hora al mes detrás de una mampara sin posibilidad de ningún contacto físico, los continuos registros corporales y de celda, la muy reducida disponibilidad de objetos incluso de uso cotidiano (ropa, libros, papel y bolígrafo) y siempre sometidos a la arbitrariedad de los carceleros. Esta medida penalizadora y fundamentalmente reivindicativa está claramente dirigida a acallar la voz y las ideas de un compañero que, a lo largo de los años, ha contribuido de forma decisiva, con su crítica teórica y su práctica, al debate anarquista; a aniquilarlo porque persevera con determinación y dignidad en su camino de lucha; a amortiguar, con el espectro del castigo ejemplar, la iniciativa de los compañeros de fuera y la solidaridad.
En Génova, tres compañeros que no escatimaron su apoyo a Alfredo y a los demás compañeros encarcelados están bajo órdenes especiales de vigilancia solicitadas por el fiscal habitual Federico Stalker Manotti, en un intento de aislarlos e inhibir a sus afinidades; se ha emitido otra solicitud de vigilancia para otro compañero de Génova y el 28 de septiembre se celebrará una vista contra él. Estas son las razones por las que hemos decidido salir a la calle en Génova el 25 de septiembre, una fecha, la de las elecciones, que simboliza la farsa del contrato social que se renueva en la piel de todos nosotros; si la máquina de la dominación avanza con todos sus aparatos para engullir la vida de los compañeros, en nuestro deseo más disruptivo de libertad, en nuestro odio a la autoridad y en la solidaridad activa podemos encontrar las palancas adecuadas para romper el frente del enemigo.
Le invitamos a unirse a nosotros. Cuando la represión se vuelve férrea y azotadora, la respuesta debe ser clara, decidida y coherente. Rompamos el aislamiento en el que quieren sumir a nuestros compañeros. Despleguemos ideas, fuerzas, estrategias en respuesta a la campaña antianarquista que el Estado lleva a cabo desde hace casi una década.
La solidaridad es un arma, ¡utilicémosla!
Saquen a Alfredo del 41bis.
Contra todas las prisiones
FUENTE: FUORI DALLA RISERVA TRADUCCIÓN: ANARQUÍA |