Puede que se deba al hecho de que voy a pasar gran parte de lo que me queda de vida en una cárcel, que últimamente me siento inclinado a la «necrofilia», a «historizar» lo que acaba de ser. Después de todo, la última acción reivindicada por la Federación Anarquista Informal – Frente Revolucionario Internacional en Italia fue hace «sólo» un año. Normalmente historizamos las cosas «muertas», pasadas, pero en mí se ha apoderado el miedo a que todo lo que se ha borrado o peor, desvirtuado. Y lo digo con la convicción (quizá me equivoque) de que la FAI-FRI ha agotado su carga vital y ha pasado el «testigo» a algo más esencial, las campañas revolucionarias. Campañas que, de un continente a otro, relanzan la solidaridad revolucionaria, siendo convocadas no por una organización sino por núcleos y compañerxs individuales que nunca tienen la necesidad de conocerse personalmente. Dinámica viva, proceso lineal tan eficaz en el mundo se conoce con el nombre de «Internacional Negra» y que de hecho ni siquiera necesita la coordinación, no hay necesidad de reunirse, de conocerse personalmente. Lxs anarquistas de acción suelen descuidar la introspección histórica, lxs anarquistas que posponen la acción violenta, por el contrario, tienden a exhumar experiencias lejanas que es más improbable que den lugar a represalias criminales e «imitaciones» en la actualidad. «Eran otros tiempos…», esta frase aún retumba en mi cabeza, me la repitieron, de niño, infinidad de veces lxs anarquistas más concienciadxs, anarquistas de otros tiempos, en realidad…
Si nuestra historia no la escribimos nosotrxs, lxs anarquistas, otrxs lo harán. Si la «historiografía» anarquista ignora la actualidad del anarquismo de acción, con el tiempo será la oficial la que se ocupe de él, distorsionándolo, haciéndolo más monstruoso. Luego hay algunos casos afortunados, como raros, en los que para tratarla son revolucionarixs de otras «escuelas», como en el caso del libro La obra del topo que se presenta en estas iniciativas. Un libro fruto del trabajo de lxs comunistas revolucionarixs que viene en sus últimas páginas a hablar de lxs anarquistas y en particular de la FAI y luego de la FAI-FRI. Lo hacen con honestidad, pero lo hacen con una clave de lectura que lleva a distorsiones, a inexactitudes. Es más que natural que viniendo de un «universo diferente» (digamos) se escape algo, pero eso no significa que unx no pueda quedar impresionadx favorablemente por su trabajo. Dejemos de lado ciertas afirmaciones que son el pesado bagaje de un pensamiento leninista que ve en la organización para conquistar y dirigir el Estado proletario su incuestionable punto de no retorno. Afirmaciones que apoyan la tesis de que «el enfoque anarquista suele estar por definición (sic) desprovisto de profundidad estratégica» o que la «contradicción» básica del anarquismo sería el «rechazo a la estructuración organizativa y programática [que impediría] el desarrollo de la unidad y la alta capacidad/posibilidad de confrontación». Declaraciones que cuando no distorsionan la realidad de las cosas apoyando nuestra falta de «profundidad estratégica», transforman nuestras fortalezas, «el rechazo a la estructuración organizativa», en «contradicciones», en debilidades. No entender que nuestra fuerza innovadora y potencialmente disruptiva, nuestro punto fuerte, está ahí.
La tesis que ve a la FAI como «hija» de la experiencia de Acción Revolucionaria es ciertamente exagerada. Lo que une a las dos experiencias, además del uso constante a lo largo del tiempo de una sigla, es la agitación que ambas crearon dentro del movimiento anarquista. En cuanto a la FAI, las reacciones del movimiento fueron mucho más virulentas que las que tuvo contra AR, las acusaciones de ser infiltradxs, provocadores acudieron. La cosa encuentra su explicación en el acrónimo utilizado, y en la burla de algunas afirmaciones contra lxs llamadxs oficiales anarquistas.
Que quede claro que estas son sólo mis reflexiones en libertad, desde luego no tengo la verdad absoluta sobre la evolución de este fenómeno, que por extensión geográfica no tiene parangón en el panorama anarquista. La influencia de AR en lxs compañerxs que se acercaron a la anarquía en los 80 es casi inexistente. Mucho más fuerte es, por ejemplo, la influencia de la Brigada de la cólera y del GARI, basta con observar la ironía que caracteriza las pretensiones de la FAI de realizarlo.
Me atrevería a decir que lxs anarquistas de los 90 y 2000 son hijxs del insurreccionalismo y de las teorías de Bonanno sobre la organización informal y los grupos de afinidad, que a su vez son hijxs del anarquismo antiorganizativo, que a su vez es hijx de los «grupos dispersos» de Cafiero, que a su vez es hijx de la estrategia «resurgente» de Pisacane… La única compañera de AR que conocí en esos años fue Marilú, ella fue una excepción, aunque muy importante, a nivel humano y emocional y por lo tanto «político», digamos… La FAI no fue (como AR) un «retorno» a una mayor «estructuración» sino por el contrario una mayor desestructuración de la práctica insurreccional. El insurreccionalismo social que veía de hecho (aunque no estuviera claramente teorizado) el papel central de la asamblea operativamente como órgano de decisión, por muy intrínsecamente informal que fuera.
La metodología de la FAI y todo ese movimiento lleno de siglas pone en cuestión la asamblea, obviándola y dando la palabra a los núcleos y a lxs compañerxs de acción individuales. Lxs compañerxs que ya no necesitan «someterse» a una asamblea para reconocerse y coordinarse, los actos y las palabras que les siguen se bastan a sí mismxs.
Así que yo diría que el nacimiento de esta «nueva» anarquía (al menos en Italia) ha nacido de la fuerte crítica al insurreccionalismo social y a su dinámica asamblearia. Asamblea donde los que tenían más carisma o eran más conocidxs y respetadxs, conscientemente o no, «imponían» su pensamiento. No culpo a nadie, es la misma dinámica asamblearia (que todxs conocemos) la que nos lleva de la mano hacia determinados focos.
Así el ambiente se estancó, siempre las mismas ideas que con el tiempo se transformaron en dogmas, siempre producidos por lxs mismxs compañerxs que, por muy «ilustradxs» que fueran, nos hacían previsibles e ineficaces.
Estas dinámicas en el libro El trabajo del topo no se abordan sino que son «análisis» difíciles de hacer para nosotrxs que de alguna manera hemos tocado, y mucho menos para lxs compañerxs pertenecientes a otras corrientes revolucionarias. Desde mi punto de vista hay dos momentos que han llevado a una conciencia diferente de una parte del llamado movimiento insurreccional: el juicio de Marini y más aún las trágicas muertes de Baleno y Sole. En mi opinión, esas dos muertes fueron el verdadero parteaguas entre un antes y un después y las reacciones a esos hechos abrieron los ojos de una parte de lxs compañerxs.
Si vamos a releer las crónicas de la época, en represalia por esas muertes, por primera vez, salieron los paquetes bomba en Italia, causando una increíble sensación en los medios de comunicación.
No sabemos quién los envió, si anarquistas o no, no hubo reivindicaciones, pero por los objetivos estaba claro que eran un intento de venganza por aquella terrible tragedia (no sé cómo definirlo de otra manera). Pero lo que realmente marcó la diferencia fue la posterior disociación de casi todo el movimiento anarquista. Por poner un ejemplo, aquí en Turín, entre los lugares ocupados sólo El Paso se abstuvo de hacer declaraciones de disociación y acusaciones de provocación policial.
Por muy cuestionable que sea la práctica de los paquetes bomba (pero al fin y al cabo, qué práctica no lo es) el paso de atacar las estructuras, las cosas a atacar a las personas dejó claro (para lxs que tenían un mínimo de sentido crítico) que a muchxs se les llenaba la boca de insurrección y de palabras «guerreras» pero en realidad no querían arriesgar tanto aunque murieran sus compañerxs. Ya que estamos en Turín, que fue mi ciudad durante muchos años, tengo que decir que en el movimiento de Turín de una manera instrumental y un poco mezquina se opuso a la llamada «buena vida» (distorsionando el sentido original de vital y revolucionario) al hipotético «sacrificio» y «martirio» de los que querían ir más allá, poniendo en juego por la pasión sus vidas y su libertad.
Sólo unos meses antes, lxs mismxs que acusaban a la «Lucha Anterrorista» de martirio habían argumentado que «había que morir por su arte», eran sólo palabras bonitas.
Creo (tal vez también me equivoque en esto) que de ahí, de ese ambiente plomizo de disociación y distanciamiento (que atravesó toda Italia) nacieron como reacción las diversas siglas que luego, con el tiempo, se convertirían en la F.A.I. Las perspectivas (al menos leyendo las reivindicaciones) de la FAI eran sin duda «sociales». Entonces la contribución de lxs compañerxs griegos de la CCF, con su aporte de nihilismo «antisocial», fue el motor de este fenómeno que se extendió por todo el mundo hasta llegar a Indonesia (aún hoy los grupos de ese país se reivindican con las siglas FAI-FRI).
Hoy es otra historia… nada ha terminado, todo continúa…
Un abrazo a todxs lxs compañerxs revolucionarixs presentes, sean comunistas o anarquistas.
Siempre por la anarquía.
Alfredo Cospito
Prisión de Ferrara
14/05/2021
Contribución para el ciclo de presentaciones «Guerrilla y Revolución». Turín, 18 de mayo y 1 de junio de 2021