ITALIA: COMUNICADO DE LA COMPAÑERA ANNA BENIAMINO

Publicamos un texto de Anna Beniamino desde la cárcel de mujeres de Rebibbia:

UN CUENTO INMORAL

Los anarquistas leemos mucho y escribimos aún más, quizás se deba a un exceso de cultura libresca que hablamos de ética hasta la saciedad cuando nos esforzamos por entenderla y nos olvidamos de aplicarla en la vida cotidiana. Y… cuando uno se da cuenta del error cometido, sigue escribiendo páginas y páginas (no está claro si para uso privado o para un público selecto) redundantes con correcciones que suenan aún más temblorosas e hipócritas que las declaraciones del juicio, cuando no cómicas en su frenética contradicción.

No me gusta moralizar entre cuatro paredes pero, observando que ciertos silencios corren el riesgo de ser llenados por la cháchara de otros, creo que es oportuno abordar un curioso fenómeno de inversión de sentido y de referencias del discurso, con un par de años de antigüedad y aún no aclarado.

Con motivo de uno de los muchos procedimientos represivos antianarquistas, como estrategia defensiva, los acusados, que llevaban un mes en prisión, decidieron hacer declaraciones espontáneas, que fueron archivadas en la revisión de febrero de 2019. Sin entrar en los méritos del contenido, la primera incongruencia es que esto se hace en secreto a los compañeros, al movimiento (… esa entidad misteriosa a la que todos nos referimos, sin embargo), revelando sus prácticas políticas y «éticas» (con todas las comillas del caso) sobre el ataque, el modo de relaciones y los campos de interés de los movimientos… sólo a los magistrados.

Extraño, ¿no? En mi ingenuidad sobre la equidad del movimiento había crecido escuchando un estribillo diferente, algo que sonaba simple, discutir incluso con fiereza pero dejar el papel  o la cuchilla fuera de la sala. En cambio, al ritmo de los tiempos, la moraleja de la historia es otra. Una vez hecho el daño, y si alguien se da cuenta, pongamos un parche, o más de uno según el interlocutor.

ESPERO SALIRME CON LA MÍA

La brújula «ética» que tanto se invoca se convierte en una carga inútil para intentar mantenerse a flote. La «confidencialidad» a posteriori «en el deseo de no agravar el error añadiendo palabras útiles a los represores», para no discutir tan públicamente las piezas posteriores, después de haber privilegiado ya a tal interlocutor, suena particularmente torpe y grave. No querer lanzar todo en la web cuando se ha presentado en los tribunales es una flagrante inversión de valores. Llamar a este malabarismo entre las acusaciones que hay que rechazar con indignación y la defensa de la propia conciencia inmaculada «esa línea oscilante entre lo técnico y lo político» o afirmar que en el secreto de sumario se han hecho «declaraciones de principios», sacando unas cuantas piedrecitas del zapato, no hace más que mostrar lo tambaleante, lo gelatinoso de la base sobre la que descansan los puntos firmes de la propia acción «política».

HIPOCRESÍA EN MATERIA DE SEGURIDAD

En estos tiempos de psicopolítica cotidiana, creo que todos (entre los que frecuentamos los movimientos y, en consecuencia, las salas de audiencia) somos conscientes de que nuestras ideas y la solidaridad entre compañeros nos hacen pagar con años y años de vida robada y que, a menudo, las operaciones represivas se mueven sobre el muestreo, más que sobre los hechos, de las posiciones expresadas en periódicos y publicaciones, sobre la solidaridad expresada y sobre la vivisección de las relaciones humanas. A partir de ahí, se suele llamar la atención, sopesando el significado de cada frase, de cada eslogan. Pero esto debe hacerse en sentido positivo, a priori, ponderando los contenidos (en público y en privado), no por temor, a posteriori, a la sanción. De lo contrario, la ética se convierte en una mercancía en venta, en venta porque es defectuosa.

SOBRE LA SUSTANCIA

El primer paso a dar ante los hechos sería… hacer un esfuerzo por conocerlos antes de tomar una posición, y no sólo con fines defensivos. Apresurarse a explicar las propias razones en función de una lectura intimista de las acusaciones o del revuelo mediático produce, en el peor de los casos, monstruos, en el mejor, desagradables hipocresías y simplificaciones que sólo hacen el juego a los inquisidores. La responsabilidad individual, el rechazo a las estructuras verticalistas y a los actos indiscriminados son tautológicos para los anarquistas: puedo decidir reiterarlos o no en un juzgado dependiendo de una serie de factores. El problema básico es la armonía con los codemandados, la solidaridad entre compañeros. El problema de fondo es sobre todo la conciencia de que los jueces juegan sucio no lo hacemos, o al menos no deberíamos hacerlo, ni siquiera con las palabras, que acaban manchando sólo a quien las pronuncia con temeridad.

Anna
Junio de 2021

P.D. Si este cuento le parece demasiado críptico, puede iniciar la búsqueda del tesoro de las lágrimas y los parches posteriores, preguntando a los directamente interesados que querían un debate… en privado.



FUENTE: INFERNO URBANO
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA