HOMBRES DE IDEAS AVANZADAS.

Joaquín Penina, un joven anarquista catalán es fusilado en Rosario en 1930 durante la primera dictadura militar. A mediados de los setenta, el poeta rosarino Aldo Oliva escribe “El fusilamiento de Penina”, un libro publicado por la Biblioteca Vigil, que es intervenida durante la última dictadura militar, y todos sus libros son incendiados, entre ellos el de Penina. Oliva muere en el año 2000. Tres años más tarde, un libro sin tapas es recuperado el único ejemplar sobreviviente de “El fusilamiento de Penina”. En marzo de 2007, Antonio Oliva viaja a España a presentar el libro de su padre que es reeditado por una editorial española. Antonio presenta el libro en Barcelona y Gironella, pueblo donde vivió Joaquín Penina hasta su partida a la Argentina. El documental acompaña a Antonio Oliva en un viaje a estos tres tiempos de la historia argentina, signada por la violencia y el autoritarismo, pero también de lucha por la memoria y la justicia.

Joaquín Penina era oriundo de Gironella, una aldea de la comarca de Berguedá, provincia de Barcelona (Cataluña), España. Nació el 14 de abril de 1905. Cuando llegó a Rosario, en 1925, ya militaba en el Movimiento Obrero Anarquista de la FORA. En 1927 el compañero conoció por primera y única vez las cárceles del sur provincial: fue detenido en medio de las protestas (mundiales) disparadas tras los asesinatos de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Para entonces, Penina era un activo propagandista: fue uno de los promotores de las huelgas de 1928, que paralizaron casi todas las actividades productivas y comerciales desde Villa Constitución hasta el norte de Rosario. Ello le ganó el respeto y el afecto de sus compañeros.

El 9 de septiembre de 1930 Penina fue detenido de manera ilegal (sin registro escrito) junto a dos compañeros suyos, Porta y Constantini. Quizá había un cuarto detenido, de apellido González, desvinculado de toda actividad política.

Por motivos que no fueron esclarecidos (la policía no llevó ningún registro), el 11 de septiembre de 1930, la Policía libera a Porta y a Constantini. En cambio, a Joaquín Penina lo llevaron a los barrancos del río Paraná junto al Puente de Saladillo donde lo fusilaron. El Poder Judicial -cómplice de la dictadura- rechazó los hábeas corpus y los recursos de amparo presentados por los compañeros de Penina.

El cuerpo de Penina nunca apareció, aunque dos años después una investigación de un períodico averiguó dónde fue sepultado como cadáver NN. Este secuestro inauguraría la tradición del Estado argentino de las desapariciones forzadas de personas, que alcanzaría su más brutal expresión en los años setenta y no se puede olvidar el caso del anarquista Santiago Maldonado, ocurrido el 1 de agosto de 2017.

Las autoridades militares que se encontraban a cargo de la Jefatura de Policía al momento del fusilamiento de Penina eran: el teniente coronel Rodolfo Lebrero es quien dio la orden, el capitán Luis Sarmiento, comandante de la quinta compañía del regimiento 11 de Infantería, fue quien comandó directamente el fusilamiento y el subteniente Jorge Rodríguez el que dirigió al pelotón y disparó el tiro de gracia a la cabeza del fusilado.

El capitán Sarmiento, que dirigió el fusilamiento, murió en un atentado en el año 1932 cuando viajaba por una ruta provincial de San Juan hacia El Marquesado. Según la investigación de Quesada, el auto del Capitán fue interceptado por dos personas que lo apuntaron con armas y le gritaron: «¡Acordate de Penina!».

Después del asesinato de Penina, su prontuario fue eliminado del Departamento de Investigaciones de la Policía de Rosario.