En el último año han llegado a la opinión pública cada vez más historias sobre momentos aislados de un fenómeno continuo y tan antiguo como la existencia del Estado y la autoridad. El fenómeno de la brutalidad policial.
Desde los asesinatos de afroamericanxs en EEUU, los asesinatos en Myanmar tras el golpe de estado, los disturbios en París tras la votación de nuevas leyes a favor de lxs policías, el asesinato de un «sospechoso» en Albania, las prácticas fascistas en Turquía, hasta Grecia con las innumerables palizas a manifestantes y ciudadanxs, los traslados vengativos de presxs, las continuas torturas en la Jefatura de Policía de Atenas (Gada) y en las comisarías, las violaciones y no sólo de refugiadxs en el Centro de Deportación y Traslado de Petrou Ralli, y muchos más incidentes entre los que no puedo olvidar la tortura de mis compañerxs en las comisarías, sus palizas en las manifestaciones, y por supuesto el trato violento que sufrí por parte de los policías de la Unidad Antiterrorista cuando intentaron tomarme una muestra de ADN. Después de nuestras detenciones el 29 de enero de 2020, mientras estábamos detenidxs en la planta 12 de la GADA, me pidieron que diera una muestra de ADN, a lo que me negué, ya que me negué a cualquier tipo de cooperación. Desde 2015, tras la gran huelga de hambre de lxs presxs, la orden del fiscal que obligaba a la toma de ADN, cambió a «toma obligatoria de ADN con respeto a la dignidad humana».
Una frase totalmente confusa y pretenciosa como es la relación de lxs policías con la dignidad. O bien sirven en la lucha antiterrorista, en el DRASI (policías motorizadxs) o en el MAT (policías antidisturbios), son lxs que verdaderamente expresan la autoridad, haciendo cumplir la ley, el orden y la seguridad con cualquier medio necesario, satisfaciendo al mismo tiempo sus perversiones e intereses personales. En mi caso, su objetivo era tomarme una muestra de ADN, sin tener en cuenta mi negativa a darla, a pesar de que les hablé de mi grave estado de salud, una grave operación que tuve en la cabeza.
En el procedimiento de toma de mi ADN sólo participaron hombres, a pesar de que los registros corporales o cualquier tipo de contacto deben ser realizados por mujeres. Al darme cuenta de lo que iba a suceder, lo único que pude hacer fue proteger mi cabeza de los golpes que me estaban dando. Después de golpear mi cabeza varias veces contra la pared de la celda, me llevaron a una habitación en el piso superior. En una silla, con las manos atadas a la espalda, tenía a cinco hombres encima intentando sujetarme, lo que no era difícil después de todo, ya que tenía la parte superior del cuerpo atada. Dos de ellos intentaron sujetar mis piernas, agarrándome por los muslos y abriéndolos hasta el punto de que pensé que se romperían. Al mismo tiempo, otros dos hombres me insultaron y presionaron mi cabeza, poniendo sus manos alrededor de mi boca para abrirla y obtener una muestra de ADN. Después, me volvieron a meter en la celda de la misma manera.
Inmediatamente pedí la comunicación con mi médico, ya que tenía un fuerte dolor en la cabeza. No lo permitieron, ni siquiera con mi abogado, pero después de un tiempo y tras una presión continua sobre mi costado, me llevaron al hospital KAT. Además de los exámenes especiales que me hicieron, durante los cuales estuve esposada, no tuve ninguna comunicación con el médico que me operó y poco después me llevaron de nuevo a GADA. Después de todo este trato violento, físico y verbal, en una realidad inversa soy juzgada el próximo jueves 1 de abril a las 9 de la mañana en el Tribunal de Evelpidon, acusada de insultar y resistir a lxs policías de la lucha antiterrorista. Estar sola contra cinco hombres que te abren y tiran de las piernas, que te golpean la cabeza para que abras la boca mientras te gritan «te vamos a follar, zorra», no parece una «toma de ADN obligatoria con respeto a la dignidad humana» como la llaman, sino un claro abuso de autoridad, una aplicación del poder en condiciones de violación.
Me llevan a juicio, con un caso más, mientras se encargaban de que no se vigilara nada (no había cámaras de videovigilancia alrededor) de todas las vergüenzas que hicieron y siguen haciendo. Como siempre pasa con lxs policías que pegan a la gente, que torturan y son puestos en suspensión, que violan sin ser castigadxs, que vigilan ilegalmente nuestras vidas mientras el estado y lxs jueces loxs amparan, que se saltan las propias leyes a las que sirven, y que matan pero en el peor de los casos consiguen 13 años de cárcel para luego vivir tranquilamente.
Al mismo tiempo, personas con cargos menores se pudren en la cárcel, son torturadas, violadas y asesinadas.
NO A LA COOPERACIÓN CON LOS SERVICIOS DE REPRESIÓN Y LOS SERVICIOS
QUE LLEVAN EL REGISTRO DE LXS QUE SE RESISTEN A LA VIOLENCIA
DE LXS ASESINXS Y TORTURADORES DE LA POLICÍA
Actualizaciones: El juicio de la presa anarquista Dimitra Valavani, que estaba previsto para el 1/4/21, fue aplazado. Habrá una actualización sobre la nueva fecha del tribunal.
enviar cartas a Dimitra:
Dimitra Valavani
(Δήμητρα Βαλαβάνη)
Dikastiki Fylaki Korydallou
Gynaikeies Fylakes, (prisión de mujeres)
T.K. 18110
Korydallos
Atenas
Grecia
P.S.: El 29/1/20, el anarquista Giannis Michailidis, Konstantina Athanasopoulou y Dimitra Valavani fueron detenidxs en Agia Paraskevi tras su persecución por la lucha antiterrorista. G. Michailidis era buscado por las autoridades policiales por su fuga de la prisión de Tyrintha en junio de 2019 y K. Athanassopoulou por fugarse antes del anuncio de una orden judicial. (Fue detenido en enero de 2019, junto con la entonces fugitiva Pola Roupa, miembro de la guerrilla urbana Lucha Revolucionaria, y se reivindicó como miembro de la organización. Tras quedar en libertad bajo fianza, decidió huir y estando en la clandestinidad en 2019 fue sentenciada en rebeldía a 35 años y 6 meses de cárcel) y D. Valavani fue golpeado por policías.
El compañero G. Michailidis asumió toda la responsabilidad por las armas encontradas en el coche que conducían.
FUENTE: ACT FOR FREEDOM NOW!
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA