FRANCIA: ¡AUMENTO DE LA INCIDENCIA DE LOS SABOTAJES DE ANTENAS Y DE FIBRA ÓPTICA!

El placer de la destrucción también es una lujuria creativa

Bakunin, 1842

Tras el sabotaje coordinado, el 28 de abril, de varios tramos de cables de fibra óptica de la red francesa de Internet (en particular la de SFR), la Federación Francesa de Telecomunicaciones (FFT), que agrupa a todos los grandes operadores, hizo inmediatamente un alarde de intentar minimizar su impacto destacando la resistencia de las redes. Y todo ello, a pesar de que millones de habitantes de Grenoble, Besançon, Reims o Estrasburgo, sin contar los de la región de París y decenas de miles de empresas, se vieron temporalmente privados de sus correas electrónicas. Se trataba de un comunicado de crisis del TFF, destinado a tranquilizar a los buenos ciudadanos, sin dar malas ideas a los que podrían inspirarse en este ataque, ya que las trampas de estas redes sensibles están por todas partes, y por supuesto es imposible poner un policía al pie de cada una de ellas.

Dos semanas más tarde, una vez pasada la tormenta, el Presidente de la FFT ha cambiado un poco su tono. En una larga entrevista alarmista concedida a un diario económico especializado, La Tribune, el martes 10 de mayo, Arthur Dreyfuss reivindica con un título elocuente («Es necesario endurecer las penas por los actos de vandalismo») que pide «un fuerte endurecimiento de las penas para que sean realmente disuasorias» contra los saboteadores, considerando que «lo que está en juego no es sólo proteger a los operadores, sino también todas las actividades más sensibles y esenciales del país». ¿Y qué mejor manera de apoyar su declaración carcelaria que levantar una esquina del velo sobre el alcance real de los sabotajes contra las redes de comunicación, señalando su número y su carácter «criminal» esta vez, especialmente para las actividades estatales «de seguridad o de defensa», que son efectivamente muy dependientes de todos estos cables?

Tras un breve repaso de los actos que han golpeado recientemente a la fibra óptica para decir que… la Federación Francesa de Telecomunicaciones trabaja en estrecha colaboración «con la policía y la justicia» (¡qué primicia!), es en realidad al destino ardiente de las antenas de relevo al que el Presidente de la FTT opta por dirigirse en su entrevista: «No minimicemos todo lo que ha ocurrido desde 2020. En los últimos seis meses, vemos, en promedio, quince sitios móviles dañados por mes. Ese número está creciendo: en 2020, habíamos visto unos 100 casos de daños intencionados a las torres.» En su habitual balance anual, el Coordinador Nacional de Inteligencia y Lucha contra el Terrorismo (CNRLT), Laurent Nuñez, había dado ciertamente también la cifra de un centenar de antenas saboteadas para el año de la Gran Contención (2020), pero tuvo que elevarla estimándola en casi ciento cincuenta para el año siguiente (2021)… Una cifra que seguiría subiendo irresistiblemente estos últimos seis meses, ya que la tendencia actual nos llevaría directamente a las casi doscientas antenas atacadas para 2022, según la FFT. Es decir, ¡casi el doble en dos años!

Si bien hace tiempo que oímos que el crecimiento está bajo mínimos, ¡aparentemente no es así en el prometedor sector del sabotaje de antenas! Sobre todo cuando sabemos que el ataque a una puede repercutir en muchas otras (por supuesto ignoradas por el calculador de servicios) como en Albi en septiembre de 2021, cuando la quema de una torre de la TDF repercutió directamente en no menos de «sesenta sitios móviles» en toda la región del Tarn, según el mismo Arthur Dreyfuss en una entrevista anterior a La Tribune. En cuanto a los cortes deliberados de fibra óptica, seguirían la misma tendencia, ya que «se han producido 30 por mes, de media, en los últimos seis meses», siempre según este gran oficial de la jaula digital del mundo.

Por último, a la pregunta sobre la serpiente marina 5G y los iluminados que le atribuyen todo tipo de hechizos -aunque muchas de las antenas destruidas no están en la práctica equipadas con esta tecnología (sobre todo en las zonas rurales) y la lucha contra estas estructuras arrancó hace varios años-, el preocupado presidente de la FFT también quiere poner los puntos sobre las íes: «El daño de las antenas comenzó mucho antes del lanzamiento del 5G en el invierno de 2020. El 5G ha sido utilizado como pretexto para una serie de reivindicaciones de los movimientos de ultraizquierda. Pero los ataques a las redes no comenzaron con la llegada de esta tecnología». Esto demuestra al menos que algunos pueden ser previsores, pero sobre todo que los motivos para atacar estos objetivos son sin duda más amplios y profundos que la reciente llegada del 5G, y también más diversos. Esto no disgusta a los políticos, a los periodistas-policías o al jefe de la FTT, que regularmente intentan encerrar todos estos actos de sabotaje en marcos identitarios y policiales reductores para disminuir su importancia, mientras que la mayoría de ellos son y permanecen generalmente anónimos.

Frente a ellos, supongamos que no será el convenio nacional, firmado en marzo de 2021 entre los operadores, la policía, la gendarmería y la DGSI, y aplicado desde entonces en los departamentos (44 por el momento) bajo los auspicios del prefecto incluyendo a los fiscales, el que consiga acabar con él. También hay que señalar que entre el abanico de medidas más concretas aplicadas, la FFT cita «sistemas de detectores de movimiento, iluminación automática, vallas reforzadas, experimentos de videovigilancia» y el soterramiento de «cables de energía eléctrica». O que Orange anunció hace dos meses que empezaba a poner pintura ignífuga en sus torres de alta tensión para no tener que sustituirlas junto con sus cables carbonizados cuando no aguanten como en Haute-Garonne, y también para no repararlas a toda prisa arruinando así la escena del crimen, sino sólo después de una intervención meticulosa y sistemática de la policía científica.

En resumen, es en todo caso más allá de este marco técnico preventivo que no logra frenar la multiplicación de los atentados contra las antenas y la fibra que la FFT pretende ahora presionar al Parlamento para que endurezca aún más la legislación, sabiendo al mismo tiempo que el Estado opta cada vez más a menudo por lanzar sus persecuciones bajo la acusación de «daños a los bienes susceptibles de perjudicar los intereses fundamentales de la Nación», lo que ya aumenta las penas incurridas.

Así que sí, una lucha abierta y difusa contra las infraestructuras del poder parece estar en marcha desde hace varios años y no sólo en Francia («sobre todo en Gran Bretaña o en los Países Bajos», dice el señor Dreyfuss), pero no son tanto sus características cuantitativas como sus dimensiones cualitativas intrínsecas las que ciertamente empiezan a alertar a las autoridades, como se resume en una reciente invitación pública a la discusión en la región de París:

«Esta lucha no reclama cambios en la situación existente para los grandes movimientos que buscan la unidad, sino que procede a la destrucción directa de las infraestructuras del poder durante los paseos a la luz de la luna. No se concentra en un territorio concreto a defender, sino que se desarrolla atacando objetivos que están en todas partes, al alcance de todos. No necesita líderes autoproclamados que naveguen por las redes sociales o los programas de televisión, sino que se abre camino de forma autónoma a través de las acciones de individuos que tienen cada uno sus propias razones y perspectivas. Hace caso omiso de los especialistas en organización o de los plazos fijados de antemano por otros que no son uno mismo, saboteando antenas de telefonía móvil, relés de televisión y cables de fibra óptica de forma inesperada y difusa, con medios tan banales como un par de cortaalambres, neumáticos en llamas o un poco de gasolina bien colocada. No sólo provoca la interrupción temporal del flujo de control y explotación, sino también daños de cientos de miles de euros. Porque es incontrolable y sigue extendiéndose a pesar de la represión esporádica; porque el Estado no puede poner un policía detrás de cada pilón o cable trampa; porque cualquier individuo puede participar con un poco de imaginación y determinación; o simplemente porque ataca los nodos sensibles de la dominación, esta lucha multifacética evidentemente preocupa a las autoridades.»

Una lucha contra el despojo de nuestras vidas, en un mundo en el que todos nos vemos obligados a actuar permanentemente en territorio hostil, pero que demuestra que la posibilidad de lo negativo para emboscar a un enemigo cada vez más colosal, pero no por ello menos con pies de barro, sigue siempre vigente. Y quizás también, como decía un viejo anarquista hace tiempo, porque la pasión por la destrucción es también una pasión creativa…

[12 de mayo de 2022]

FUENTE: ACT FOR FREEDOM NOW!

TRADUCCIÓN: ANARQUÍA