El Pax-Bank, actualmente “Pax-Bank eG, Banco de la Iglesia y Cáritas”, fue fundado en 1917 en Colonia como una cooperativa bancaria de sacerdotes para la comunidad eclesiástica misma, bajo los principios de “auto-ayuda, responsabilidad propia y autogestión”. Remitiéndonos a los hechos históricos, tanto la revolución de Octubre de 1917 en Rusia como las crecientes tensiones sociales en la misma Alemania que acabaron en la caída de la monarquía del Kaiser Guillermo II para luego trasformarse en la revolución de Noviembre de 1918, no es de extrañar que justamente en esos tiempos, cuando la iglesia católica se siente directamente amenazada por la “marea roja” de los levantamientos revolucionarios, decide proteger su capital, en este caso no sólo “espiritual” sino más bien económico, con la fundación de dicha banca. Además, en el año 1920, gracias al tratado de Versalles, Alemania pierde todas sus colonias, donde la “obra civilizadora” fue evidentemente acompañada por el “ardiente labor” misionario.
En los años siguientes, el Pax-Bank, a diferencia de otras tantas entidades financieras, sobrevive tanto a las inflaciones que siguen a la finalización de la primera Guerra Mundial como a la primera gran crisis financiera (desatada por el crack del 1929, con la caída de los valores financieros en la bolsa de Nueva York). Aunque también muchos bancos alemanes se ven afectados por el quiebre, en 1932 Pax-Bank afirma simplemente “nuestra rentabilidad no ha sufrido ningún daño”.
Por supuesto, el Pax-Bank guarda un silencio absoluto respecto a sus relaciones con el nuevo poder político que llegó a gobernar su patria entre los años 1933 y 1945, es decir el partido nazi NSDAP, que sólo gracias al apoyo incondicional que le prestó el gran Capital alemán fue capaz de desatar su máquina de guerra expansionista, llegando a ocupar la mitad del continente y a perpetrar el Holocausto y el exterminio de pueblos que consideraban inferiores. Aunque es verdad que la Iglesia católica de Alemania, atada por sus vínculos de fe más bien con el Vaticano que con Berlín, no colaboró con los crímenes nazis tanto como la mayor Iglesia del país, la protestante, su actitud en lo general fue muy pasiva. En el año 1941, convenientemente para la futura imagen de la banca, su sede en Colonia quedará destruida durante los bombardeos de los Aliados, con ello también todos sus documentos, protocolos y actas de los años anteriores. Sin embargo, el Pax-Bank no evita jactarse de que siguió obteniendo importantes beneficios incluso durante estos años de, como ellos mismos describen lacónicamente, “turbulencias bélicas”.
En la época posterior a la finalización de la II Guerra Mundial y con la introducción del marco alemán como nueva moneda en 1948, el Pax-Bank sigue creciendo y expandiéndose. En 1950 empieza a formar a sus futuros empleados, mientras que en 1952 extiende sus servicios, pasando de las Iglesias y los curas particulares, a los monasterios, hospitales y orfanatos.
A continuación, en 1958, se abren un par de nuevas filiales, entre ellas la de Aachen. A partir de entonces hasta finales del siglo XX, dicha entidad sigue creciendo y tampoco la introducción del euro como moneda unitaria europea en 1999 no le causa ninguna afectación económica.
Ya en el siglo XXI, concretamente en el año 2001, el Pax-Bank abre su primera sede en el extranjero. La elección obvia es Roma, las oficinas se sitúan cerca de la ciudad del Vaticano y de esta manera la banca llega, según sus propias palabras, “al corazón del catolicismo”. El banco del Vaticano ya había perdido gran parte de su credibilidad después de algunos escándalos en los años 80-90, y por eso el Pax-Bank, con su imagen de banca “transparente y ética” intenta ofrecerse como alternativa en el mundo del capital católico.
En el año 2009 Pax-Bank abre una oficina en un monasterio de monjas católicas alemanas en Jerusalén, para “ayudar a sus clientes en Tierra Santa y fortalecer la situación económica de instituciones católicas en aquel país.”
A pesar de las bases éticas y morales católicas con las que se intenta presentar a su fiel público, el Pax-Bank no estará exento de sus propios escándalos. En 2009 salen a la luz sus inversiones en la empresa farmacológica estadounidense Wyeth, productora de píldoras anticonceptivas. En el mismo año se descubren también sus inversiones en la empresa armamentística inglesa BAE Systems, productora de submarinos nucleares y de aviones caza, y los flujos de dinero dirigidos al British-American Tobacco Imperial, un potentado de la industria tabaquera. El Pax-Bank se apresura a disculparse con sus clientes y estos, como buenos cristianos, reconocen la confesión y saben perdonar.
Sin embargo, el Pax-Bank, aquel “mediador entre Dios y el Dinero”, como lo describe la prensa financiera alemana, con sus 8 filiales, 200 empleados y su capital de sólo unos 2,3 billones de euros, resulta ser un enano insignificante si lo comparemos con cualquiera de los colosos financieros del Estado español. Y si aquí mismo ningún banco hoy en día se presenta explícitamente como católico es porque de hecho todos están, de una u otra manera, vinculados a aquella enorme “sociedad anónima” llamada Iglesia.
La historia de las cajas de ahorros en Estado español se remonta a diferentes antecesores, entre los cuales destacan los Montes de Piedad, es decir entidades benéficas donde los pobres podían obtener sumas en metálico empeñando sus pertenencias y así satisfacer sus necesidades más primarias. Creadas inicialmente en la Italia del siglo XV por los franciscanos, empezaron a extenderse a España en los siglos posteriores, con el primero de ellos creado en Dueñas en 1550. A medida que las circunstancias socio-económicas fueron cambiando, se crearon en los propios Montes de Piedad las cajas de ahorros para “fomentar el ahorro entre las clases más humildes”. El concepto de caja de ahorros como la conocemos actualmente tiene su origen en Inglaterra, donde el protestantismo, opuesto a los planteamientos católicos de piedad, consideró que la mejora de las condiciones de vida de las clases trabajadoras se puede alcanzar tras remuneración de ahorros. Así, la primera caja de ahorros fue la de Jerez en 1834, y al año siguiente, una real Orden estableció como objetivos de las Cajas “recibir depósitos que devengarían intereses a corto plazo con miras a propagar el espíritu de economía y trabajo.” En conclusión, las cajas de ahorros españolas nacen con cierto retraso respecto a otros países, y casi siempre ligadas a los Montes de Piedad anteriores o creadas al mismo tiempo. Sus principales objetivos eran “conducir el ahorro popular hacia la inversión y realizar una labor social en sus respectivos ámbitos territoriales”, es decir “tú curra y reza, nosotros nos ocupemos de tu dinero y de tu alma”.
La estrechas relaciones entre la Iglesia, los bancos y la política, aunque tal vez resultan menos evidentes hoy día, especialmente gracias a las incontables fusiones y cambios de nombres (en España los bancos nunca mueren, simplemente se fusionan…) que, dada la crisis económica, suceden en los últimos años, nunca cesaron de existir. De los tiempos de la Caixa Manlleu, que fue fundada en 1896 por los industriales locales y…un obispo, hasta los inicios de siglo XXI no cambió mucho, por lo menos a nivel de poder económico. Hasta finales de junio de 2016, el cargo del presidente de La Caixa, la entidad constituída en 1990 por la fusión de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Catalunya y Baleares y, como no, de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Barcelona, lo ocupó el gran empresario catalán Isidre Fainé i Casas, conocido por sus fuertes convicciones religiosas y vínculos con el Opus Dei. Nacido en un barrio humilde de Manresa, se doctoró en economía en la Universidad de Barcelona, en administración de negocios en Harvard y en diplomacia en la Universidad de Navarra, perteneciente al Opus Dei, para luego convertirse en uno de los más importantes banqueros y empresarios del país. Resulta interesante como los cristianos, por lo menos estos que no fueron comidos por los leones, heredaron de sus antiguos perseguidores romanos no sólo el latín, sino que también hicieron suyos algunos de sus lemas. Al parecer también Fainé i Casas, orgulloso padre de 8 hijos, vecino de Sant Cugat del Vallès y desde septiembre de 2016 el presidente de la empresa multinacional energética Gas Natural, adopta exitosamente aquella vieja máxima: “pecunia non olet” (el dinero no huele).
FUENTE: SOLIDARITAT REBEL