«A Nietzsche, Diógenes y el cinismo le seducen. Diógenes se transforma en un telón de fondo del pensamiento de Nietzsche. Un telón de fondo que no remite a ideas o conceptos sino a cierto talante, actitud, ethos, principalmente a la filosofía como experimento de sí mismo. En Nietzsche, lo que hemos denominado “retórica del cuerpo” se expondría en aquello que este texto intentará desarrollar: un cuerpo enfermo que es capaz de subvertir y transvalorar (es su intento), la decadente modernidad o la polis moderna, la moneda en curso. Todo el presente texto tiene, insistimos, el guiño respecto a dicha retórica. Es por ello que este texto más que un estudio de Diógenes y Nietzsche, es el descubrimiento del pensar de Nietzsche como ejercicio cínico, perruno, irónico, precisamente en aquello que indicábamos: la invención retórica de sí mismo, el estilo, y el cuerpo como asunto del pensar. La crítica que Nietzsche realiza a la moral y que ilumina toda su escritura. La moral sería veneno contra la vida, precisamente en la medida que se presenta como remedio, como curación de la enfermedad de vivir. En este caso es Nietzsche quien presenta el problema desde una transvaloración: es la moral la que ha transvalorado, invertido, se ha vuelto contranaturaleza, por odio a la vida, ha puesto la sanidad y la salud en otra parte y lugar, en un topos sin topos, esto es la enfermedad del idealismo y la moral. Para Nietzsche, por el contrario, la enfermedad no es un castigo, una deuda impagable, sino, precisamente, como aquel motor necesario para vivir. Así, no hay remedio, no hay curación, sino permanente lucha, permanente superación, convirtiendo a la filosofía en experimento, donde la escritura pone de manifiesto dicho experimento que intenta superar aquello que somos, aquello enfermo en nosotros».
Enviado: Ex-Nihilo