Por María del Carmen Taborcía | 24/02/2021
Carlo Cafiero (1846-1892) fue un anarquista italiano, amigo íntimo de Mijaíl Bakunin y Errico Malatesta durante la segunda mitad del siglo XIX.
Nació en el seno de una familia rica, muy religiosa y aristocrática, muchos miembros de su familia ocuparon cargos públicos, sin embargo, él era considerado la «oveja negra».
En 1864 se licenció en Derecho y pronto emprendió la carrera diplomática. A principios de 1870 vivió en París como anfitrión del pintor Giuseppe De Nittis, quien lo describió como «un joven apuesto, fascinante para las mujeres». Pronto viajó a Londres, donde entró en contacto con la Primera Internacional y comenzó a unirse a las filas revolucionarias.
En esa ciudad entró en contacto con Marx y Engels, se unió a la Asociación Internacional de Trabajadores y fue enviado a Italia para difundir el marxismo. Pero allí recibió una fuerte influencia del colectivismo bakunista y del republicanismo de Giuseppe Mazzini.
Restauró la antigua sección de «L’Internazionale» en Nápoles, con la ayuda de Giuseppe Fanelli, Errico Malatesta, Carmelo Paladino y Emilio Covelli, una organización obrera que había sido prohibida en 1871.
Cafiero puso en marcha un ambicioso plan: intentar construir una casa en Suiza con el dinero recibido de la herencia de sus padres. En esta casa pensaba alojar a los revolucionarios de la Internacional que estaban en peligro en sus respectivos países.
El refugio se llama «La Baronata». Con esta idea, compró una pequeña villa cerca de la frontera italiana, donde vivía Bakunin, que le había hecho renunciar al socialismo autoritario. Pero el proyecto fracasó estrepitosamente, y a mediados de 1874 Cafiero había dilapidado casi toda su fortuna. Con el resto de su dinero, Cafiero financió algunos pequeños movimientos insurreccionales que no tuvieron demasiada trascendencia internacional.
Compañero inseparable de Malatesta, compartían las tesis del anarquismo comunista frente al colectivismo. «Los anarquistas, amigos de la libertad, nos proponemos combatir a los socialistas estatistas con todas nuestras fuerzas. La anarquía en la actualidad es una fuerza de ataque, sí, es la guerra a la autoridad, al poder del Estado. En la sociedad futura, la anarquía será la garantía, el obstáculo para el retorno de cualquier autoridad, y de cualquier orden, de cualquier Estado. Libre el individuo para satisfacer todas sus necesidades, en plena posesión de su personalidad, según sus gustos y simpatías, se unirá con otros individuos para formar grupos y asociaciones, libres las asociaciones, se federarán en el municipio o en la comarca, libres los municipios, se pondrán de acuerdo para formar la comarca y la región, y así sucesivamente, hasta que toda la Humanidad se una libremente».
«No queremos intermediarios, no queremos representantes que acaben representándose a sí mismos, no queremos moderadores de la igualdad que acaben siendo moderadores de la libertad, no más gobiernos nuevos: no más Estados, se llamen populares o democráticos, revolucionarios o provisionales. No queremos intermediarios ni sirvientes, que siempre acaban convirtiéndose en verdaderos amos».
Carlo Cafiero, hombre de pensamiento y acción, pertenecía a esa rama de la familia «que no tenía la costumbre de quedarse con todas las ganancias».