El 20 de julio de 2001, el anarquista Carlo Giuliani, de 23 años, fue abatido por la policía durante las protestas contra la cumbre del G8. En su haber, logró atacar el furgón policial con un extintor.
En aquel momento, el movimiento mundial se enfrentaba al capitalismo. La Batalla por Seattle de 1999 había inspirado a las fuerzas que se oponían a la explotación humana del capitalismo global y a sus efectos devastadores sobre el medio ambiente en todo el mundo. Otras acciones notables contra la elección y la toma de posesión de George Bush, en la reunión del Banco Mundial/FMI en Washington D.C., y en la reunión del G7+1 en Okinawa, Japón, condujeron a la reunión del G8 en Génova, Italia. Simultáneamente a estas movilizaciones y acciones de masas que dificultaban cada vez más la reunión de los líderes más poderosos del mundo, se estaban elaborando estrategias para Otro Mundo Posible. Encontrando sus raíces en el levantamiento zapatista el día que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y en el Primer Encuentro Internacional por la Humanidad y contra el Neoliberalismo en 1996, el Foro Social Mundial se reunió por primera vez en Porto Allegre Brasil en junio de 2001.
Carlo Giuliani no ignoraba estos acontecimientos, sino que estaba versado en el desarrollo de este movimiento mundial. Se había criado con conocimientos de Gramsci, Marx, Malatesta, Sacco y Vanzetti. Su padre era dirigente del sindicato comunista CGIL y procedía de una familia enraizada en la lucha por los derechos de los trabajadores.
Carlo fue a la universidad, estudiando historia, y vivió en una casa ocupada en Génova. El padre de Carlo, Giuliano Giuliani, lo expresó así: «Carlo… es un joven que reaccionó ante una profunda injusticia».
La ejecución del Estado fue respaldada por los tribunales, y el bastardo que le disparó se libró sin ninguna repercusión.
¡Ni olvido ni perdón! Carlo Giuliani vive