Con la inquietud de dialogar en torno a la Anarquía en nuestros días, desde el blog ContraInfo (C.I) nos animamos a realizarle una entrevista al compañero Gustavo Rodríguez (G.R.), motivados por el reciente llamado internacional de solidaridad con lxs anarquistas que continúan luchando tras las rejas de las prisiones contra la sociedad punitiva, quebrando la normalidad impuesta. El compañero Rodríguez, ha aportado incontables contribuciones al anarquismo insurreccional e informal y al llamado ilegalismo contemporáneo, destacando los agudos análisis de sus últimas aportaciones al debate en curso sobre la “nueva normalidad” impuesta por el “Ciber Leviatán”.
C.I. Hola Gustavo, es un placer que accedas a este intercambio que nos permite dialogar a distancia. Hemos visto que tus contribuciones tienen una enorme aceptación en diferentes latitudes, siendo incluso traducidas a varios idiomas; y lógicamente, también provocan reacciones contrarias, motivando la reflexión y el debate al interior del movimiento. Y es precisamente con esa intención que hemos elaborado esta entrevista, con el fin de provocar un intercambio fraterno de opiniones que sirva de puente para el desarrollo de la lucha anárquica.
Específicamente en el marco de la Semana Internacional de Solidaridad con lxs Anarquistas Presxs (Leer llamamiento aquí) y a propósito del texto que escribiste celebrando esa iniciativa; advertimos en tu crítica a la Cruz Negra Anarquista/Anarchist Black Cross (CNA/ABC), un rechazo fuerte a ciertas posturas caritativas manifiestas en algunos grupos que brindan apoyo a presxs que no provienen de las luchas antiautoritarias. Incluso, llegas a afirmar que hay supuestos “espías” y “líderes religiosxs fundamentalistas” que engrosan las listas de estos grupos. Cuando señalas esto ¿estás denunciando hechos concretos o, digamos, que es una manera genérica de destacar la inclusión de presxs que no son antiautoritarixs propiamente? ¿Crees que es necesario “rasurar” esas listas –para utilizar tus mismas palabras– y concentrar nuestros esfuerzos en lxs compañerxs específicamente antiautoritarixs? ¿Consideras que la CNA/ABC ha abandonado sus principios fundadores y requiere una “reconstrucción” interna que fortalezca esa perspectiva?
G.R. Ante todo, gracias por esta oportunidad de “dialogar” a distancia. En efecto, urge incentivar el diálogo y el debate fraterno en nuestras tiendas para poder comenzar a separar el trigo de la paja e ir asentando un piso común (teórico-práctico), que responda a las necesidades de la guerra anárquica en el siglo XXI. Y bueno, uno vez dicho esto, tengo que señalar que aquí van tres preguntas en una, pero me parece que están muy bien planteadas, ya que este tema tiene varias aristas por lo que requiere abordarse desde distintas aproximaciones. Lo “malo” es que estas preguntas demandan largas respuestas y eso siempre suele hacer muy aburridas las entrevistas, sobre todo cuando son escritas.
Desde hace años vengo denunciando la manera en que se ha desvirtuado esta histórica iniciativa de socorro y solidaridad anárquica en manos de una ganga de humanistas liberales. Ojo, no estoy generalizando, estoy refiriéndome en particular a Norteamérikkka; aunque sé que no es la única región que asume estas prácticas caritativas y acepta la imposición de presxs ajenxs a nuestra lucha. Evidentemente, no es el caso de la CNA en el Estado español, por poner un ejemplo. Pero, regresando a la situación específica de estos lares; considero que no sólo han adulterado la razón de ser de la CNA sino que a través de alianzas políticas la han puesto al servicio de intereses contrarios a la anarquía, llegando incluso a colocarla al servicio de los llamados Estados “revolucionarios”.
Desconozco si este giro –de 180 grados– ha estado motivado por algún tipo de subvención económica o si todo se reduce al espíritu piadoso (humanista-liberal-socialdemócrata-cristiano) que los inspira o si responde a principios maquiavélicos; es decir, que estén infundidos por la máxima utilitaria de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Lo cierto es que este secuestro lleva más de veinte años. Se remonta a cuando la entonces recién creada Anarchist Black Cross Federation acogía en su lista de presxs a los cinco espías cubanos que estaban encarcelados por esas fechas, utilizando los mismos eufemismos que el gobierno de los hermanos Castro, refiriéndose a los espías –que incluso habían trabajado en coordinación con el FBI– como “los Cinco Héroes”.
En este mismo tenor, está ahora el caso que impulsa la CNA de Philadelphia, demandando solidaridad con Ana Belén Montes (Pincha aquí para leer) prisoner/ana-belen-montes, a quien presentan como “prisionera de conciencia”. Más allá de que no se trate de una compañera anarquista, quizá sea oportuno recordarle al grupo de Phili que ya existe una coalición con fondos propios dedicada a su liberación (pincha aquí para leer); además de que toda la solidaridad en torno a su caso cuenta con apoyo económico directo del gobierno de Cuba.
Ciertamente, es muy lamentable comprobar que en nombre de la CNA se continúa haciendo campaña por espías en lugar de concentrar nuestros escasos fondos en lxs presxs anarquistas. Ahora mismo, aquí hay alrededor de cinco compañerxs presxs; además de todxs lxs anarquistas presxs en el resto del mundo. Hoy, tenemos compañerxs encarceladxs en Bielorrusia, en Chile, en Grecia, en el Estado español, en Italia, en Irán, en Rusia, por mencionar algunas latitudes. Y sucede lo mismo con las campañas que ha emprendido la CNA en solidaridad con líderes religiosos. Está el caso del Imam Jamil Abdullah Al-Amin (Hubert “Rap” Brown), que jamás ha tenido la más mínima aproximación al anarquismo. Se trata de un exdirigente del Partido Panteras Negras (BPP) que se convirtió al Islam, como muchos de los afrodescendientes en las cárceles norteamerikkkanas pero, ¿qué carajos tiene que ver con la anarquía el Partido Panteras Negras y la religión? Desde luego, tampoco hay que olvidar que el Iman cuenta con toda la solidaridad de sus feligreses y tiene su propio fondo de apoyo (Pincha aquí para leer).
Por eso, considero que es necesario rasurar esas listas tal y como afirmo en ¡Manos a la pólvora! No entiendo por qué desviar la solidaridad hacia personas ajenas a la lucha anárquica y no concentrarnos en el apoyo a nuestro Gabriel Pombo Da Silva, a Dinos Giagtzoglou, a Alfredo Cospito, a Lisa Dorfer, a Nicola Gai, a Mónica Caballero, a Francisco Solar, a Michael Kimble, a Eric King, a Anna Beniamino, a Carla Tubeuf y, todas las compañeras y compañeros que se encuentran en prisión alrededor del planeta.
Tras estas experiencias concretas, desde luego que considero urgente la “reconstrucción” de la Cruz Negra Anarquista o, en su defecto, animar una nueva iniciativa de solidaridad directa con las presas y presos específicamente anarquistas, retomando la labor de algunos grupos locales –insisto, no todos los grupos tienen la misma línea protoliberal. Pero, lo cierto es que muchas secciones a lo largo de Norteamérikkka han dejado de ser funcionales para nuestros presos y presas. No sé si aún estemos a tiempo de “reconstruir”. Es decir, de cambiar el rumbo desde “adentro” haciendo un sano deslinde de toda esta desvirtuación. Tal vez, sea mucho más “saludable” darle vida a una nueva iniciativa haciendo borrón y cuenta nueva. A fin de cuentas, a lo largo de la convulsa historia de la Cruz Negra Anarquista, se han presentado circunstancias similares que han provocado enérgicas rupturas e incluso la evolución de su nombre a través del tiempo. Recordemos que inicialmente ese no era su nombre y que fue el secuestro de los socialdemócratas (primero) y los bolcheviques (después) lo que originó las siglas que hoy ostenta(1). Quizá ha llegado la hora de empezar de cero.
C.I. Ahondando un poco más en este mismo tópico de la lucha anticarcelaria ¿crees que debemos continuar con la solidaridad hacia lxs presxs en general desde una postura abolicionista? ¿consideras que es importante apoyar a lxs presxs de la revuelta aunque no sean específicamente anarquistas?
G.R. Desde la trasnochada óptica “clasista”, los llamados presxs sociales o “comunes” –como les denomina despectivamente el sistema– se concebían como “víctimas del capitalismo” y por ende, siempre contaron con nuestro apoyo, haciéndonos eco de todas sus denuncias sobre las infrahumanas condiciones penitenciarias. Ahora mismo, con la pandemia de Covid-19, vemos como las cárceles están ejecutando un exterminio racista que asesina a mansalva Negrxs, latinoamericanxs, indígenas y pobres y, no sólo aquí, es el mismo modus operandi en todo el mundo, implementando una limpieza de excluidos a la usanza nazi. Sin embargo, estas denuncias puntuales no pueden confundirse con la retórica de la religión secular de lxs liberales humanistas que idealiza a lxs presxs per sé. En términos concretos, siempre he encontrado tras las rejas al mismo animal humano que habita en el exterior, siendo las cárceles un reflejo puntual de la sociedad con todos sus animales variopintos, cada unx de ellxs con virtudes y defectos y, sus propias necesidades y ambiciones. Lo que nos obliga –al igual que en las calles– a crear vínculos de afinidad con aquellos que sí coinciden con nuestros anhelos y comparten nuestra práctica.
En este sentido, desde el ilegalismo anárquico siempre se ha tenido vínculo con presos que la mayoría de las veces no conocían ni remotamente las ideas ácratas, sin embargo, venían de una práctica mucho más antiautoritaria que algunos de los que se arropan en nuestras tiendas. En incontables ocasiones, cuando estos presos entran en contacto con la teoría y la práctica anárquica se identifican plenamente. Desde luego, no generalizo. Hablo de casos muy específicos; de lo contrario, estaría cayendo en la misma ensoñación de lxs liberales humanistas.
Considero que el rol caritativo hay que dejárselo a las diferentes denominaciones religiosas que cotidianamente se arrancan la cabeza disputándose la feligresía de las cárceles. La rebatinga entre evangélicos renacidos, musulmanes, mormones, católicos, metodistas, cienciologistas y testigos de Jehová, se entiende pero, no acabo de comprender porque hay “anarquistas” que se suman a esta competencia por las “almas descarriadas” aspirando salvarlas del purgatorio. Claro está, este desvarío también embona con esa óptica “clasista”. Otra visión igualmente desfasada que hacía hincapié en el crecimiento cuantitativo del llamado “movimiento revolucionario” e intentaba captar a toda costa nuevos “militantes”, alimentando el rol del “predicador” de la iglesia libertaria en disputa permanente con las otras sectas religiosas.
Quizá sea una obviedad, pero no está demás reiterar que como anarquistas estamos por la demolición de las cárceles, lo que no hay que confundir con la obligada caridad con todos los prisioneros del mundo, olvidando que tras las rejas también hay feminicidas, violadores y neonazis, por decir lo menos. Y lo mismo aplica para lo que comentaba antes sobre espías y líderes religiosos. No vamos ahora a solidarizarnos con los espías israelíes que pueden estar presos en Teherán a pesar de conocer las condiciones infrahumanas impuestas por la sharia y el Consejo de Guardianes en las cárceles iraníes.
Ahora bien, en cuanto a la doctrina abolicionista, me gustaría hacer algunos comentarios corriendo el riesgo de aburrirles nuevamente. En fechas recientes ha tomado auge al interior de nuestras tiendas el discurso en torno a la “abolición de las prisiones” y –en los últimos días–el tema de la “abolición de la policía”. De hecho, existe un grupo anarco-bolchevique que se autodenomina Movimiento Abolicionista Revolucionario/Revolutionary Abolitionist Movement (RAM). Considero que toda esta retórica hay que abordarla desde la reafirmación de la teoría y la práctica anárquica, para poder despojarnos de estas conceptualizaciones ajenas. Cuando hablamos de “abolición”, nos estamos refiriendo a la anulación de leyes, instituciones y/o costumbres “moralmente inaceptables” para la sociedad. Es decir, estamos reclamándole al Estado su intervención. Evidentemente, esta actuación reformista es completamente opuesta a la praxis anárquica. Las reformas sólo contribuyen a consolidar la dominación. No hay vuelta de hoja. No sé en que momento se agudizó la confusión sobre el abolicionismo que padecen algunxs compañerxs –y, aquí incluyo a personas entrañables, como Rodolfo Montes de Oca–, ni bajo qué circunstancias se le abrió la puerta a toda esta bazofia reformista .
Existe un folleto, que está disponible en inglés en la página actforfree.nostatate.net, que aborda este tema de manera sintética, intitulado “Prison: abolish or destroy?”. Comienza con una frase lapidaria: «Se ha dicho, sin lugar a equívoco, que las personas que más daño hacen en este mundo, son aquellas que tratan de hacer siempre el bien» y, ese precisamente ha sido el papel de los abolicionistas.
Desde hace dos décadas, los abolicionistas vienen planteando la eliminación de las cárceles y su reemplazo por un sistema correccional más “humano”. De hecho, aquí en Amérikkka, desde 2015, la Asociación Nacional de Abogados ha venido impulsando esta reforma. Desde luego, esta propuesta no es nueva. El abolicionismo siempre ha sido promovido por religiosos, reformadores sociales y filósofos moralistas. Recordemos que fueron los abolicionistas de antaño los que originaron el panóptico y la actual ortopedia social, al abolir el patíbulo y las mazmorras. Ahora, los nuevos abolicionistas junto a los reformadores judiciales, de la mano de la 4tª y 5tª Revolución Industrial, están allanando el camino para la “nueva normalidad” de control. Esto ya está aquí. Los Estados lo están implementando ahora mismo en todo el mundo, con diferencias en cuanto a los tiempos de ejecución pero ya está en marcha el cierre de complejos penitenciarios y la implantación de sistemas de control de última generación. La pandemia les ha venido como anillo al dedo exponiendo los “peligros del hacinamiento”; claro está, con cierta perversión de por medio. Sabemos que a la dominación no le causa mucha molestia dejar morir a miles de excluidxs en las prisiones antes de dar el paso definitivo y presentarlo como un triunfo de la democracia a través de las reformas sociales. Sin duda, se acerca el fin de las cárceles tal y como las conocemos. La institución penitenciaria cambiará de nombre y, las instalaciones de máxima seguridad serán muy escasas, reservadas para un puñado de irreductibles que serán “atendidos” como peligrosos psicópatas en asépticas edificaciones subterráneas que no afeen el paisaje de las smart cities; gracias a las buenas intenciones abolicionistas. No olvidemos que en 1865, con la Decimotercera Enmienda, se ilegalizó la esclavitud en Estados Unidos, pero los esclavistas fueron los únicos que resultaron indemnizados por el gobierno. Con la abolición, los esclavos dejaron de ser “mercancía humana” susceptible a compra-venta, sin embargo, no se abolió la servidumbre, pasando a ser recursos que podían ser explotados hasta la muerte. Baste una ojeada rápida de la historia de las cárceles para comprobarlo, sin mencionar el papel que tuvo la mano de obra esclava en pleno siglo XX, utilizada a gran escala en la Alemania nazi, la Rusia comunista, la China maoísta, la Kampuchea Democrática de Pol Pot y, la Cuba castrista con sus campos de trabajo forzado para los homosexuales y los intelectuales disidentes, bajo el eufemismo de “Unidades Militares de Apoyo a la Producción”.
En cuanto a la solidaridad con lxs presxs de la revuelta, considero innecesaria la intervención directa de la CNA. Por lo general, en estos casos puntuales, se animan iniciativas específicas, dedicadas a dar atención a las personas encarceladas. Ahora mismo está sucediendo con miles de detenidxs durante las recientes revueltas en repudio al gobierno de Trump y contra la violencia policiaca en diferentes ciudades norteamérikkkanas. Muchxs de lxs detenidxs son liberales con anabólicos, demócratas radicales, líderes religiosxs y, militantes de las mil y una sectas leninistas. Con los días, se ha venido dando una decantación natural que nos permite identificar quienes son lxs compañerxs anarquistas que cayeron en las garras del sistema durante las confrontaciones e, inmediatamente, la CNA deberá concentrar todos sus recursos en ellxs. Las otras estructuras político-religiosas tienen sus propias maquinarias de solidaridad e igualmente las echan andar de inmediato para apoyar a lxs suyxs.
C.I. Recientemente tuvo lugar en Madrid un ciclo de debates en torno a tu texto Covid 19: la anarquía en tiempos de pandemia, realizado los días 7 (Ateneo Libertario de Vallekas), 21 (Local Anarquista Motín), 28 de agosto (CNT-AIT), 19 de septiembre (Espacio Okupado Anarquista La Emboscada), y el 23 de octubre (Ateneo libertario Carabanchel-Latina) donde también se actualizó la situación local e internacional de la represión anti anarquista. ¿Qué te ha parecido esta iniciativa?
G.R. En realidad, tengo que manifestar mi sorpresa. No estaba al tanto de esta iniciativa ni tuve contacto con los compañeros y compañeras organizadoras; lo que sin duda, le imprime de antemano un fascinante talante anárquico a esas jornadas. Lo cierto es que me provocó gran regocijo verificar la presencia de cómplices del otro lado del Atlántico y, no lo digo por la posible “aceptación” que pueda haber tenido este texto, sino por la constatación de afinidades preocupadas de incentivar la reflexión como paso necesario para el abandono de esta inercia que nos sume. Paralelamente, considero que este esfuerzo se potencia cuando se entrelaza con la actualización puntual de la represión anti anarquista en el plano local e internacional.
Si cabe agregar algo, vale resaltar la importancia que cobran estos debates en los barrios de Vallecas, Tetuán y Carabanchel; específicamente, en estos días que crecen las propuestas de “secesión” desde el discurso “comunizador” y el situacionismo tardío, equivalentes a la huida al campo y la construcción de “islas felices” –como señala atinadamente el compa Cavalleri–; en lugar de confrontar a la dominación en su guarida. La guerra anárquica ha de tener lugar en la metrópolis, más ahora que nos imponen las smart cities. El desarrollo de la insurrección permanente nos exhorta a “secesionarnos” pero, cuando hablamos de secesión desde la perspectiva de la tendencia informal e insurreccional anárquica, nos referimos a “dejar de ser”. Es decir, dejar de ser parte de…, dejar de trabajar, abandonar el rebaño, “desacoplarnos”, salirnos del lente de la cámara, interrumpir la secuencia. Se trata de desplazarnos en la absoluta ilegalidad en pleno corazón de las ciudades. Y esto sólo es posible asumiendo la pericia de las termitas: destruyendo, destruyendo y destruyendo, en la total oscuridad de la noche pero, sin asumir sacrificios inútiles en aras de un futuro incierto, sino armados de placer en el pluscuampresente anárquico. Ése es el papel de lxs lobxs solitarixs y los grupos de afinidad en nuestros días.
La demolición de la mansión de Monsieur Dominación, únicamente se concretará devorando su estructura; hasta que un buen día, de un simple portazo, se venga abajo todo el edificio. Desde luego, volverán a construir otra mansión con características mucho más resistentes y emplearan métodos de fumigación cada vez más letales pero nuestro talante demoledor es permanente. Para entonces habrá nuevas mandíbulas –refractarias a la fumigación– dispuestas a continuar devorando noche tras noche, hasta debilitar los pilares de la nueva edificación.
C.I. En esta contribución, en el marco de la “nueva normalidad” impuesta por la necropolítica del capitalismo hipertecnológico, nos invitas a «plantearnos nuevas interrogantes –antes de arrogarnos respuestas– en torno a la vigencia de la inmutabilidad del fuego». ¿Cuál es la intención de este texto? ¿Cumplió con su objetivo?
G.R. Lo único que intento es sacudir. Es decir, estremecer: movernos el cómodo tapete en el que estamos parados, incitando la práctica anárquica.
Este texto es (o al menos pretende ser) una reflexión a contracorriente de todo lo “políticamente correcto” en torno a las particularidades de la “neo-normalidad” que nos imponen –de la mano de la 4ta. y 5ta. Revolución Industrial–, con su consecuente proceso de histéresis y la consolidación del capitalismo cognitivo.
Lamentablemente –salvo honrosas excepciones–, el anarquismo en nuestros días, además de fragmentarse en mil identidades con la aceptación de toda la bazofia que implica la cárcel “identitaria” (que delimita y oprime la individualidad desde el timo de la corrección política), ha degenerado en una ominosa pose. Se ha transformado en una postura estética, en una especialidad académica y, en producción literaria –ya sea de ficción, filosófica, historiográfica, antropológica, sociológica o de historietas–; es decir, vemos muchos textos y muy poca práctica. Cuando realmente la anarquía es pensamiento-acción: lo que los marxianos llaman “praxis”. Sin práctica no hay anarquismo, porque la teoría anárquica se nutre precisamente de la práctica. Desde luego, me refiero a la práctica concreta como accionar refractario, no a la “práctica” de los insurrectos del teclado y la “guerra social” virtual.
Considero que lo más preocupante de toda esta exuberancia literaria que nos invade, es el reduccionismo de las visiones subyacentes, que evaporan cualquier intento reflexivo y, sobre todo, las oportunidades de concretar la lucha anárquica en nuestros días. Pienso que es importante tomar conciencia de esto, abriéndonos a la posibilidad de “auto explorarnos” y comprobar hasta que punto –tal vez, sin darnos cuenta de cuándo o cómo–, muchos de nosotros y nosotras también alimentamos esta ausencia de práctica anárquica en nuestros entornos, sustituyendo el ataque a la dominación por hiperactivismo comunitario y, dejándonos arrastrar por la inercia de los modelos de lucha caducos.
El anarquismo sin su práctica consecuente se reduce a un cuerpo de orientaciones valorativas condenado a su degeneración ideológica. Dicho lo anterior, no es imposible intentar una mudanza al respecto, partiendo del supuesto de que se quiere remediar esta miserable situación de fondo. Cualquier intento por incitar el pensamiento-acción y frenar la inercia que proyecta la fe en las metodologías arcaicas, tiene que estar orientado al ataque concreto contra lo existente y, para ello, es indispensable ir más allá de la “guerra” en Internet y, desde luego, del discurso panfletario, del ataque a los símbolos y la trasnochada visión lucharmadista y su resultante poderpopulista. Ese es el subtexto de La anarquía en tiempos de pandemia: un llamado de conciencia / un llamado a la acción.
Aparentemente, el texto cumplió con su objetivo, pero esa es mi apreciación. En realidad, le toca a lxs compañeros afines a la tendencia informal e insurreccional expresar sus opiniones y darle respuesta a esta pregunta.
1. Los orígenes de la CNA se remontan a la Rusia zarista. Creada originalmente como Cruz Roja Política (CRP), con la intención de distinguirse de la organización médico-humanitaria fundada por el ginebrino Henry Dunant, que ya operaba en los territorios del Imperio ruso desde 1867 y se dedicaba a socorrer a los soldados heridos en las batallas y a las víctimas de las guerras –en estricto apego al derecho internacional. Desde sus primeros días de vida, la CRP estuvo orientada al socorro de lxs presxs anarquistas y socialistas revolucionarixs, pronto fue copada por los socialdemócratas. Este asalto se reflejó enseguida en la carencia de apoyo a lxs presxs anarquistas, lo que indujo a los ácratas –a mediados de 1906– a escindirse e integrar la Cruz Roja Anarquista (CRA), redoblando el apoyo a nuestrxs compañerxs encarceladxs y exiladxs en Siberia. Para 1907, la CRA establecería secciones en Londres y New York, dedicadas a la recaudación de fondos para auxiliar económicamente a sus presos y familiares.
Con la instauración de la dictadura bolchevique, algunos “anarquistas”, seducidos por la verborrea revolucionaria del fascismo rojo, renunciaron a sus principios y se unieron al rebaño, sumándose al secuestro de las instancias antiautoritarias de lucha. La Cruz Roja Anarquista no sería la excepción, quedando también bajo el control rojo. Para entonces, muchos de sus animadores ya estaban en las cárceles comunistas o habían sido deportados a Siberia, lo que impulsó a los compañeros que lograron huir al exilio a reconstituir la iniciativa bajo una nueva denominación que dejaba en claro su posicionamiento teórico-práctico: Cruz Negra Anarquista (CNA). Los grupos en Gran Bretaña y Estados Unidos, también adoptarían el nuevo nombre, permaneciendo activos en la solidaridad con nuestrxs presxs hasta mediados de la década de 1930 del pasado siglo. No sería hasta 1966, que se reanimó la labor de la CNA por iniciativa del compañero Stuart Christie en colaboración con Albert Meltzer. Stuart, que había sido huésped de las mazmorras del fascismo franquista acusado de “terrorismo”, fue un incansable promotor del proyecto, llevando la iniciativa al plano internacional en el verano de 1968 durante los días del Congreso Internacional Anarquista de la ciudad de Carrara. Allí, invitaría a los presentes a conformar secciones de la CNA alrededor del mundo y, se haría eco de la situación de los anarquistas presos en las cárceles de España, revelando también la represión de los anarquistas cubanos bajo el régimen de los hermanos Castro y dando acuse del fusilamiento de un compañero en la Isla. Para 1980, había secciones de la CNA en casi todo el planeta con la excepción de los Estados bajo el férreo control de dictaduras militares.