Tuve la oportunidad de hablar pocas veces con ella, sin embargo tuve la suerte y la enriquecedora posibilidad de escucharla en innumerables ocasiones.
Creo que en ninguna de esas oportunidades quedé indiferente. La potencia de sus palabras y de sus gestos, la intensidad que le imprimía a cada uno de sus planteamientos y arengas me motivaron enormemente y lo siguen haciendo. Las recuerdo-en este encierro- y aún se me erizan los pelos.
¡Qué suerte la que tuvimos todxs nosotrxs de haber podido coincidir en la vida con una persona como la Sra Luisa!
Otra cosa que nunca dejó de impresionarme fue su permanente interés por actualizarse, por saber qué se estaba discutiendo y proponiendo, y por saber cuáles eran las motivaciones de las nuevas generaciones de jóvenes combatientes. Esto la mantuvo plenamente vigente. La mantuvo en la lucha rechazando cualquier sitial de honor desde donde muchxs se sienten con la potestad de dirigir y deslegitimar las nuevas experiencias. La Sra Luisa es inseparable de la lucha porque ella misma es una expresión de lucha.
La vez que fui para su casa a invitarla al lanzamiento de un libro- que fue una de las pocas veces que conversé con ella- ya estaba enferma y muy débil, pero a pesar de eso hablamos por largo rato preguntándome, con un interés que me sorprendió, cada detalle de nuestra experiencia de prisión en España, lo que habla y reafirma su preocupación por cada acontecimiento nuevo, en especial por la situación de lxs presxs, realidad que vivió directamente con el encarcelamiento por varios años de su nieta Sol.
Me enteré por la televisión de su muerte y ahí se hablaba del triste fallecimiento de “Luisa Toledo, activista y defensora de los derechos humanos”, tratando evidentemente de ocultar lo que ella era realmente y la molestia que significó y significará para el poder. La Sra Luisa fue una reivindicadora y alentadora de la violencia política, afirmando permanentemente, de forma explícita, la necesidad urgente de dotar de mayor contundencia los ataques. De ir más allá, de llevar a cabo la venganza contra los que ella llamaba: “los asesinos y explotadores del pueblo”, por lo que la denominación de “defensora de los derechos humanos” creo que le queda corta (por decir lo menos) acomodándoles sólo a quienes usufructúan de la lucha y de lxs muertxs.
Por último, mando un afectuoso abrazo a todxs sus cercanxs y familiares, en especial a Don Manuel y a Ana.
¡Solo muere quien se olvida!
Francisco Solar D.
C.P Rancagua.