Estamos en una guerra diaria, una guerra contra el statu quo, con toda forma de poder que carcome nuestras vidas, y en esta guerra me di cuenta de cuál es mi lugar. En un mundo donde el patriarcado nos viola y nos mata, donde el capitalismo nos aplasta, empobreciendo lo que llamamos vida, en este mundo donde la propia humanidad domina la naturaleza y los animales, perpetuando el pensamiento antropocéntrico y el especismo. Así que elegí un bando. Porque el complejo de poder no se destruirá a sí mismo, ningún cambio social se producirá si nuestra acción no trasciende las lógicas reformistas, teniendo voluntad de creer y compromiso con nuestras ideas, llevando la teoría a la práctica.
Me declaro orgullosamente anarquista, orgullosa de que en esta sociedad podrida, la sociedad de la sumisión y el espectáculo, no agaché la cabeza ante la explotación y el poder y elegí estar al lado de los compañeros que, apoyando la lucha multiforme, también escribieron su propia página en la memoria histórica revolucionaria. Hasta ahora, viviendo mi nueva vida al lado de ellos, en los okupas, a través de sus luchas comunes por la libertad, aprendí lo que es la solidaridad y el compañerismo, lo que significa darlo todo por aquello en lo que crees aunque vayas a perder tu libertad. Asumo la responsabilidad política que me corresponde por mi complicidad en el ataque incendiario que tuvo lugar el 8/2 en la Fundación para la Reflexión Nacional y Religiosa. Una acción fragmentaria, que no fue llevada a cabo por una organización, concretamente la organización Acción Anarquista de la que se me acusa como miembro, sino que fue motivada por los deseos y la ira de dos personas contra el oscurantismo religioso, el patriarcado y el poder del Estado.
Donde la aceptación social se encuentra con el conservadurismo bien establecido en la persona de un sacerdote, un hombre que en estos tiempos sigue teniendo poder sobre nosotros, sobre el cuerpo de una niña menor de edad a la que no dudó en violar de la manera más obscena, sabiendo que tanto por su supremacía masculina como por su prerrogativa de persona santa, no habría consecuencias. Como tantos otros como él, racializados o no, sabiendo que cuentan con todo un sistema de poder para protegerlos y la complicidad del Estado y la sociedad, siguen perpetuando la violencia de género, el patriarcado y el sexismo, con el resultado de que cada día contamos con más mujeres en la lista de víctimas. Se eligió realizar la acción en un edificio propiedad de la iglesia para demostrar el hecho y como mensaje a cualquier sacerdote que piense que sus acciones no tendrán algún costo.
Ahora estoy prisionera en la cárcel de mujeres de Korydallos, acusada según el artículo 187A de terrorismo y de pertenencia a la organización Acción Anarquista, cuya responsabilidad política ha sido asumida por el compañero Thanos Chatziaggelou. Revolucionario y anarquista orgulloso, no se doblegó ante la idea de ser encarcelado en las celdas de la democracia y no retrocedió ni un momento.
Así pues, nos encontramos ante una acusación, ya conocida por los perseguidos por su actividad política y su identidad, que necesita de 3 personas para ponerse en marcha y así lo demostró el arresto y la detención del compañero Panos Kalaitzis, claramente perseguido por su relación de amistad-colaboración con Thanos. Conocemos bien las intenciones y tácticas de la policía antiterrorista, su intento de aniquilarnos política y psicológicamente. Eso no va a suceder. Los tres nos mantenemos fuertes y unidos contra ellos.
En cuanto a mi vida en la cárcel: ahora se ha convertido en su costumbre imponerse a mí, apuntando a mi correspondencia ya que no es aceptada por su contenido político en algunos casos. Creen que van a quebrar nuestra moral, pero sólo consiguen lo contrario.
Fuerza a todos los compañeros encarcelados, humanos y no humanos, cautivos en los infiernos de este mundo.
Por la liberación total y la Anarquía.
Georgia Voulgari,
prisión de mujeres de Korydallos.
FUENTE: ACT FOR FREEDOM NOW!
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA