El sábado 27 de noviembre atacamos la comisaría de la Acrópolis con cócteles molotov. En el momento del ataque el policía de guardia y 4 policías de incógnito que estaban sentados frente a la comisaría, al oír el grito de «asesinos» huyeron y se escondieron en el edificio mientras nosotros prendíamos fuego al puesto de guardia y a la entrada de la comisaría.
Todavía no hemos dicho la última palabra, estos son los días de Alexi.
No es el recuerdo, ni la nostalgia melancólica. Es la idea misma de la rebelión contra nuestros opresores y explotadores. Es la llama ardiente de ayer la que impulsa los gestos de resistencia de hoy.
No es un deseo de repetición, sino la realidad misma de la explotación, la política de la muerte, el control totalitario, la segregación y la gestión estatal total de la pandemia.
Es la intensidad de la opresión, del presente asfixiante lo que nos arma con la voluntad, el deseo, la fuerza para atacar al aparato estatal. Es el levantamiento de diciembre del 2008 el que nos llena de fe en que la situación puede y debe cambiar y en que los de abajo pueden volver al primer plano reivindicando sus propias vidas.
El asesinato del compañero Alexandros Grigoropoulos el 6 de diciembre de 2008 por los policías Korkoneas y Saraliotis desencadenó un levantamiento en toda Grecia. Grandes sectores de la sociedad se apropiaron de las consignas, las proclamas y las prácticas del espacio anarquista y salieron a la calle contra todo lo que nos oprime y explota.
Los edificios públicos ocupados, las barricadas, los debates, los enfrentamientos con las fuerzas represivas, los ataques a objetivos estatales y capitalistas, las asambleas en las escuelas, los centros de trabajo, los barrios, los actos, los conciertos, los rechazos individuales, la construcción de comunidades de lucha, las calles vibrando con pasos y consignas colectivas, demostraron que el fin de la historia que predican los gobernantes y sus lacayos es sólo un sueño. Los explotados y los oprimidos volvieron a salir a la palestra y se enfrentaron al poder. En aquellos días de Alexis no sólo hubo negaciones y conflictos, sino que nació la esperanza de que este mundo no puede seguir igual. Que la barbarie estatal y capitalista puede ser derrocada. Es precisamente esta idea, esta esperanza, esta creencia en la evolución y la dialéctica lo que en el mundo actual nos empuja a no rendirnos y, con el levantamiento de diciembre de 2008 como brújula, organizarnos y luchar.
Hoy, cuando la gestión de la pandemia está causando cientos de muertes y es una oportunidad para que el Estado intensifique su explotación, opresión y control.
Hoy, cuando los policías y los coches de policía proliferan mientras los médicos y las estructuras sanitarias se reducen constantemente.
Hoy, cuando se suprime el asilo universitario, los policías se preparan para desplegarse en las universidades y se prohíben las manifestaciones.
Hoy, cuando se suprimen las conquistas de los trabajadores, se ilegalizan y atacan las movilizaciones obreras.
Hoy, cuando los beneficios de la patronal imponen subidas de precios y recortes salariales directos o indirectos.
Hoy, cuando los asesinatos de trabajadores son cotidianos y las balas de la policía llueven sobre los cuerpos de los oprimidos.
Hoy cuando los migrantes son asesinados en las fronteras, son amontonados en campos de concentración o son siervos en todo tipo de campos de fresas.
Hoy cuando los cañones de los estados se preparan para asolar los cuerpos de los proletarios, las bases de la OTAN se expanden y crecen y los preparativos de guerra se intensifican.
Hoy, cuando el saqueo de la naturaleza quema los bosques, contamina las aguas y aplasta las montañas.
Hoy cuando el patriarcado tortura, viola y asesina.
Hoy cuando los fascistas promueven la Edad Media, la oscuridad y la destrucción interna de los pobres.
Hoy como ayer el estado y el capital reparten generosamente la muerte.
Con el recuerdo de ayer, mirando al mañana con confianza en la gente de nuestra clase, es imperativo que nos levantemos y luchemos.
El Estado intenta imponer un régimen de control total a través de los desalojos de las okupas, la prohibición de las manifestaciones, la vigilancia, los ataques represivos con balas y gases lacrimógenos, las detenciones y las torturas, y el perfeccionamiento de su arsenal jurídico, mientras que a través de la doctrina del «orden público» quiere sofocar toda resistencia social. Pero la realidad de las manifestaciones del 17 de noviembre de 2020 y 2021, los actos del Primero de Mayo, las declaraciones del 6 de diciembre de 2020, los grandes paros estudiantiles, las enormes manifestaciones durante la huelga de hambre de Dimitris Koufontina, los violentos sucesos de Nea Smrni, los ataques y sabotajes contra objetivos estatales y capitalistas incluso en pleno toque de queda, las victoriosas huelgas de los trabajadores de la mensajería (e-food) y de los trabajadores portuarios (COSCO) nos muestran que la única lucha perdida es la que no se lleva a cabo.
Demuestran que las bases pueden enfrentarse al Estado y al capital en términos ganadores.
Demuestran que no tenemos ninguna razón para confiar en el poder y esperarlo.
Salgamos a la calle y luchemos.
Pocos días después de la aprobación del nuevo código penal que reclasifica los cócteles molotov como delito grave, el sistema obtuvo una respuesta militante, manifestando nuestras intenciones de continuar la lucha antiestatal.
Si pensaron que las detenciones, la ampliación del periodo de encarcelamiento, el retraso en la concesión de permisos frenaría el impulso de la violenta lucha social y de clase, se equivocaron.
Sabemos, al igual que miles de proletarios de todo el mundo, que sólo mediante la acción radical recuperaremos terreno. Sin ella sólo retrocederemos y nos deslizaremos hacia las ilusiones reformistas. La única posibilidad de salir del fango es la preparación de la revuelta social y la unidad de los oprimidos. Nuestra acción, por otra parte, a pesar de su importancia, especialmente en el momento actual, no pretende separarse de un conjunto de prácticas y luchas, sino trabajar conjuntamente y al unísono con las demás iniciativas de resistencia.
La canalización del miedo en el campo contrario, aunque sea por unos segundos o minutos, abre pasajes liberadores para una ruptura total con la estructura capitalista y su poder policial, patronal, militar, patriarcal.
Es una necesidad en el período que viene que el movimiento antagonista, del que formamos parte, debe dar pequeños y grandes pasos de transgresión colectiva de los límites de la legitimidad burguesa y «escapar» de la limitación ( cada vez más reducida ) de las formas y medios de lucha que los gobernantes «permiten» para «combatirlos». Porque para demostrar que el sistema no es invulnerable debemos enfrentarnos activamente a la doctrina de la «ley y el orden» pero también a las ideologías del fin de la historia y a la narrativa de la omnipotencia del sistema.
Debemos demostrar en la práctica que con los valores sociales de la solidaridad y la dignidad, con la inteligencia colectiva y la organización que exigen nuestros tiempos, podemos conseguir más de lo que dicta el miedo.
Accidentes de trabajo y disparos: aquí vivimos la guerra todos los días.
¡Alexandros Grigoropoulos, Lambros Fountas, Katerina Goulioni, Mamasubek Embuca, Zak/Zackie oh! Kostopoulos, Vassilis Magos, Nikos Sambanis!.
Policías asesinos fascistas.
Libertad al compañero Polycarpos Georgiadis que será juzgado el 6 de diciembre de 2021 y solidaridad a los procesados por el mismo caso.
En estas calles, en esta sociedad, las revueltas no son una utopía.
ps: También nos responsabilizamos del incendio de los vehículos ( coche y moto ) del policía, violador y chulo de Ilioupolis, Dimitris Bougioukos
Compañeros y compañeras.
FUENTE: ACT FOR FREEDOM NOW!
TRADUCCIÓN: ANARQUÍA