Una nueva pericia privada realizada en la provincia de Neuquén, pone en jaque los resultados de la autopsia en torno al caso de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado.
Desde el mismo día de la aparición del cuerpo del joven -17 de octubre del año pasado-, la familia cuestionó que no se hubiesen tomado muestras del agua en el lugar del río Chubut, y planteó que era imposible que el cadáver se encontrara en un lugar ya rastrillado y varios metros arriba del sitio de su desaparición.
Más tarde, la autopsia -firmada por 28 profesionales- concluyó que Santiago había muerto por “asfixia por sumersión coadyuvado por hipotermia”. Y hubo tres dictámenes en relación a la cantidad de tiempo que el cuerpo permaneció en el agua: “más de 53 días; más de 60 días o más de 73 días”, se detalló.
Con este resultado, desde hace varios meses el Instituto que dirige el Licenciado en Criminalística Enrique Prueger, viene realizado pruebas para echar luz sobre el caso. Los trabajos se realizaron en dos etapas, una en laboratorio, y otra de “comprobación de fenómenos”, en campo. Los resultados fueron, según los profesionales, concluyentes: el cuerpo de Santiago no pudo haber estado sumergido el tiempo que va desde su desaparición, el 1 de agosto de 2017, hasta su hallazgo, el 17 de octubre.
La licenciada en Geología y Palinología, Leticia Povilauskas, realizó parte del estudio; específicamente el vinculado con el entorno vegetal de la zona del río Chubut. En ese contexto, analizó el pantalón, pullover, chalina, calzoncillo, medias y suelas de los borceguíes que llevaba puestos el joven, el 1 de agosto, día de la represión de la Gendarmería en el pu lof en Resistencia Cushamen.
La especialista concluyó que “bajo ningún punto de vista los granos de polen encontrados en las muestras periciadas, puedan permanecer adheridos a las prendas anteriormente citadas, sumergidas en el lugar del hecho descripto por un período de tiempo prolongado, teniendo en cuenta la mínima velocidad que pueda tener la corriente de flujo en el del río, la energía presente en el medio acuático y la cantidad de oxígeno removido en el lecho”.
Es decir que los granos encontrados adheridos a la ropa de Santiago no pudieron haber soportado en esa condición tanto tiempo. “Todas estas condiciones hacen que el polen se desprenda fácilmente de las ropas, sobre todo en materiales de nylon tipo impermeable como es el caso del pantalón, en el cual se detectó gran cantidad de palinomorfos. Lo que significa que en un lapso de tiempo no mayor a 20 – 30 días, no estaríamos en presencia de granos adheridos a las ropas”, se concluyó en el informe.
Pero además, el trabajo dirigido por Prueger detalló que, en base a la autopsia, el cuerpo no presentaba signos de haber sido arrastrado. “Las dificultades del terreno, la presencia de obstáculos en la costa y el agua, tales como rosas mosquetas, coladores formados por ramas de sauces, y el gran número de árboles en la zona del hallazgo del cuerpo, incluso ramas y árboles dentro del agua, troncos, etc.” demuestran que “de haber sido arrastrado por la corriente, el cadáver debería presentar indicios de arrastre, golpes, enganches o rasgaduras de prendas, lesiones en manos, etc.”.
Sin embargo, la autopsia planteó lo contrario.
Un dato central del trabajo cuestiona que “en la autopsia -para analizar el estado del cuerpo- utilizaron los valores más bajos de temperatura del periodo (3.2° y 3.9°)” cuando en realidad se debió “haber utilizado el valor promedio de temperatura, cuyo valor es de 6,27° (tomando como muestras los valores destacado en la autopsia de la página 32), de acuerdo con los registros del organismo oficial de Chubut”.
Esa diferencia de temperatura del agua “cambia notablemente la interpretación de las tablas utilizadas, arrojando un tiempo de exposición del cadáver bajo esas condiciones, significativamente menor”. Es decir que se hubiese modificado el tiempo en el agua para llegar a aspectos como el “cerebro reblandecido; los cabellos desprendidos; las uñas sueltas; la formación de colgajos en la piel macerada; y la epidermis desprendida”.
En el segmento “de campo” del detallado estudio, se realizó la experimentación en el lugar del hallazgo del cadáver. Los profesionales introdujeron “un kilogramo de carne en el agua” y fueron “verificando la degradación parcial semana a semana, con peso y fotografías, para determinar el accionar de la fauna ictícola y carroñera que, el mismo informe de autopsia, afirma que hay en ese lugar. En 40 días, ese trozo de carne se redujo casi a la mitad producto de peces depredadores y alimañas”, concluyeron.
Todos estos resultados alientan la idea de que el cuerpo de Santiago no pudo estar en el agua la cantidad de días que transcurrieron desde su desaparición hasta el hallazgo del cadáver.
Y alienta también la explicación de porqué la familia del joven pidió de manera insistente la participación de un cuerpo de especialistas y científicos independiente para analizar el caso.
“La investigación todavía no empezó”, sentenció Sergio Maldonado, hermano de Santiago, en diálogo con este medio, hace pocos días. El resultado de este trabajo le da la razón.
FUENTE: BRIEGA